San Rafael, Mendoza 23 de noviembre de 2024

Gerchunoff, paradigma de la inmigración en un nuevo país

La literatura de Alberto Gerchunoff sintetiza la integración a un país pluralista sin renunciar al origen inmigratorio y la propuesta de un mestizaje cultural argentino que se desplegará en las sucesivas generaciones, afirma Ricardo Feierstein, autor de un reciente libro sobre la vida de quien supo ser un periodista y ensayista paradigmático.

En Alberto Gerchunoff. El argentino más judío, el judío más argentino, editado por Capital Intelectual, Feierstein registra una semblanza completa del autor de Los Gauchos Judíos en quien, asegura, se entrecruza “el modernismo con el naturalismo y articula una profunda vocación hispánica y el compromiso con su identidad judía y la tierra argentina”.

Gerchunoff llegó al país a través de los planes migratorios y colonizadores de quienes creyeron que la mejor forma de poblar Argentina era como un espejo de Europa, un falso liberalismo que negaba la identidad nativa para reconvertir a la nación en un inadecuado crisol de razas en el que todo se fundía. Y ya se sabe, en un crisol no se distingue la particularidad de los componentes.

Gerchunoff, contra eso, trató de dejar impregnada su literatura de una identidad judía que tomó su máxima expresión en ‘Los gauchos judíos’, “en una estrategia literaria que enfrentó con éxito las postulaciones xenófobas de la sociedad que lo cobijó, sin olvidar el mestizaje cultural al que se enfrentaba en su proceso inmigratorio”, afirmó Feierstein.

De hecho, esa mezcla entre lo europeo y lo criollo se dio desde su arribo al país, al que llegó en 1890 con su familia y se radicaron en la localidad santafesina de Moises Ville.  Allí su padre fue asesinado por un gaucho matrero y la familia se mudó a Entre Ríos “donde inmortalizó sus relatos y crónicas plagadas con hombres de campo”, dijo el autor.

Cuando se radicó en Buenos Aires adhirió al socialismo y en 1916 se incorporó al Partido Demócrata y se identificó con el liberalismo.

Sin embargo, Feierstein advirtió que “resulta difícil definir, desde una mirada actual, derecha e izquierda en las primeras décadas del siglo XX argentino. Gerchunoff provenía de una tradición humanista, libertaria y teñida de solidaridad social y fraternidad que le fue inculcada por sus maestros de la infancia (en la colonia entrerriana) y, ya en Buenos Aires, por su maestro Roberto Payró, gran escritor argentino y uno de los fundadores del Partido Socialista local”.

En 1916 adhirió a la Democracia Progresista de Lisandro de la Torre “y el mismo Payró lo llevó al diario La Nación, donde se conectó con el prestigio del alto mundo literario y social de su época”.

Feierstein explicó a Télam que “durante más de cuatro décadas (1908-1950) -y con algún pequeño intervalo- Gerchunoff trabajó en ese periódico, fue modificando su forma de pensar y terminó por adherir al eje Caseros-Sarmiento-Mitre-civilización, antes que a su opuesto y simétrico Rosas-Gauchos-Barbarie-Yrigoyen-Perón”.

A pesar de esta mirada política, “conservó intacta su estructura moral y de principios que lo llevó a solidarizarse con todas las causas libertarias del mundo, y luego del ascenso de Hitler, comenzó a apartarse de muchos de sus antiguos colegas y asumió una postura antinazi”.

Sin embargo, su obra más conocida, ‘Los Gauchos Judíos’, aparece para el primer centenario argentino en el que refleja “un canto a la integración desde las particularidades, con lo que comienza la literatura judeo-argentina desde donde trató de sumar y promover unión y respeto entre las personas obviando diferencias de credo y buscando lo que los une por sobre lo que los separa”.

Feirestein agregó que “Gerchunoff jamás renegó de sus raíces judías. Hablaba en idish, estaba fuertemente relacionado con su colectividad, fue uno de los fundadores de la Sociedad Hebraica Argentina (y quien eligió ese nombre), participó activamente en la lucha antinazi y, al mismo tiempo, fue un enamorado de su tierra de adopción, un argentino por elección y un nostálgico cronista de la tierra entrerriana que lo formó en su infancia”.

– ¿Por qué consideró que Gerchunoff fue el argentino más judío y el judío más argentino?
– En mi libro planteo, como hipótesis, que de manera consciente o construyendo la idea sobre la marcha, Gerchunoff elaboró una estrategia literaria que abrió un amplio campo de aceptación para que los creadores de origen inmigratorio pudieran sumarse a la cultura y la vida argentina. Entendió su particularidad como una sumatoria, que enriquece. No eligió, metafóricamente, querer más a su padre o a su madre, sino a ambos en conjunto, reunidos con sus otros amores que no resignó como el origen, la familia, los hijos y amigos, la buena comida”.

Y agregó que “frente a las líneas del nacionalismo cultural patricio y xenófobo, Gerchunoff aplicó la técnica del yudoka: utilizar la fuerza ajena en beneficio propio”.

“Es así que que Gerchunoff reflexionó: – ¿Gauchos? Sí, claro. Pero gauchos judíos. ¿Herencia hispánica? Sí, claro, la del idioma sefardí -por sus antecesores judíos del Siglo de Oro español- a partir del cual se convierte en un maestro impar del idioma castellano”, agregó el autor.

“Sin dudas, fue una jugada genial”, concluyó Feierstein.

Fuente: TELAM
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