Este proyecto surgió en 2011, repensando el tremendo daño que el plástico estaba haciendo y “lo tomamos como soporte gráfico, para crear conciencia de que la bolsa plástica está ahí, al acecho”, relatan.

La vemos en diferentes manos y nos identifica desde una postura consumista, pero si nos detenemos un instante, observamos y descubrimos que ante nosotros pasan todos los estratos sociales y lo poseemos como elemento de continencia.

“Aparecen en nuestras vidas en grandes cantidades con el movimiento consumista y las megacadenas de supermercados, que modificaron nuestras costumbres. En un solo lugar encontramos todo lo que necesitamos para satisfacer nuestras necesidades básicas. Nos convoca diariamente indicando que fuimos todos al supermercado, manteniéndose entre nosotros como único indicio de consumo”, conceptualizan las artistas.

El plástico, al no degradarse de manera natural, se encuentra en vertederos, flotando en los océanos o acumulándose en las calles de las ciudades. La bolsa de plástico como símbolo de empaques constituye el 54% de los desechos, está en todas partes y se ha convertido en algo tan fundamental en nuestra vida diaria, que es difícil imaginar vivir sin él.

Esto viene de años, sólo que ahora ya tiene cuerpo y es una isla de basura en el Pacífico del tamaño de México. La nombran el séptimo continente, la isla de basura, la isla tóxica, plastífera.

“Es difícil hacerse cargo de lo que está pasando pero somos los únicos responsables”, es la propuesta que moviliza esta exposición.

La muestra comienza el 6 de abril, a las 20.30, en el Espacio Contemporáneo de Arte Enrique Sobisch, Mitre esquina Libertador, de San Rafael.