La tentación de esconder símbolos en los edificios para que, años o siglos más tarde, se adivinen en sus trazas, es más que conocida. Otra cosa es que se lleve a cabo de verdad o que podamos retorcer la realidad hasta encontrar aquello que busquemos sin el menor atisbo de duda.

Hoy, tengo la atención puesta en las imágenes del Vaticano, he recordado una lectura que vi en algún lugar de la red, afirmando que la planta del Vaticano era en realidad una representación del símbolo de Venus  que representa a la feminidad. Además de las desavenencias cronológicas entre las intervenciones de Bramante en 1506, Miguel Ángel en 1546 y Bernini en 1656 que proyectó la plaza de San Pedro, no me parece que personajes tan dispares, tuviesen en común la idea de meterle el dedo en el ojo al mejor promotor inmobiliario de la época, su mejor cliente que tan buenos encargos les hacía.
La Plaza San Pedro, en el Vaticano, es una de las plazas más famosas del mundo, proyectada nada más y nada menos que bajo la orden del papa Alessandro VIII. En italiano la Piazza San Pietro, es considerada un triunfo de la arquitectura barroca pues no era fácil proyectar una plaza siguiendo las órdenes del Papa: Éste pidió a Bernini que ampliara la plaza de la Basílica, teniendo presente que existían edificios alrededor que no debían ser demolidos y además debía preservar una simetría que se uniera armónicamente a la ya existente Basílica de San Pedro.

La genial solución de Bernini fue realizar un columnado, el más extraordinario jamás construido, que circunda la plaza y traza su forma con dos cuerpos bien distintos: Una parte de forma trapezoidal, que acompañan la vista del espectador hacia la entrada de la Basílica de San Pedro; Y otro cuerpo de forma semi elíptica. Esta Forma tiene un profundo significado simbólico que los que no lo conocen especulan pero según los que saben: Bernini en un dibujo adaptó la Basílica de San Pedro como una figura humana, donde la cúpula representaba la cabeza y el columnado eran los brazos abiertos listos para recoger en sí a los peregrinos y a toda la Humanidad.

Pero, no voy a negar que es frecuente en las obras utilizar los símbolos y los mensajes al futuro, depositar una primera piedra, una cápsula del tiempo o una placa con el nombre de los participantes, promotores, o el tan simple “yo estuve aquí”. Ni mencionar otras imaginativas y alegóricas simbologías que suelen verse por los muros y puertas, fruto de la creatividad mal dirigida de nuestra fuerza productiva. Todos queremos dejar una señal para que quede constancia de nuestro paso por aquí.

A veces me pregunto si de veras los pintores y arquitectos que han perdurado hasta nuestros días dejaban esos símbolos para nosotros o la necesidad de entender sus obras nos ha hecho desarrollar todo tipo de teorías más o menos elaboradas.

Gentileza: Beatriz Genchi  – beagenchi@hotmail.com
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.