Daniel Angelici y Rodolfo D‘ Onofrio tienen posiciones enfrentadas. Boca quiere los puntos y River quiere jugar. Todo sigue en la sede de la Conmebol.
La segunda Superfinal, que todavía no se sabe si se jugará, parece encerrar una paradoja: el final de una relación que nunca pasó de ser un matrimonio por conveniencia
La postergación de la definición de la Copa Libertadores reabrió viejas heridas. Ese sábado 24, después de la brutal agresión al micro que llevaba al plantel de Boca al estadio Monumental, hubo una reunión de los directivos con Alejandro Domínguez (presidente de la Conmebol) en la que se decidió pasar el partido al día siguiente.
Es decir: jugarlo. Lo que se reflejó entonces como un pacto de caballeros tuvo matices no tan caballerescos: una fuerte discusión previa entre D’Onofrio y Angelici, con reclamos de las dos partes. Igual, los tres (Domínguez incluido) firmaron una carta que los comprometía a jugar al día siguiente.
Pero la paz duró un suspiro.
Esa misma noche comenzó a correr la versión (reafirmada luego en un reclamo formal por escrito) de que Boca iría por todo (tras la rebelión del plantel ante su presidente).
Es decir: por la descalificación de River y la Copa ganada en el escritorio. Desde Núñez enseguida hablaron de traición.
En palabras de D’Onofrio: «No hay ninguna posibilidad de que le den por ganado el partido a Boca en el escritorio. Sería una de las más grandes traiciones que puede hacer alguien», dijo el titular riverplatense. Y agregó: «Nos encontraremos con Angelici en Asunción y le preguntaré qué fue lo que pasó desde que nos dimos la mano después de firmar algo en absoluto Fair Play hasta que presentó esa nota en Conmebol. En el vestuario, el sábado firmamos un acuerdo y después nos sorprendimos por la presentación de Boca. River tiene palabra. Nosotros viajamos a Paraguay para que nos den una nueva fecha y jugar en nuestra cancha y con nuestro público esta final, aunque siento una amargura y un dolor por todo lo que pasó».
La respuesta de su par no demoró: «River puede decir lo que quiere, pero yo no filtré el acta. El sábado se hizo un acta, un pacto de caballeros para comprometernos para que se jugara hoy (por el domingo) a las 17 si estábamos en condiciones. Y hoy el acta estaba en los medios. Eso me molestó sobremanera. Me puso la gente de Boca encima».
La guerra declarada muda su escenario a la sede de la Conmebol en la ciudad de Luque, Paraguay. Allí este martes Boca va por los puntos, con una estrategia basada en lo que sucedió en aquel Superclásico del gas pimienta en 2015, cuando la Conmebol castigó al local en función del artículo 18 de su reglamento. Allí River defenderá la idea de jugar la segunda final, plantándose en los artículos 19 y 56, según los cuales para la pérdida de puntos exige que concurran dos circunstancias: a) un incidente grave, cuya responsabilidad pueda imputarse al club; y b) que ese incidente grave hubiere determinado el resultado del partido.
River envió ayer, también por escrito, su posición, agregando además el antecedente de la agresión que recibió el micro de Independiente (sin heridos) en su llegada al estadio Maracaná de Río de Janeiro para jugar la final de la Copa Sudamericana del año pasado. Ese encuentro se disputó y el Rojo de Ariel Holan se consagró campeón.
Con el enfrentamiento declarado, D’Onofrio no se contuvo: «River no se puede hacer responsable de lo que pasa con un micro que traslada al plantel por la Ciudad. Hubo cosas extrañas y la Seguridad no protegió a Boca en ningún momento, los dejó solos». Luego patinó: «La Seguridad de Boca tendría que haber corrido las cortinas de las ventanas, como nos recomiendan a nosotros cuando vamos de visitante. Tal vez hubo algún gesto de un futbolista que generó que alguien se alterara…no lo justifico pero hay que ser cuidadosos».
Ya sin nada que disimular, Angelici tampoco midió sus palabras: «Sostengo y repito que los partidos se ganan y pierden dentro de la cancha, pero no soy el dueño del club, soy el presidente. Los socios querían hacer el reclamo en Conmebol basados en el reglamento y tengo la responsabilidad como presidente de aferrarme al reglamento. Todo está dentro del reglamento».
Muy lejos quedaron recientes imágenes conjuntas, por ejemplo la noche del 4 de noviembre, cuando estuvieron en el programa Debo Decir, de América, para defender la postura de ambos de jugar las dos finales sin visitantes pese a la idea en contrario del presidente Mauricio Macri. Después de argumentar sobre lo inviable que resultaba para ellos la sugerencia presidencial, el conductor Luis Novaresio los empujó a contestar si se jugaría con visitantes. Allí los dos presidentes coincidieron: «No».
Al día siguiente se oficializó la negativa, que a la luz de los acontecimientos pareció la correcta.
O aquella tarde del 9 de noviembre, en la que realizaron una conferencia de prensa acompañados de los presidentes de la Conmebol (Alejandro Domínguez) y de la AFA (Claudio Chiqui Tapia), para transmitir un mensaje pacificador.
Ese día D’Onofrio dijo: «Qué cosa más linda que poder disfrutar y ser parte de esta final. Esto es un juego. En Argentina y en Sudamérica nos diferencia la pasión con la que se vive. El que gana estará feliz y el que pierde habrá jugado la final. Al otro día sigue la vida diaria. Entonces cuando escucho que esto es la vida o la muerte… Es un juego. No nos cambia la vida. Demostremos que el fútbol puede ser un puente de unión. Piensen que el que está enfrente es un rival, alguien que también quiere ganar».
Y Angelici se sumó: «Es una final esperada, no sólo por todos los argentinos sino por todo el mundo. Estamos orgullosos los hinchas de Boca por haber llegado a esta final. Y todos los argentinos debemos estar orgullosos. Hay que disfrutarlo. El que gana se va a quedar con toda la alegría. Y el que pierde, con la tristeza, pero al otro día deberá seguir trabajando».
Fuente:http://jornadaonline.com/deporte/199620-superfinal-la-guerra-continua-en-el-escritorio-y-no-se-sabe-si-se-jugara
Sé el primero en comentar en «Superfinal: la guerra continúa en el escritorio y no se sabe si se jugará»