En cuestión de segundos, el video recorre el mundo. Julio Velasco, el correctísimo, el caballero, le da casi una vuelta olímpica al Palacio de Cultura y Deportes de la ciudad costera de Varna. Entre el trote y los saltitos, hace una seña inequívoca: reiteradas veces levanta el brazo derecho, con el puño cerrado, para coronar el corte de manga con la mano izquierda. Lo hace una, dos y mil veces.

La pérdida de los estribos tiene una razón de ser: Argentina, después de un arbitraje escandaloso que le falló al menos tres veces erróneamente en contra, acaba de ganarle a Polonia, el campeón mundial de voleibol, por 3 a 2. Y depende de un milagro, pero puede pasar de ronda en el Mundial.

El histórico resultado dirá que el triunfo llegó con parciales de 16-25, 25-19, 25-23, 23-25 y 16-14. Habrá tiempo para los análisis más profundos. Para replantear por qué se le pudo ganar a uno de los mejores del planeta -otro éxito entre varios resonantes de los últimos tiempos- luego de perder ante “ganables” como Japón o Bélgica.

Pero todo eso queda de lado, al menos por un rato. Primero, porque cualquier atisbo de pensamiento en frío para los protagonistas se vuelve muy difícil cuando reaparecen los fantasmas.

Argentina va de menor a mayor y, pese a perder el primer set sin ofrecer mayores respuestas, se recupera para ponerse incluso dos sets a uno. La potencia no se rinde y llega a la igualdad.

Entonces hay tie break. Sin demasiadas presiones para Argentina, que entró a la segunda fase por la ventana y casi eliminada sin haber comenzado el grupo H. Con una mayor obligación del lado polaco, que se juega el pase a la próxima ronda con otros poderosos como Francia y Serbia.

Como pasó contra Italia, otra vez llegan las pésimas decisiones de un juez en momentos determinantes. Esta vez, con un manto de suspicacias encima. Porque en dos situaciones similares, el árbitro dominicano Yuri Ramírez cambió el fallo y dio los dos puntos para Polonia cuando se los había otorgado a Argentina.

En ambos casos incluso costó entender qué había visto para proceder a la modificación. José Luis González, opuesto de la Selección, lo explicó desde Varna tras la emoción: “Cuando apoyás la pelota sobre el bloqueo y seguís el movimiento, si tu mano sigue tocando la pelota cuando salió del bloqueo sos el último en tocarla y entonces la tiraste afuera. Eso fue lo que cobraron”. Claro: los tantos habían sido legítimamente ganados por el equipo de Velasco.

Sobre el final, habrá que decirlo, un punto que pudo darle el partido a Polonia fue fallado en favor de Argentina por una “llevada” que dio toda la sensación de no ocurrir.

Los reclamos de ambos lados no se hicieron esperar y el clima se tensó a más no poder. El final, con tres pelotas de partido en contra salvadas, fue la explosión pura. La rotura de un invicto polaco de 12 partidos y el primer triunfo ante ese rival en 16 años.

Al borde de las lágrimas, González dejó fluir las emociones y habló en nombre del grupo: “Dejamos todo para que se sientan orgullosos en Argentina. Todos tenemos adversidades y varios no pasamos por nuestro mejor momento personal, pero acá pensamos sólo en la camiseta. A veces alcanza, otras no, pero damos todo. Así queremos que nos recuerden”.

Mañana el equipo (con González y Tomás López presumiblemente afuera luego de un choque entre sí que los dejó golpeados) volverá a intentar la heroica a las 11 frente a Serbia. ¿Y por qué no intentarlo y hacerlo otra vez?