La profesora Veena Sahajwalla en su «mina» electrónica. La mina de la profesora Veena Sahajwalla en Australia produce oro, plata y cobre. Y no hay ni una pala o pico a la vista.
Según una investigación publicada recientemente en la revista Environmental Science & Technology, un tubo de rayos catódicos de un televisor contiene alrededor de 450 gramos de cobre y 227 gramos de aluminio, así como 5,6 gramos de oro.
Mientras una mina de oro puede generar 5 ó 6 gramos del metal por tonelada de materia prima, esa cifra aumenta hasta los 350 gramos por tonelada cuando la fuente es un aparato electrónico desechado.
Los datos aparecen en un estudio conjunto de la Universidad Tsinghua de Pekín, una de las más prestigiosas de China, y la Macquarie en Sídney.
Académicos de ambos centros estudiaron los datos de ocho compañías de reciclaje en China para calcular el coste de extraer los materiales de desechos electrónicos.
Los gastos incluyen la recogida de los residuos, la mano de obra, la energía, materiales y transporte, así como el coste capital de los equipos de reciclaje y sus instalaciones.
Cuando estos costes, sumados a los subsidios que otorga el gobierno chino al reciclaje, fueron tomados en cuenta, los académicos comprobaron que la minería tradicional era 13 veces más cara que la minería electrónica.
«La minería electrónica y la producción de lingotes de metal puro de los residuos electrónicos de cobre u oro promete ser un negocio muy rentable», dice el profesor John Mathews, de la Universidad de Macquarie.
«Los primeros que comiencen con estas prácticas serán seguramente especialistas en metales, especialmente pequeñas empresas de emprendedores que son conscientes de la escala del problema de los residuos electrónicos».
De hecho, la cantidad de residuos de ese tipo que se genera sugiere que las oportunidades de negocio para el reciclaje aumentarán.
La Unión Internacional de Telecomunicaciones, una agencia de Naciones Unidas, estima que alrededor de 45 millones de toneladas de residuos de aparatos electrónicos se generaron en 2016.
Y se espera que esa cifra alcance las 50 millones de toneladas para 2021.
Tan solo en 2016, 435.000 toneladas de celulares fueron desechados, pese a que contenían materias primas calculadas en hasta US$11.000 millones.
En un momento en el que China está deteniendo las importaciones de residuos electrónicos para el reciclaje, hay una creciente presión desde la Unión Europea (UE), Estados Unidos, Australia o Japón para encontrar soluciones por sí mismos.
Un proyecto fundado por la UE denominado Prospección de Materias Primas Secundarias en Minas Urbanas y Desechos de Minería (ProSUM) fue diseñado para ayudar a permitir que empresas comerciales rastreen los materiales disponibles para la minería de vehículos desechados, baterías u otros equipos electrónicos.
«Estamos ahora en la fase experimental en Europa», explica Kees Baldé, de la Universidad de Naciones Unidas.
«Hay muchos emprendedores comenzando nuevos negocios basados en la nueva minería urbana, por ejemplo, acercando la demanda y la oferta de reciclables con nuevas tecnologías y mercados virtuales».
Robots
Mientras la minería tradicional requiere mucha mano de obra, la electrónica puede ser automatizada.
En la microfábrica de la profesora Sahajwalla, por ejemplo, se usan robots para identificar y separar las partes que se pueden usar.
La experta explica que los residuos electrónicos pasan por una suerte de línea de producción.
«Los aparatos desechables son puestos en un módulo para romperlos primero. En el siguiente módulo, interviene un robot que extrae lo que se pueden utilizar», explica.
«Otro módulo utiliza un pequeño horno para separar las partes metálicas en materiales de valor, mientras otro convierte el plástico en una fibra apta para la impresión 3D».
Incentivos a consumidores y fabricantes
En medio de toda esta innovación, Apple está tratando de atajar las críticas de que sus celulares son difíciles de reciclar con una reciente demonstración de un robot -llamado Daisy- que puede desmontar hasta 200 iPhones por hora.
Daisy puede manejar nueve modelos diferentes de celular, separando las partes y quitando los componentes que aún pueden tener uso.
El profesor Mathews dice que cada vez más fabricantes deberían hacer el esfuerzo de asegurarse de que sus productos pueden servir para la minería electrónica al final de su vida útil.
«Una de las mejores políticas de apoyo a los desechos electrónicos sería el pago de un depósito a los consumidores que devuelvan sus productos como los celulares en puntos de colección», considera.
«También podrían haber incentivos que se paguen a los fabricantes para que hagan sus productos más fáciles de desmontar».
Actualmente, la mayor parte de la atención recae en los sets de televisores, ya que hay una gran acumulación de estos productos, aunque en el futuro la fuente más común de desechos electrónicos serán los celulares.
«Ahí es donde se debe poner el foco», insiste el profesor Mathews.
En un estudio publicado el año pasado, Greenpeace calculó que los residuos electrónicos de la producción de smartphones llegaron a las 3,3 millones de toneladas en 2014.
El iridio
Los teléfonos normalmente contienen 60 elementos de valor, incluido el iridio, que se usa en la tecnología de las pantallas táctiles.
El suministro de iridio, extraído principalmente en minas de China, ha sido bajo, por lo que su precio ha estado aumentado de forma continuada durante meses.
Sin embargo, algunos proyectos de minería electrónica, como RecEOL, una iniciativa lanzada recientemente en Irlanda, pueden recuperar el iridio de productos desechados, junto a otros como el tántalo.
Todas estas oportunidades seguramente harán que la minería electrónica sea aún más rentable en el futuro.
Pero el boom puede ser limitado.
Adam Read, director en una de las mayores compañías de reciclaje británicas, Suez UK, destaca que las empresas electrónicas siempre encuentran la forma de usar materiales de menor valor en sus productos.
El valor real para los «mineros electrónicos» está en los productos antiguos, por lo que «puede ser más caro trabajar con la próxima generación de productos electrónicos, pues tendrán menos valor que recuperar».
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