La mayor inserción internacional de los vinos argentinos se basa en una mayor especialización productiva. Desafíos de precio.
Si bien a nuestros vinos los consideran “del nuevo mundo”, la industria vitivinícola argentina tiene más de 200 años, señaló el Ing. Agr. Marcelo Belmonte, director de desarrollo vitivinícola de Trapiche, una de las bodegas de alta gama del grupo Peñaflor. Y para recorrer la historia del vino nacional habría que remontarse más atrás aún. Se dice que las primeras vides llegaron con el segundo viaje de Cristóbal Colón. Y desde México y Centroamérica fueron expandiéndose hacia el sur hasta llegar a Perú, luego a Chile y después a la región de a aquel Nuevo Mundo que después se llamaría Argentina.
Para ahondar eb aspectos que hacen a una industria nacional competitiva por la calidad de productos en los mercados más importantes del mundo, conversamos con especialistas como el Ing. Belmonte y Francisco Do Pico, expertos del Grupo Peñaflor.
El requisito de este cultivo era simple, se afianzaban allí donde hubiera tierra fértil. Desde un principio Mendoza fue una de las zonas más pródigas y desde su fundación producía y comercializaba vinos. Si bien todavía faltaba mucho tiempo para pensar en cepas finas o la industrialización de la actividad, el vino comenzó a generar un movimiento económico de cierta relevancia. Sorteando las dificultades que presentaban la conservación y el transporte del vino, se fue desarrollando un oficio que se vislumbraba como una actividad económica. Poco a poco la actividad se fue expandiendo a otras regiones y con la llegada de los inmigrantes europeos el vino se terminó de afianzar en la cultura nacional.
La industria vitivinícola atravesó grandes dificultades a lo largo de todos estos años, finalmente en la década de 1990, de la mano de ingenieros agrónomos, enólogos y bodegueros se comenzaron a realizar grandes mejoras. Reconversión de viñedos e implementación de nuevas tecnologías, lo que permitió dar un giro y ponerlos a la altura de los grandes vinos internacionales y hacernos reconocidos en el mundo.
El vino siempre formó parte de la cultura nacional, hubo períodos donde se consumía 90 litros per cápita (años ’90), actualmente el consumo no alcanza a los 20 litros anuales consecuencia no solo de los cambios de hábitos sino de la introducción de otras bebidas masivas.
En la viña hay actividad todo el año. Hay una época particular en la que se realizan las plantaciones, la poda, momentos de raleos (en ocasiones se quitan hojas y racimos a la planta con un fin específico) y cosecha: “La tan famosa y venerada vendimia”. La época de vendimia es uno de los momentos más activos de la industria, es el momento de la verdad, la que definirá la calidad de los vinos y la cantidad de uva.
En Argentina, la vendimia suele comenzar en el mes de febrero o principios de marzo y se extiende hasta abril en las regiones más frías.
«Como toda industria que depende de factores como las heladas, lluvias y/o granizos, suele tener sus desafíos. Nos da grandes satisfacciones, pero también algunos disgustos», señala Belmonte. Y agrega: «Prueba de ello fue la última vendimia, la cosecha 2017, en la que, a causa de los factores climáticos, fue la cosecha más corta en 50 años. Eso se traduce en uva escasa para poder producir la cantidad de vinos demandada, sobre todo en vinos de precio medio y bajo, pero en contraposición nos dio una gran calidad para la elaboración de vinos de alta gama».
Para esta vendimia 2018 que está comenzando, Belmonte, explica: “…si bien estamos al inicio, los informes parciales son prometedores y los rendimientos son superiores a los últimos dos años, lo que se cree llevará a obtener una de las producciones más históricas de nuestro país…” Lo cierto es que más allá de las condiciones climatológicas y los desafíos macroeconómicos que se ha presentado en la evolución de la Industria, la vitivinicultura argentina en la última década ha demostrado sorprendentes avances. Vinos que de manera exitosa compiten en todo el mundo posicionando entre los mejores, siendo hoy un atractivo en calidad compitiendo con los grandes productores como Francia, Italia, España, Nueva Zelanda, Australia o Estados Unidos.
Mejoras técnicas en bodegas y viñedos
La inserción internacional de los vinos argentinos en los principales mercados del mundo no es casual, sino consecuencia de una mayor especialización productiva y los grandes avances tecnológicos que se han realizado en viñedos y bodegas.
Para alcanzar calidad en el producto final, fueron determinantes los grandes avances tecnológicos que se han realizado en viñedos y bodegas.
“Cada vez más es necesario un mayor entendimiento de los terroir vitícolas y microterroirs. Terroir es un concepto clave en viticultura que es ampliamente aceptado por ser el factor de mayor incidencia en la calidad y estilos de vinos de alta gama. Sus estudios son complejos ya que este concepto también lo es: engloba variaciones de suelo, clima y sin duda la influencia del hombre en los aspectos de manejo del viñedo y elaboración enológica. Desde hace ya algunos años se comenzaron a realizar nuevas prácticas en viñedos: se han instalado estaciones meteorológicas, para medir el estrés hídrico de las plantas. Se realizan mapeos y conductividad de suelo, calicatas por zonas (cortes de suelos) que permiten tener un análisis más específico de las capas subterráneas de la tierra y sondeos de barrenos de suelo. Todo esto ha permitido especializarse y realizar innovaciones…”, explica el Ing. Belmonte.
Vinos con influencia marítima
La innovación es un factor clave para la evolución de la industria; ejemplo de ello, son los viñedos ubicados en Chapadmalal, a sólo 6 kilómetros del mar, una zona impensada para la producción vitivinícola hasta su descubrimiento.
Transcurría el verano de 2007 cuando Daniel Pi, Director de Enología y Marcelo Belmonte, emprendieron un proyecto que cambiaría el statu quo de lo conocido hasta el momento en vitivinicultura argentina: Trapiche Costa & Pampa, la única bodega de influencia oceánica del país. A través la utilización de técnicas que permiten la inspección directa del suelo, denominadas calicatas, se pudo determinar que bajo una capa superficial de tierra negra hay un estrato calizo de tosca y un estrato de arcilla, es decir, un suelo rico y apto para la vid. Al mismo tiempo, se instaló una estación meteorológica automatizada para poder tener registros de las condiciones del lugar. Una vez completada la etapa de reconocimiento y estudio del lugar, a fines de 2007 se plantaron 10 hectáreas de diversos varietales en espalderos altos con una separación de tres metros entre sí para sembrar entre ellos gramíneas que absorben la humedad del suelo generada por los 900 milímetros que promedian las lluvias anuales. Entre las variedades plantadas predominantes se encuentran el Pinot Noir y el Chardonnay. Posteriormente se completó la plantación con hileras experimentales de Sauvignon Blanc, Riesling, Gewürtztraminer, Merlot, Cabernet Sauvignon y Malbec. En 2012 se obtuvo la primera cosecha y se pudo realizar así la primera elaboración de estos vinos con influencia oceánica”.
En la mirada de los críticos internacionales
Estos grandes avances, conocimientos profundos del terroir, las regiones climatológicamente variables, el nivel de investigación en suelos y al mismo tiempo la riqueza de la diversidad que ofrece nuestro país más allá del Malbec, marcan un camino sólido que posiciona a nuestra región bajo la mirada de los más expertos.
Críticos como James Sackling, Tim Atkin, Robert Parker, entre otros, o como los 40 Master Wines que han visitado recientemente nuestras regiones nos han dado la oportunidad de ser incorporados en mercados tan competitivos como: Estados Unidos, Reino Unido, países escandinavos, entre otros.
Con presencia internacional en más de 100 países, Grupo Peñaflor hoy está ubicado entre los 10 productores más importantes del mundo, (Fuente Euromonitor 2017) liderando la categoría de vinos argentinos en 65 países.
Los principales mercados en los que participa el Grupo Peñaflor son: Reino Unido, Canadá, Estados Unidos, Países Bajos, Brasil, Alemania, Perú, Dinamarca, Suiza, Irlanda.
Promoción internacional, una necesidad
Francisco Do Pico, Director de Relaciones Institucionales de Grupo Peñaflor, explica que, si bien la producción y el consumo mundial de vino se han mantenido prácticamente constantes entre 2000 y 2016, las exportaciones de vino crecieron el 3,5% en ese período. En el caso de Argentina, entre el año 2002 y 2012 las exportaciones tuvieron una gran evolución, si se hubiese mantenido ese ritmo de crecimiento hoy estaríamos exportando más que Chile (país que exporta 2 mil millones de dólares y representa el 6% de las exportaciones mundiales). Además agrega: “Si bien las exportaciones de Argentina de vino fino embotellado, se han mantenido estables en 800 MM de USD desde el año 2010, hemos “premiunizado” la calidad. El desafío que tenemos como país en exportaciones, es llegar a la góndola a 6 dóláres, que es el precio del vino más consumido en el mundo, hoy Argentina está en 10 dólares. Nuestros grandes competidores, como Chile, Australia, Francia, Italia o España acceden sin aranceles a los principales mercados e invierten muchos más recursos públicos en promoción”.
Y finaliza Do Pico:: “Sabemos que los problemas macroeconómicos afectan a todos los sectores del país, lo importante es ver cómo nos hacemos más competitivos. Para ello estamos trabajando en equipo junto al sector público para mejorar la competitividad del sector”.
Fuente:https://www.clarin.com/rural/avances-cultivo-vid_0_H1SBMERgm.html
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