En estado de shock y sin tener ni idea sobre el aspecto agrícola del negocio, Therese y Ad pensaron en darse por vencidos. «Sobre todo al principio hubo muchos momentos en que pensé: ‘Olvidémonos, no hay manera'», recuerda Van Vinken.
Pero después de haber gastado cientos de miles de euros en subsidios, sabían que debían seguir adelante. Y la muerte de Marc fue un aliciente importante.
Una revolución
Hoy día ya han vendido su primera máquina comercial a un granjero en Francia. La versión de tres hileras es capaz de reemplazar a entre 70 y 80 recolectores. «Es la primera cosechadora selectiva que existe en el mercado», dice Ad Vermeer. «Estoy segura de que será la primera de un nuevo tipo de máquinas y habrá muchas más máquinas de de recolección selectiva en el futuro».
Para «ver» los espárragos, el robot inyecta una señal eléctrica en la tierra. Los sensores cavan a través del suelo y captan la señal a medida que se acercan a los espárragos. «Los espárragos, de hecho, conducen la señal eléctrica porque hay mucha agua allí», explica. «Básicamente, la diferencia entre el agua que contienen los espárragos y la que tiene la arena hace que podamos detectarlos».
El robot de Cerescon es una de las máquinas que se están desarrollando en el mundo para reemplazar los trabajos más delicados de los agricultores.
«Con el paso de los años, estamos viendo muchas tareas que son asumidas por los robots», dice Rick van de Zedde, de la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos, donde están desarrollando soluciones automatizadas para trabajos en el sector del suministro de frutas y verduras.
«Si nos fijamos en la manera en que se desarrolla la producción agroalimentaria actual, vemos que hay escasez de mano de obra, pero también faltan de personas motivadas o capacitadas», dice Van de Zedde.
Cómo funciona la cosechadora de espárragos de Cerescon
El problema es que muchos de los trabajos son «repetitivos y bastante aburridos», explica, pero requieren un manejo hábil cuando se trata de flores y plántulas delicadas. Pero incluso en esos casos, los robots están aprendiendo a adoptar un toque suave.
Tecnología para plantar flores
Dentro de la fábrica de Florensis, uno de los proveedores de flores más grandes de los Países Bajos, se escucha con fuerza el sonido de robots trabajando duro. Colocar los esquejes en macetas diminutas es algo que debe hacerse con mucho cuidado y suele ser un trabajo que hacen los humanos.
Hay una fila de mesas manejadas por humanos, pero también seis máquinas autónomas en el otro lado del almacén. Estas máquinas pueden plantar hasta 2600 esquejes en una hora. Un humano capacitado para ello podría gestionar entre 1400 y 2000. Y la máquina no se cansa, raramente se rompe y planta a la misma profundidad todo el tiempo.
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