Una nueva generación de soldados se prepara para le guerra. No se trata de la nueva hornada de los marines americanos en la base de Camp Pendelton ni de los famosos spetsnaz del ejército ruso en las montañas de Krasnodar. Estos nuevos soldados nunca conocerán un sargento de hierro que les prepare para el fragor de la batalla entre insultos ingeniosos y tantas de flexiones. Esta nueva generación de soldados llamados a lograr una nueva hegemonía en la guerra moderna se entrena en laboratorios de I+D de universidades y empresas donde investigadores en Inteligencia Artificial trabajan a contreloj en la que ya es la carrera armamentística del futuro: los robots autónomos de combate.
«Quién controle la inteligencia artificial, controlará el mundo«. Esta frase del presidente ruso, Vladimir Putin, evidencia la importancia de esta tecnología que crece de forma silenciosa e inadvertida. «La inteligencia artificial es el futuro, no solo para Rusia, para toda la humanidad», afirmó.
Además de lograr una superioridad militar, reducir las muertes en combate y evitar el estrés postraumático, la drogadicción y otras dolencias que experimentan los soldados que vuelven a casa tras una guerra es un planteamiento atractivo para gran parte de la opinión pública.
Sin embargo, un grupo de académicos liderados por el sudafricano Elon Musk y el británico Mustafá Suleymanm lideran un grupo de empresarios y académicos vienen haciendo lobby durante años para la prohibición de armas autónomas y para el uso de la inteligencia artificial con fines militares.
Un tema que desde el lunes 9 de febrero se viene discutiendo la sede de la ONU de Ginebra, donde un grupo de expertos de varios países debaten sobre la posibilidad de prohibir o restringir el uso de la inteligencia artificial aplicada a la guerra.
Sin embargo, pese a las manifestaciones de académicos y empresarios del sector, las grandes potencias parecen dispuestas a explorar al máximo el potencial que ofrece la combinación de armamento e inteligencia artificial.
Además, del interés de Rusia, Estados Unidos sostiene que debería fomentarse la innovación en este campo para reducir el número de bajas civiles en las guerras. Por otro lado, Francia y Reino Unido tampoco se muestran a favor de apoyar la prohibición de las armas autónomas guiadas por inteligencia artificial. Los únicos países que se muestran contrarios a esta iniciativa son un grupo de países no alineados liderados por Venezuela que piden que «todas las armas, incluidas aquellas con funciones autónomas, permanezcan en todo momento bajo control y supervisión humana«.
Un negocio boyante
El empleo de inteligencia artificial con fines militares es un negocio boyante que, según un estudio elaborado por la International Data Corporation pasará de mover 91.500 millones de dólares en 2016 a 188.000 millones de dólares en 2020.
Por el momento no existen robots de combate totalmente autónomos aunque, al más puro estilo de la guerra fría, las distintas potencias trabajan a contrarreloj en el desarrollo de prototipos.
Sin embargo, algunas armas de estas armas sí que se encuentran en un estado de desarrollo más avanzado. Por ejemplo, Estados Unidos está desarrollando el X-47B, un avión de combate sin tripulante ni cola capaz de despegar y aterrizar en condiciones climáticas adversas y de repostar en vuelo.
Otras de los prototipos desarrollados por los norteamericanos es el Sea Hunter, un barco capaz de permanecer de forma autónoma durante meses en alta mar con capacidad ofensiva contra otros barcos y submarinos.
En el caso de Israel, su desarrollo más notable hasta la fecha es Cúpula de Hierro. Un sistema antimisiles autónomo capaz de derribar en vuelo cohetes y proyectiles de artillería lanzados contra su población civil que, hasta la fecha, cuenta con una tasa de éxito del 90%.
Por su parte, el Reino Unido trabaja en una línea de aviones no tripulados llamados Taranis que, aunque por el momento no llevan armas, son susceptibles de armarse en el futuro.
Rusia trabaja en el desarrollo de sistemas de combate autónomos dotados de inteligencia artificial para tierra, mar y aire de los que afirma que tienen un mejor rendimiento que sus soldados humanos. Entre ellos destacan prototipos terrestres como Nerehta o los de la empresa Kalashnikov, capaces de elegir objetivos por sí solos.
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