Siempre he tendido ha hablar más en tercera persona, pero el tema de hoy es algo que me toca personalmente, por lo que es mejor que lo haga por mí mismo. No lo hago en nombre del partido, no lo hago en nombre de otra persona; solo soy yo
Entusiasmado decidí volver a militar en un partido político, intentando ejercer mis derechos y hacer algo para, aunque sea, ayudar desde mi posición. La primera actividad sería la marcha del 24 de Marzo, Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, una fecha representativa que conmemora el aniversario del último golpe cívico-militar que sufrió el país.
Analizándolo desde esta perspectiva, decidía marchar por la felicidad de ser libres, pero sobre todo por un “nunca más” y por recordar a aquellas víctimas del gobierno de facto. Sin embargo, nos damos cuenta de que no son más que retazos de una falsa libertad. Un país en el que reina la intolerancia, la falta de autocrítica y el desinterés por crear una sociedad mejor y unida. ¿Por qué sucede esto? Porque nos damos cuenta de que, frente a eventos como éstos, marchas en las que absolutamente todos los argentinos tenemos derecho a participar, nos vemos coartados en nuestra libertad. Por años los organismos de Derechos Humanos (claramente politizados) y las agrupaciones de izquierda han pretendido tener el monopolio de la lucha por la democracia, olvidando que esta fue de carácter nacional y no simplemente de un partido.
Esto ha posicionado a algunos sectores políticos y no políticos, que disienten en algunos aspectos con los mencionados organismos y agrupaciones, en un lugar en el cual no se les permite marchar por el «nunca más» y por la democracia argentina, y, en caso de hacerlo, son avasallados con cánticos que manifiestan a las claras la intolerancia ante el que piensa distinto y pone de manifiesto que la intención subyacente no es precisamente la reafirmación de la democracia y el recuerdo de las personas que perdimos a causa de la dictadura.
El 24 de marzo, día en que conmemoramos una de las épocas más oscuras para la sociedad argentina, nos encontramos envueltos entre retazos de una falsa libertad. Irónicamente son los opresores los que celebran que ya no existe opresión.
Incluso mientras escribía esto no quise decir el partido para no generar una especie de persecución, pero esto sería limitar mi derecho a la libertad y darles el derecho de decidir por nosotros a quienes nos oprimen. El partido al que pertenezco y hoy se ve afectado, junto con otras agrupaciones, es la Unión Cívica Radical. Decidí militar allí porque son el ícono de la democracia y la libertad en nuestro país, y justo nosotros somos quienes no podemos manifestarnos, lo que nos demuestra que lejos estamos de poder festejar un verdadero 24 de marzo.
Gentileza: José Teruel-Analista Internacional
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