El crecimiento de la actividad y el atraso cambiario impulsan las compras en el exterior, como ocurrió en 2017. Indumentaria, textiles, calzados, anteojos, entre otros, complican a los sectores más sensibles.
Por lógica, cuando se arrojan cosas al aire estas caen debido a la ley de gravedad. Del mismo modo, en una economía que crece, el consumo de bienes producidos localmente sube tanto como el de los importados. Es imposible que un país cuya actividad esté en expansión, no demande a su vez más importaciones.
Y ese principio también alcanza a la Argentina, que el año pasado creció cerca del 3% más allá de que el tipo de cambio de $17,5 por dólar que rigió a lo largo de todo el período haya sido un estímulo a comprar de afuera. En los 12 meses del 2017, las compras del exterior sumaron u$s 66.899 millones, cifra que explica un incremento del 19,7%.
Por su lado, las exportaciones aportaron u$s 58.428, lo que dejó un déficit récord histórico de u$s 8471 millones. Y si bien no es por echarle la culpa a un sector en particular por el rojo comercial, de acuerdo con estimaciones de las consultoras Investigaciones Económicas Sectoriales (IES) y Desarrollo de Negocios Inrternacionales (DNI), las importaciones de máquinas y aparatos eléctricos y también las de automóviles estuvieron entre los productos que más empujaron el déficit comercial.
En rigor, el año que pasó, el país comenzó a comprar de todo, no solo automóviles. El INDEC informó que las importaciones de bienes de capital aumentaron 23%; las de intermedios, 15,2 %; combustibles y lubricantes 15,8 %; piezas y accesorios para maquinarias, 14,3 %; y bienes de consumo, 20,9 %. Pero las compras de vehículos automotores pegaron un salto de 40,9%, esto es, poco más de 20 puntos por encima del promedio.
IES detalla en su último reporte sobre el sector automotor que «las compras externas crecieron un 48,4% en unidades, al adquirirse 699.051 automotores». Puntualiza que «de las ventas al mercado interno, el 70,9% fue provisto independientemente de la producción local». Y aclara que «las compras externas en valores el año pasado, alcanzaron un récord histórico de u$s 8519 millones», con un importante avance del 43,3% con respecto al año 2016.
De acuerdo con el reporte de la consultora, en 2017 el incremento de las importaciones se dio tanto en unidades como en precios, y por ello el déficit de balanza sectorial pasó a u$s 3560 millones desde los u$s 1678 del 2016, con un incremento del 112%.
Las cifras en la Argentina coinciden sorprendentemente con las de la industria brasileña. El año pasado la producción de Brasil creció 25%, con un total de 2,69 millones de unidades. Las ventas al mercado interno crecieron apenas 9%, y las exportaciones 46%… y ya se sabe hacia dónde fueron esos autos. A fines del año pasado, directivos de la Asociación de Concesionarios de Autos de la República Argentina (ACARA) habían deslizado una queja contra las terminales, porque decían que estas les obligaban a vender un cupo determinado bastante elevado, lo cual hacía que para cumplirlo tuvieran que armar planes especiales y descuentos, que al final de la vuelta, no les dejaban márgenes de ganancia aceptables. Básicamente, en 2017 la industria brasileña renació tras tres años de caídas, gracias a las compras desde la Argentina.
El 2018 puede que sea algo diferente. Los analistas entienden que la economía del país más grande del Mercosur va a mejorar, y con ello la demanda interna, con lo cual disminuirá la urgencia exportadora. Preocupado por ello, el Gobierno argentino tomó nota y revisa si las terminales cumplieron con el flex, el acuerdo que determina que por cada dólar que exporta la Argentina en autos, Brasil puede mandar 1,5. Es probable que no se haya cumplido, lo cual daría pie a sanciones y multas.
Pero en la Argentina del tipo de cambio atrasado, las importaciones de autos no lo son todo. Las compras externas de bienes de consumo no representan más del 13,4% del total de la torta importadora, idéntico al 2016. Si se compara con el 2015, eran el 11% y contra el 2014, el 10%. Se podría decir que en el global, es irrelevante y que, por lo tanto, no se está ante la presencia de una ola invasora como advertían espantados algunos economistas «heterodoxos».
Los sectores afectados
En tres años las importaciones del bienes de consumo crecieron 3,4 puntos en la torta. El problema es que ese segmento afecta a las denominadas industrias productoras de «bienes sensibles», porque para su elaboración se requiere de mano de obra intensiva. Simplemente por ello, al asumir la gestión de Cambiemos, el ministro de la Producción, Francisco Cabrera, procuró mantener algunos dispositivos de preservación de esos sectores. Cuero, marroquinería, calzados, juguetes y textiles, entre ellos.
Una de las primeras medidas que se adoptaron fue pasar del ilegal régimen de Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI) inventado por el ex secretario de Comercio Guillermo Moreno, al de Licencias No Automáticas (LNA), previstas en las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Cabrera se encontró con 600 productos protegidos por esa vía, y los llevó a 1600. Luego, hace un par de meses, anunció la eliminación de unas 400 LNA, debido a que en muchos casos no eran necesarias, ya que tocaba a productos que ni siquiera se hacían en el país.
La nueva política es ir hacia mecanismos un poco más sofisticados, que operan en el límite de la legalidad internacional, y que suelen ser usados por la mayoría de los países. Se trata de exigencias de normas técnicas y sanitarias. Las LNA logran el cometido de retrasar importaciones por un tiempo, unos tres meses, pero luego cuando se «arma la cadena» y empiezan a liberarse los trámites en las aduanas, es como si no existieran.
En medio de ello, en agosto del año pasado, la Aduana desactivó el único monitor en tiempo real que había para controlar las importaciones en forma diaria. Es lo que cámaras empresarias, como la Confederación Económica de la Provincia de Buenos Aires (CEPBA), denomina «apagón estadístico». Su presidente, Guillermo Siro, dice a El Cronista: «No tenemos la posibilidad de tener un monitoreo». El empresario bonaerense lamenta que «lo que hay ahora es un informe trimestral y uno anual, pero eso es como enterarnos del fallo cuando la sentencia ya está dictada. Es como no darte cuenta que viene el tren. No podemos prevenir el impacto», grafica.
El titular de CEPBA recrimina que «con el otro gobierno siempre pudimos controlar», aunque no siempre esa relación era sencilla. «A veces nos ponían un control de contenedores a las seis de la mañana, pero por lo menos lo hacían», dice Siro. El empresario usa de ejemplo el caso de la marroquinería. «El problema es de cantidad de unidades», dice el presidente de CEPBA. De acuerdo con sus datos, los importadores pasaron de 300 a 800 en 2017 y denuncia que «la cantidad de productos importados se triplicó, pero no crecieron los montos importados, con lo cual uno puede inferir o que los precios internacionales bajaron o que están subfacturando».
Siro se inclina por la segunda de las opciones. El empresario advierte que «están entrando carteras a u$s 4, 10 y 20». Y con relación a los controles en la Aduana, señala que «antes podíamos ver si lo declarado por el importador correspondía con la realidad del producto, ahora no». El presidente de CEPBA sostiene que «en productos escolares, como cartucheras y mochilas, ya no queda nada nacional».
Miguel Ponce, titular de Centro de Estudios para el Comercio Exterior del Siglo XXI, afirma que «la matriz de las importaciones en la Argentina es netamente productiva» y sostiene que «por cada punto de crecimiento de PBI crecen tres puntos las importaciones». De ese modo, se explica que crezcan las compras de maquinarias, de repuestos, bienes intermedios y lubricantes, del mismo modo que los bienes de consumo.
«El presupuesto indica que este año el PBI va a crecer 3,5% y eso deja un piso de las importaciones de no menos de 10 puntos de PBI para este año», estima Ponce. El especialista en comercio exterior recuerda que desde su centro de estudios «hace tres años venimos diciendo que la Argentina se tenía que preparar para dos o tres años de balance negativo del comercio exterior». Para Ponce, «el rojo que ha tenido la Argentina el año pasado de u$s 8400 millones ha sido histórico» y eso se debe, a su criterio, a que «el proceso de la agenda de competitividad va atrasado».
Competitividad en jaque
«Es alto el costo de la logística, el costo del transporte, el costo de la tasa de interés», indica el especialista, quien no menciona al tipo de cambio como factor clave. Ponce también ensaya una explicación a las razones por las cuales el titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), Alberto Abad, decidió dar de baja al monitoreo diario de importaciones.
«Hay versiones de que no querían informar para no alertar a las cámaras empresarias para que no vayan a pedir Licencias no Automáticas», comenta el especialista, quien califica de «paradójico» que el gobierno de Cambiemos, ubicado en el espacio del libre comercio, haya incrementado las LNA al llegar al poder.
«En términos relativos, tenemos un nivel de protección superior al de Brasil, Chile o Uruguay», manifiesta Ponce, quien además advierte otro problema. Casi por efecto secundario, un conflicto sindical muy importante, como es el del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), comienza a afectar a las importaciones. «El conflicto en el INTI está afectando al comercio exterior. El organismo interviene en metrología y certifica calidad, como por ejemplo, que el plástico de los juguetes que los chicos se llevan a la boca no sea contaminante», señala. Por otro lado, el titular del Centro de Estudios para el Comercio Exterior del Siglo XXI tampoco descarta que se estén produciendo maniobras con las importaciones.
«Es muy posible que haya subfacturación, por eso hay que tener cuidado en la letra chica de los acuerdos que se están negociando con la Unión Europea», sostiene. El especialista manifiesta el temor de empresarios locales a «triangulaciones». «Que no vaya a ser que lleguen productos que dicen que son italianos y provengan de China», apunta. También considera absurdo que «ingresan cintos con cuero argentino al valor más bajo que el costo local, lo cual debería dar lugar a un investigación por dumping».
Raul Zylbersztein es presidente de la Federación Económica de la Ciudad de Buenos Aires (FECIBA) y marroquinero y comenta, sorprendido: «Lo que nunca había pasado es que seamos importadores de cuero. Importábamos marroquinería de otros materiales, pero no de cuero». El empresario precisa que se trata de productos provenientes de China e India que no tienen LNA y que por lo tanto, le están pidiendo a Cabrera que las ponga. Admite incluso que «no son productos con dumping, sino que nosotros tenemos condiciones de competitividad malas. Tenemos problemas de costos», dice. También denuncia: «Perdimos todos los controles» y «tenemos un apagón estadístico, y lo que podemos saber es por el mercado». Zylbersztein estima que las exportaciones de cuero de la Argentina rondaban los u$s 100 millones, y que ahora cayeron a un 10 por ciento, mientras que las importaciones del sector se ubican en los u$s 70 millones.
«Esto no solo afecta a textiles y calzados, también en anteojos, gafas, tintas gráficas, tornillos. Perdimos capacidad de competir, que antes había», dice el empresario. Y ensaya una crítica de ese período, al señalar que «hasta 2008-2009 había condiciones para competir, pero nos quedamos solo con el tipo de cambio y el tipo de cambio se acaba». Fue lo que no se hizo. No se trabajó en una red ferroviaria, ni en una reforma impositiva. Nos fuimos quedando sólo con el mercado interno porque había protección, ahora no tenemos ni mercado interno ni protección», lamenta Zylbersztein.
En textiles existe un panorama similar. De acuerdo con la consultora IES, en el acumulado a octubre del año pasado, las importaciones legales y registradas de indumentaria marcaban un incremento del 29,3% con un total de u$s 403 millones. Eso sin contar el contrabando que ingresa por el norte del país, que genera serios problemas a la industria local. De acuerdo con el relevamiento privado, las confecciones de punto presentaron un incremento del 38,9%, mientras que las otras confecciones exhibieron un alza del 23,7%. La ropa de cama, mesa y baño, por su parte, alcanzaron los u$s 45 millones con una suba del 13,7% con relación a igual período de 2016. En lo que se refiere a las cantidades importadas en el acumulado a octubre de 2017 para la indumentaria, el incremento fue del 56,1%, con 17 mil toneladas. Las confecciones de punto se incrementaron un 57,6% en los diez primeros meses del año, mientras que las otras confecciones marcaron una suba del 55,3%. Por otra parte, la ropa de cama, mesa y baño trepó a 7000 toneladas, con un incremento del 22,7% con relación a iguales meses de 2016.
Los más deficitarios
Un estudio elaborado por Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), la consultora del especialista Marcelo Elizondo, deja expuesto dónde se encuentran las mayores importaciones de la Argentina del 2017. A partir del balance comercial sectorial, el año pasado hubo 14 sectores económicos que importaron más de lo que exportaron. El sector que mayor déficit comercial registró fue el de Máquinas y Aparatos Eléctricos y Mecánicos. Ese rubro registró compras al exterior por u$s 18.615 millones. El segundo sector fue Material de Transporte con u$s con 14.680 millones. Luego siguieron Productos Químicos, u$s 8445 millones; Productos Minerales u$s 6180 millones; Plástico, Caucho y sus manufacturas, u$s 3437 millones; Metales Comunes y Manufacturas, u$s 3565 millones; Manufacturas de Piedra y Yeso, u$s 660 millones; Pasta de Madera, Papel y Cartón, u$s 1120 millones.; Textiles, 1540 millones; Calzados, Paraguas y Flores Artificiales, u$s 710 millones.
Los datos de DNI confirman la idea de que una economía que crece, importa más de todo. Aunque en la Argentina se potencia la dinámica debido al atraso del tipo de cambio, y la falta de competitividad en general del país. Hacia adentro de cada rubro económico existen particularidades, refiere DNI. «El producto más deficitario de la balanza argentina en 2017 fue el de máquinas mecánicas (u$s -8950 millones), el cual esta seguido del de máquinas eléctricas (-u$s 8450 millones), que pertenecen al capítulo de máquinas y aparatos eléctricos y mecánicos. El tercer producto deficitario en relevancia es el de los automóviles -que generó un déficit comercial sectorial de u$s -7350 millones. Luego en relevancia aparece el déficit del combustible que llegó a u$s -4050 millones.
Fuente:https://www.cronista.com/3dias/Que-le-compra-al-mundo-la-Argentina-del-dolar-barato-20180223-0006.html
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