Luego del fugaz “shutdown” del gobierno estadounidense, Donald Trump llegó a Davos, para reunirse con jefes de Estado, empresarios y otras personalidades internacionales con el objetivo de discutir y negociar la agenda 2018 del Foro Económico Mundial.
Es el segundo presidente norteamericano que participa en este foro anual, luego de Bill Clinton, que asistió a Davos en el año 2000. Se trata un hecho sorprendente para una elite política y económica a favor de la globalización y el libre comercio, que contrasta con las ideas proteccionistas del magnate, las cuales pretenden poner a América, primero.
Teniendo en cuenta los últimos sucesos en los que se ha visto envuelto el polémico mandatario, un grupo de manifestantes mostró su disgusto colgando un cartel que rezaba: “Trump not wecolme”. Y si bien el presidente llegó a la ciudad suiza en busca de “paz y prosperidad”, de acuerdo con lo que respondió a la prensa luego de aterrizar, el letrero deja bien en claro que no todo el mundo le cree.
Recordemos que en las últimas semanas llamó a El Salvador, Haití y otros países africanos “países de mierda”, durante negociaciones bipartidistas que abordaban la política migratoria establecida por el Partido Republicano, la cual ha sido muy mal recibida por los demócratas, impidiéndoles así llegar a un acuerdo dentro del gobierno federal. Tal declaración no debería sorprendernos, viniendo de alguien cuya campaña presidencial se basó en discursos racistas y xenófobos. Pero una vez más, Trump dejó al mundo perplejo, y ya nadie toma en serio la negación pública que hizo sobre tal hecho.
Sin embargo, el quid de esta cuestión no es política migratoria o sus políticas económicas aislacionistas. El problema en realidad, gira en torno a las palabras que utiliza para expresar sus ideas.
Donald Trump no está ejerciendo un cargo cualquiera. Encarna a una de las personalidades más importantes y poderosas del mundo. No obstante, sus discursos debilitan no solo su figura, sino la de todo un país frente al resto de la comunidad internacional y una sociedad civil cuya voz crece cada vez más, haciéndole notar su rechazo a un Trump cuyo comportamiento muestra su falta de liderazgo.
Si lo que está buscando es paz y prosperidad, y hacer a América grande otra vez, debería cuidar su vocabulario. Muchos plantean que el mandatario dice exactamente lo que gran parte del pueblo estadounidense realmente piensa, pero generalmente calla. Pero es claro que esa no es la forma de expresar las demandas de una nación.
Hoy, Trump estará pronunciando un discurso que todo el mundo ansía escuchar. Nadie sabe qué esperar de una personalidad poco bienvenida. El poder de sus palabras pueden seguir fragmentando al mundo que el foro de Davos pretende hacer crecer en conjunto, lo cual podría jugarle una muy mala pasada a un gobierno que lleva tan solo un año al mando del gobierno estadounidense.
Ana Paula Collado – Analista Internacional ana.collado@hotmail.es
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