Hace cuatro años, la centenaria estatua del navegante genovés fue desmantelada y permaneció meses a la intemperie sin ningún tipo de cuidado. Hoy, reubicada en Aeroparque, perdió parte de su legado arquitectónico e histórico. El día en que la estatua de Cristóbal Colón fue desterrada de la plaza de La Casa Rosada por orden del gobierno de Cristina Kirchner
Hace poco más de cuatro años, en los últimos día de mayo de 2013, un sábado frío, por la tarde, sin ningún anuncio previo, como si sucediera un secuestro clandestino, comenzó el desmantelamiento de la estatua de Cristóbal Colón de la Plaza y el paseo que llevaba su nombre, como el de la avenida, por orden de la entonces presidente de la Nación Cristina Kirchner, y ejecutado por el Secretario General de la Presidencia, el amanuense Oscar Parrili.
De manera arbitraria, discrecional y violentando una Ley Nacional, argumentando una supuesta defensa de un indigenismo de cabotaje, inspirado en la prédica de Hugo Chávez, que removió en Caracas la estatua del Gran Almirante y calificó a éste de «genocida», la presidente inició el descuartizamiento del maravilloso y bello complejo escultórico, obra del genial artista florentino Arnaldo Zocchi, y que fuera donada por la colectividad italiana en la Argentina con motivo del Centenario de 1910, inaugurada con pompa en 1921 por el entonces presidente don Hipólito Yrigoyen. En su reemplazo Cristina Kirchner hizo construir un monumento a la heroína de la Independencia doña Juana Azurduy de Padilla, mediante una donación de un millón de dólares del presidente boliviano Evo Morales.
En su simplismo ideológico Cristina Kirchner quiso sustituir en lo simbólico a uno por otro, siendo que ambas figuras hicieron a nuestra historia, surgida del mestizaje cultural y de sangre -la propia Azurduy era mestiza- , que gestaron en América un genuino mundo nuevo.
En Carta de los Lectores del 2 de julio de 2013 del diario La Nación, con el título de «AUSENCIAS», manifesté mi rechazo a tan brutal acto de atropellar sin más el patrimonio histórico y cultural de la Ciudad de Buenos Aires, lo que ya había escrito en un artículo de Opinión, página 21, en dicho matutino el sábado 1 de julio de 2013, llevando por título «LA INFRUCTUOSA TAREA DE REFUNDAR LO IMPOSIBLE».
De nada valieron las presentaciones judiciales de distintas ONG´s dedicadas a salvaguardar el patrimonio y Asociaciones italianas en la Argentina para que el desguace no se llevara a cabo hasta su totalidad, quedando esparcidas sus piezas en el suelo de manera humillante durante meses. También, y hay que decirlo con claridad, el gobierno nacional contó por entonces con la pasividad del por entonces gobierno porteño de la Ciudad Autónoma que no recurrió a la justicia y a la Corte Suprema, como debería haberlo hecho en defensa del patrimonio de la ciudad, propiedad de sus habitantes.
Así, el atropello cultural se consumó ante la gran indiferencia de las autoridades locales y de la sociedad, salvo excepciones.
Juana Azurduy fue emplazada en 2015, pocos meses antes de abandonar el poder Cristina Kirchner. Hoy dicho monumento fue desplazado frente al histórico edificio que fuera sede del Correo, devenido en Centro Cultural CCK, y Colón fue puesto nuevamente de pie hace pocos días frente al Aeroparque, en la Costanera Norte, en el Espigón del Hidroavión. Creo que Colón debería haber retornado al lugar desde el cual nunca debió removerse, recuperando la cripta, hoy ya perdida, en la cual se asentó el complejo escultórico en su origen. Pero las cosas son como son en el país de la arbitrariedad, como norma. Sólo debemos esperar y exigir al Gobierno Nacional y al de la Ciudad que, toda la estructura escultórica sea dignificada en valor, preservación, seguridad para que no sea vandalizada, y realizando un público desagravio a la figura de Don Cristóbal Colón, quien cuando puso su pie en América en 1492, produjo un cambio copernicano en la Humanidad y su Historia, e hizo del continente americano, con sus luces y sombras, un Nuevo Mundo que se extendió a la propia España y a toda Europa, y más allá de ella. Se parió un proceso de conquista que tuvo su sello particular y único en la historia, que fue el mestizaje de sangres y culturas, que dio luz al Universo Hispanoamericano.
Sean estas líneas de homenaje y desagravio a la figura del navegante genovés, de la mar Oceánica.
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