Hace 10 años, en Canadá, un joven y novato Lewis Hamilton estallaba de alegría, de rabia, tras firmar con McLaren la primera ‘pole’ de su carrera en la Fórmula 1. Era su sexta carrera en la categoría y dejaba entrever lo que podía venir en el futuro. Una década después, Hamilton volvió a estallar de júbilo en Montreal. La ‘pole’ número 65, la que le situaba a la altura de Ayrton Senna, fue casi como la primera. 

El niño, ya tricampeón del mundo, tuvo que contener las lágrimas al recibir el casco original del mito brasileño, por deseo de la familia de Senna. El ídolo de aquel niño, el ídolo de este hombre. «Es algo increíble», susurraba al público con la voz entrecortada, tras un emotivo silencio. Acababa de meterle tres décimas a Sebastian Vettel y siete a su compañero Bottas, igualando el sextete que Michael Schumacher dejó escrito en Canadá en 2001. Una historia genial la del británico, que aún tiene tiempo para seguir agigantando su leyenda.

Hasta que todo ese ocurrió, Hamilton llegó a sentir el ardiente aliento del Ferrari de Vettel, que se situó a sólo cuatro milésimas en la primera vuelta lanzada de la Q3. Aquello reactivó al británico, el piloto que mejor maneja los tiempos en Canadá. Nadie frena más tarde ni baila sobre los pianos como lo hace él. Sólo Michael Schumacher demostró mayor pegada. «Fue una vuelta muy sexy», bromeaba tras conquistar la tercera ‘pole’ en un arranque de temporada donde Vettel, Bottas e incluso Raikkonen han aprovechado sus mínimas flaquezas de los sábados.

Hamilton se bajó de su bólido y subió a otro Mercedes, éste de calle, para dar la vuelta al ruedo, a su ruedo particular, y recoger el regalo más especial. El casco amarillo de Senna con el que tantas noches soñó desde que era un niño. Un obsequio de la familia del piloto brasileño para el que ya es su sucesor. «Ayrton para muchos era el piloto favorito y era el mío también, era quien me inspiró para estar donde estoy hoy. Igualarle es un gran honor», aseguró un emocionado Hamilton tras la sesión clasificatoria. «Esto es lo más especial que tengo, no puedo estar más feliz».

Fue el éxtasis del hombre que inevitablemente se convertirá en el piloto con más ‘poles’ de la historia de la Fórmula 1. Porque las 68 de Schumacher, el rey de la parrilla desde hace más de una década, caerán, salvo sorpresa, antes de que acabe el verano.

Alonso y los susurros al muro

Fernando Alonso echó en falta unos cuantos caballos para haber podido colarse en el ‘top 10’, donde pareció capaz de colarse de nuevo. Igual que hizo en Montmeló, hace casi un mes, su último gran premio antes de la revitalizante desconexión en el óvalo de Indianápolis. Su McLaren fue medio segundo más rápido que su compañero Vandoorne, eliminado en el primer asalto, pero ese empuje no le valió para volver a visitar la Q3. Alonso apretó casi hasta sus límites e incluso su rueda trasera izquierda llegó a rozar el Muro de los Campeones. No fue suficiente y el asturiano arrancará desde la duodécima plaza de la parrilla.

«He tocado dos veces el muro, otra vez por delante de mi compañero que es la primera nota que siempre tenemos, y a 2,2 (segundos) de la ‘pole’ sabiendo lo que tenemos de déficit de motor es de lejos la ‘pole’ para nosotros. Contento con esto y el mejor rendimiento de todo el año, seguro», admitió el asturiano.

También se quedó fuera Carlos Sainz, que llegó a perder el control de su Toro Rosso en una de sus vueltas lanzadas. Su bólido trompeó y aunque logró mantenerse en pista, no fue capaz de escalar algún peldaño más. «Las banderas amarillas no me han permitido dar una vuelta buena», lamentaba el madrileño a las cámaras de ‘Movistar F1’ tras confirmarse su 13ª posición, desde la que, sin embargo, no ve imposible remontar hasta los puntos. Ya lo hizo hace un año, en un capítulo memorable, pasando desde la vigésimo hasta el noveno lugar.

Fuente:http://www.elmundo.es/deportes/formula-1/2017/06/10/593c3b0122601d95748b45a2.html