Hablamos con Sonia Almuna, vecina y alfabetizadora en el CEBJA N° 3-245 “JUAN PI” y nos contó que éste mural surge por una iniciativa desde la mesa de gestión del barrio EL MOLINO, de la que he sido parte desde que se conformó.

A partir de la construcción del SALÓN DE USOS MÚLTIPLES de la comunidad, se construyó como medianera una gran pared, de casi 100 metros de ancho por 2 de alto, surgió la idea de hacer un mural, de dejar algo atractivo para la vista y que también comunique un mensaje. Es por eso, que desde el mes de octubre de 2016 veníamos haciendo talleres en nuestro horario escolar, donde comenzamos a recopilar información y preguntarle a las alumnas y vecinos de la comunidad QUÉ LES GUSTARÍA VER PLASMADO AHÍ.

Indudablemente, todos queríamos ver la verdadera identidad de nuestro barrio, la gente de trabajo, la gente que salió adelante a pesar de las adversidades, las personas que iban a las cosechas con toda su familia, hombres como Yali Olmedo que llevó nuestro nombre a otra dimensión, la esencia de la amistad, de la solidaridad (porque si hay algo que nos caracteriza es eso, cada vez que un vecino lo necesita siempre hay una mano tendida para brindar), y también, las problemáticas, la necesidad de tener una niñez felíz, la importancia de la contención y mostrar que a pesar de cualquier dificultad siempre saldremos adelante…

En febrero de éste año comenzamos a blanquear las paredes, pero la pintura fue escasa y no pudimos continuar. Pero una docente de la escuela secundaria 4-195 “EL MOLINO” ADRIANA MARTÍNEZ, logró contactarse con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, básicamente con la propuesta de MURALES COLECTIVOS que realiza el área de juventud y luego de buscar presupuestos, llenar formularios, plantear la intención que se tenía y quiénes íbamos a trabajar recibió la aprobación y los días 5, 6 y 7 trabajamos en este hermoso mural.

Las jornadas fueron extensas, se trabajó desde las 9 hasta las 17:00 Hs. El primer día reafirmamos que queríamos que el mural nos represente y que cuente una historia que se gestó desde hace más de 90 años, cada uno de los participantes creó un boceto en base a los personajes o actividades representativas, luego eso se ordenó cronológicamente y armamos en carbonilla un gran boceto a escala del mural. El segundo día se dibujó sobre la pared y se realizaron pantallas de diferentes colores y hoy, terminamos con la pintura de cada una de las imágenes.

Como vecina y como alfabetizadora me siento orgullosa de éstas actividades, porque rescatan la médula de nuestro barrio, la esperanza, el trabajo en equipo, la solidaridad… Ha sido súper gratificante, porque fomentar estos encuentros nos sirven para que nuestros jóvenes se apropien de estas historias que son SUS historias y que merecen ser contadas, para que nadie más nos estigmatice, para que nadie más nos humille y para fortalecer nuestra identidad como persona y por ende nuestros derechos, que son los mismos que los de todos más allá del lugar donde vivamos…