Una sala de experimentación de Microsoft ostenta el récord Guinness.
Los primeros segundos son de incredulidad. Parece que has entrado en un estudio de grabación o un laboratorio de sonido con paredes aislantes, pero, antes de que pase un minuto, llega la conmoción y casi el malestar. La habitación más silenciosa del mundo, con certificado Guinness incluido, está en Seattle. En concreto, en Redmond, dentro del campus de Microsoft.
El espacio genera un extraño desasosiego que termina en mareo. Antes de que esto suceda, alguien permite la entrada de luz para que el espacio se ilumine, poco a poco. Tras los primeros instantes, se toma conciencia de los latidos del corazón; la respiración se nota más fuerte. De pronto, suenan fluidos. Lo que fue la comida en una de las cantinas de su campus cobra una nueva vida en forma de flujos que regurgitan en el interior. Cada segundo se perciben más y más estímulos generados dentro de nuestro cuerpo. Incluso al cerrar los ojos o mover los brazos, se percibe algo parecido al roce de un corcho. Entrar en una sala así, sin luz, aunque con unos LED en el techo -que se apagan en las pruebas-, para evitar cualquier perturbación, lleva a perder el equilibrio en pocos minutos, en apenas los cinco que dura la experiencia de manera segura y controlada.
El espacio genera un extraño desasosiego que termina en mareo
El pasado verano, en agosto, un comité de expertos y un notario de la organización Guiness concluyeron que, oficialmente, este lugar es el espacio más silencioso del mundo. Por encima de cualquier estudio de grabación.
El límite del oído humano es de 0 decibelios. El anterior récord estaba en -9. Microsoft alcanzó el título con -13, aunque durante nuestra visita llegamos a -20. Gopal Gopal, el ingeniero de sonido indio responsable de la sala, explica que el sonido de dos átomos al rozarse es de -23. Una referencia difícil de asumir solo imaginando. Él ha sido responsable de diseñar, poner en marcha y mantener esta peculiar cámara.
La sala tiene paredes aislantes de 12 pulgadas de profundidad y un foso que lo separa del resto de estancias de 24 pulgadas más. No hay luces, solo entra al abrirse la hoja de puerta poco a poco.
Este es uno de los grandes secretos del edificio 87 de Microsoft. Históricamente el 99 era el mítico, el dedicado a la experimentación con investigadores liberados, dedicados a hacer estudios académicos que quizá, solo quizá, algún día den pie a productos. Con esa lógica es como, por ejemplo, nació Kinect, el sensor de movimiento de su consola XBox que también tiene aplicaciones médicas gracias a modificaciones para el ordenador. El 87 ahora compite por el cetro de la atención, son los dedicados al hardware, los aparatos con los que según Steve Ballmer, el anterior CEO, acaba de reconocer que llegaron tarde a la nueva ola. Su sucesor, Satya Nadella, ha hecho dos apuestas claras, la nube y nuevos aparatos. Hololens, sus gafas de realidad aumentada fueron el primer aviso. La nueva gama de Surface es la prueba de que quieren competir con Apple haciendo productos innovadores, pero también beneficiarse del ecosistema alrededor de Windows, que sigue siendo el sistema operativo líder por cuota de mercado. Microsoft hace el aparato modelo, el patrón sobre el que invitan al resto de fabricantes a hacer modificaciones para adaptarse al bolsillo y gusto del consumidor.
A pocos metros de esta peculiar sala, se encuentra The Garage, un espacio dedicado a experimentar y, casi, jugar sin pensar en presupuestos o llegadas al mercado. Los empleados de Microsoft son invitados a probar sus ideas y competir en hackathones (maratones informáticos) donde se combina la programación con la creación de prototipos físicos. Ahí es donde, precisamente, se saca partido a la investigación de la sala, probando para integrar los avances en auriculares, aplicaciones para personas con problemas de audición, impacto del sonido envolvente para sus Hololens…
Fuente:http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2017/06/02/actualidad/1496395001_733618.html
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