San Rafael, Mendoza 24 de noviembre de 2024

Embarazo adolescente, una cara de la pobreza

 Hace un par de años leí un trabajo acerca de cómo, además de la adecuada nutrición, la estimulación temprana permitía a los niños desarrollar sus capacidades para aprender, incorporar la lectoescritura y acceder al conocimiento. Los avances de la ciencia habían logrado mensurar cuán importante era para que el bebe pudiese desarrollar sus capacidades cognitivas, cosas tan básicas como las caricias, la tibieza de la leche materna, las palabras, las sonrisas, el contacto visual, el canto para hacer dormir. Cosas que uno creería instintivas para cualquier mamá, quizás porque son los primeros registros de la propia infancia. 

Tiempo después, tocó el timbre de mi casa para pedir ropa una adolescente con una criaturita. Me puse a hablar con ella. Con tan sólo 14 años había tenido al bebe que lloraba en un cochecito desvencijado. Ella ya tenía 15 años. No miraba al bebe, sino que sacudía el cochecito por lo que la criatura lloraba más. Le expliqué cómo calmarlo. Me dijo que ella no tenía mamá y vivía sola cerca de la casilla de su padre, y me contó una serie de vicisitudes de su frágil vida. Por supuesto, había dejado la escuela. Le di algo de ropa y comida, mientras me enteraba de que el bebe no estaba vacunado y que ella no le cantaba porque le habían dicho que como cantaba mal, entonces no era bueno. Traté de explicarle lo importante de la vacunación. Le dije que volviera, pero nunca lo hizo.

Relato eso porque en ella y su hijo, la estadística cobró forma humana, y el tema de la pobreza estructural dejó de ser un objeto de estudio para convertirse en un drama de dos personas que clamaba por algunas respuestas concretas.

Según el Cippec, la tasa de maternidad adolescente aumentó más de un 15,7% en apenas una década. De 30,5 cada mil mujeres en 2001 al 35,3 cada mil en 2011. Actualmente, nacen por año más de 105.000 bebes de madres que tienen menos de 19 años. Las pacientes no son sólo cada vez más, sino que tienen menor edad. Los obstetras confirman que incluso criaturas de 12 años se presentan a los servicios de atención pública.

Desde la economía, entiendo que cuanto más recursos (siempre escasos) apliquemos a llegar directamente a los más necesitados, más impacto tendremos. Pero llegar no es sólo repartir. Es explicar incluso aquello que nos resulta obvio, educar y generar oportunidades. Y la economía cumple su rol como ciencia social cuando está al servicio del hombre. Cuando tiene por finalidad mejorar la calidad de vida de la gente e igualar las oportunidades. El conocimiento desarrollado en las universidades tiene también que utilizarse para generar soluciones o mitigar problemas que nosotros mismos diagnosticamos, cuantificamos y estudiamos.

Esta aproximación simple y aplicada a una realidad específica tiene como objetivo intentar romper un eslabonamiento causal que va fijando la pobreza estructural. En este caso, chicas que tan tempranamente son mamás de uno o más hijos, con parejas inestables que las abandonan, no pueden terminar la secundaria y menos trabajar, por lo que están destinadas a mendigar, aceptar malos tratos y vivir una vida sin esperanzas. No pueden dar a sus hijos lo que nunca recibieron ni nadie les transmitió.

La vulnerabilidad de sus propias vidas se replica y se transfiere a la de sus hijos. Criaturas que muy tempranamente empiezan a consumir o a comerciar drogas como forma de escapar a una realidad sombría.

Desde la UCA, en conjunto con la Fundación Cre-Ser, diseñamos un programa gratuito, orientado justamente a estas mamás adolescentes, que tiene por objetivo acompañarlas en este proceso y apuntalarlas para la terminalidad secundaria, la atención y el cuidado de sus bebes, la autovaloración y la preparación para la vida. Desde un enfoque interdisciplinario, nos orientamos a fortalecer ese vínculo madre-hijo tan significativo para el desarrollo del bebe y a desarrollar las capacidades y reducir la vulnerabilidad de la adolescente.

Así como en un momento desarrollamos un programa de empleabilidad para los ni-ni (jóvenes que no estudian ni trabajan) que posteriormente fue replicado por muchos organismos y empresas, tenemos una gran expectativa de poder multiplicar esta iniciativa, cuyo impacto evaluaremos con las técnicas adecuadas.

Resolver los problemas de la humanidad es quizás un objetivo inalcanzable, pero ayudar en forma concreta a que progresivamente las personas vivan mejor a partir de la educación y el desarrollo de sus capacidades, es algo posible. Hace un tiempo uno de los jóvenes que participó de un programa de empleabilidad me dijo: «Por primera vez en la vida sentí que se ocupaban de mí». Lo que intentamos es ocuparnos con el intelecto y el corazón de aquellos a quienes, por motivos que no eligieron, la vida no les ofreció oportunidades.

La autora es decana de la Facultadde Ciencias Económicas de la UCA

 

 

Fuente:http://www.lanacion.com.ar/2027868-embarazo-adolescente-una-cara-de-la-pobreza
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