‘El último milagro’ es una novela negra, irónica, futurista que cuenta con Racing de Avellaneda como escenario físico y sentimental.
Ser presidente de un club de fútbol es complicado. Se deben gestionar una serie de variantes que, al final, dependen casi exclusivamente de que la pelota entre. Ser presidente de un equipo argentino parece todavía más complicado, ya que se suman factores más difíciles de manejar que un balón suelto en el área. Tal vez por ello el escritor y periodista argentino Horacio Convertini escogió el balompié como escenario de El último milagro (Barrett), una novela negra, irónica, futurista y que cuenta con Racing de Avellaneda como escenario físico y sentimental.
Un club en crisis económica, deportiva e institucional, un presidente surgido de la afición que no cumple con el perfil de empresario millonario, un entrenador en la cuesta abajo, una estrella con una oferta de Europa, unas implacables e innovadoras barras bravas y una estrambótica propuesta para solucionar todos los problemas llegada desde Japón: implantar un chip en el cerebro de su mejor jugador, que controlará desde la grada el campeón mundial de PlayStation. ¿Qué podría salir mal?
A medida que avanza, la novela va cogiendo velocidad, hasta llegar a esos minutos de los partidos en los que nadie es capaz de predecir qué sorpresas deparará la pelota, en los que cualquier equipo puede ganar y en los que los sentimientos anulan la razón.
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