San Rafael, Mendoza miércoles 27 de noviembre de 2024

Joaquín Sabina: el látigo y la rosa

Joaquín Sabina, cantando en The University College en septiembre de 1973, durante las protestas universitarias contra el golpe de estado de Pinochet.

De Joaquín Sabina se ha escrito mucho, pero según Julio Valdeón Blanco (Valladolid, 1976) todavía no se ha dicho todo del cantautor de Úbeda. Por eso ha escrito Sabina. Sol y sombra (Efe Eme), una biografía del autor de Todos menos tú coronada con una entrevista con el interfecto.

Para el autor, «faltaba un libro al estilo de las grandes biografías musicales anglosajonas, y pienso, salvando las distancias, en los libros de Peter Guralnick y otros. Algo que, partiendo de lo biográfico, buceara en la creación de los discos, en el nacimiento de todas y cada una de las canciones, en las giras, y que combinara el comentario crítico con las aportaciones de sus íntimos». Mejor o peor, Sabina. Sol y sombra, «no tiene nada que ver con todo lo publicado hasta ahora». A eso le suma Valdeón Blanco «que desde el mundillo musiquero, revistas especializadas y así, el desprecio por su obra ha sido abrumador… Y sintomático de una crítica musical que, a base de ignorar el 90% de nuestro patrimonio musical, ha logrado el milagro de ser perfectamente irrelevante«.

El libro, que se presenta en Madrid el próximo lunes, supone también un acto de reivindicación en un momento delicado para Sabina, entre sus problemas con Hacienda, sus espantás en directo, la suspensión de conciertos o la acogida de su último disco, Lo niego todo. «Sabina siempre es noticia por motivos extramusicales», afirma Valdeón Blanco, que hace extensible el diagnóstico a todos los músicos del país. «Sus problemas con Hacienda no son nada nuevo en la tradición rock, ahí están los Rolling Stones y su exilio al sur de Francia para cocinar Exile on Main St., y, de paso, escapar de un fisco confiscatorio. Sus espantás no son tales, y desde luego palidecen al lado de las hazañas de un Dylan en los 90″. A ello hay que sumar la revisión crítica de su obra por parte de algunas voces, que la califican de machista. «Yo ya entiendo que las almas sensibles no soportan la cercanía con el arte, que tiene como misión, si es que tiene alguna, iluminar las zonas de sombra, las pasiones, miedos y obsesiones del ser humano, no educar a los nenes en la guardería«, dice Valdeón al respecto. «Acusar a Sabina de machista está en la línea de la epidemia de hipermoralidad que en este periódico ya denunció Antonio Lucas. ¿Qué hacemos entonces con las letras del tango, el flamenco y la ranchera? ¿Qué con la misoginia de tantas canciones esenciales en la historia del blues y el rock and roll? ¿Qué hacemos con Delia’s gone que canta Johnny Cash? ¿Y qué con las pinturas del Prado y su catálogo de asesinatos y violaciones? En todo tiempo y lugar hubo gente que no entiende nada, moralistas con la tea cargada y meapilas a derecha e izquierda«.

Para el autor, se olvida la complejidad humana de una persona, que es la idea a la que hace referencia el título. «Sabina, como cualquiera, es un catálogo de bellas contradicciones, y en él, y en su arte, habita el látigo y la rosa del que hablaba Umbral«, explica. «Por lo taurino. Por el pelotazo, tan castizo, que lo emparenta con Berlanga y Azcona, y que de paso alude a la noche y sus venenos». Finalmente, por Julián Infante, «al que tanto echamos de menos, y que escribió una canción titulada así con Los Rodríguez, con los que Sabina comparte una gira legendaria».

Aunque lo musical es el componente básico del libro, «es imposible darlo sin el contexto histórico», subraya. «Porque las canciones son hijas de su tiempo, del hombre que las escribió y de las circunstancias culturales y sociales en las que ha vivido». Por eso, rematar el volumen con una entrevista a Sabina «permitía aproximarse a la opinión que él mismo tiene de su obra. Pero teniendo muy claro que es un bonus track, un extra, y que el meollo del libro es otro«.

Dice Valdeón Blanco que escribiendo Sabina. Sol y sombra ha descubierto «que su obra es mucho más vasta, rica y poliédrica de lo que muchos sospechan». Incluso para alguien como él, que se enganchó desde el principio a sus canciones porque «proponían un relato alternativo a la felicidad plastificada de tantas canciones, uno que tiene que ver con el desgarro, el hambre de vivir, la poesía como cuchillo».

Fuente:http://www.elmundo.es/cultura/musica/2017/04/30/5905138722601dba718b4646.html

 

 

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