Sus excelentes precedentes en arcilla (semifinalista el año pasado en Roland Garros) y su buena actuación esta semana en el Trofeo Conde de Godó, con victoria en semifinales sobre Murray, le colocaban como posible amenaza, pero, una vez ante Nadal, quedó borrado de esas predicciones.

Pese a sus avisos, el décimo título del español en Barcelona llegó como llegaron los nueve anteriores: con extrema diligencia. De los 23 sets de finales disputados en el torneo de ‘casa’, Nadal sólo ha cedido uno, ante David Ferrer, en 2008, y este domingo regresó a esa firmeza para imponerse a Thiem por 6-4 y 6-1 en apenas hora y media. Su condición de favorítisimo para un décimo título en París, un hito alejado de cualquier parámetro lógico del tenis, quedó refrendada ante un joven que tampoco pudo oponer una mayor resistencia que la ofrecida por Rogerio Dutra, Kevin Anderson, Hyeon Chung y Horacio Zeballos en los encuentros anteriores.

Aunque sus armas eran mucho más peligrosas. Poseedor de un amenazante servicio y capaz de contrarrestar la derecha alta de Nadal con un revés a una mano profundísimo, Thiem se presentó firme en el encuentro: en el primer juego forzó una bola de break. El inicio prometía, más su actitud, arrojada, serena, pero, poco a poco, el ya 10 veces campeón del Godó fue apocando ese ímpetu como sólo él sabe. Con mucha paciencia, en largos intercambios, Nadal rompió el ritmo de su adversario y cuando debía hacerlo, con 5-4 en el primer set, consiguió el break que finiquitó el ánimo de su adversario.

Su camino en Barcelona hasta encontrarse con Murray había sido plácido, pero, más por mentalidad que por físico, Thiem desapareció en el segundo set hasta cerrar una estadística decepcionante: aquella primera opción de break fue su única opción de break en todo el partido. En los instantes finales se conformó con asistir a la ceremonia de homenaje a Nadal y allí sólo pudo que aplaudir.

«Para mí es especial ganar el décimo título aquí como lo fue ganarlo en Montecarlo, pero celebro estos éxitos con normalidad. En mi carrera me ha ido bien no darle excesiva importancia ni a las victorias ni a las derrotas. No venirme arriba en estas rachas ni venirme abajo cuando las cosas van mal», comentó el vencedor, de palmares exagerado, 51 títulos en tierra batida y 71 títulos ATP en total, ya encaminado a otro Grand Slam.