Esto impone cautelosa prudencia. Acorde con la tendencia neofílica argentina, se parte de Finlandia dixit… Frente a ella, la sensatez de dos estudiosos del fenómeno finlandés -Pashi Shalberg y Paul Robert- coincide en advertirnos: «No se trata de imitar a Finlandia». Ambos tienen claro que en lo que hace a cuestión de innovaciones educativas lo contextual es el terreno básico de partida.
Frente a la opción dicotómica estamos por la coexistencia. Parece lúcida la propuesta de la investigadora de la Universidad de Washington doctora Virginia Berninger: «La investigación sugiere que los niños necesitan entrenamiento introductorio de escritura de imprenta para la lectura, luego dos años de aprendizaje y práctica de letra cursiva, a partir del tercer grado, y después cierta atención sistemática al tecleo en pantallas táctiles. Lo que estoy promoviendo es enseñar a los niños a ser escritores híbridos». Ligar las letras está probado como tarea que involucra al cerebro positivamente: calibra la motricidad fina, estimula la memoria y la atención, da tiempo a pensar la frase que se está escribiendo y a escoger las voces, con oportuna dosis de slow.
Naturalmente, el uso de pecés, tabletas y celulares impone el manejo de las letras de imprenta, pero cabe señalar que en Estados Unidos se está avanzando en la escritura digital manuscrita en iPad y iPod. Ni pelado ni con dos pelucas. La convivencia de ambos sistemas es aconsejable, como vemos todos los días en medio de los incendios y los naufragios: la escalera junto al ascensor, y el bote junto al transatlántico. Un ingeniero amigo dice con impronta italiana: «¡Guarda con el apagón electrónico!».
Hay mucho apampamiento por parte de los maestros en este terreno. Los profesorados de letras de las universidades (salvo dos de ellas) no enseñan los métodos de la lectoescritura a sus alumnos, que van a ser los titulares en los institutos de profesorado, con lo cual los egresados universitarios improvisan en campo tan delicado y generan una enorme confusión en las pobres maestras potenciales, y en la cascada didáctica, en los párvulos que las padecerán.
Sí está probado que la memoria de lo manuscrito es más firme que en la de lo tecleado. Seamos realistas y evitemos el entusiasmo neofílico inorientado: articulemos en convivencia. Parafraseemos los versos de Martínez Estrada: «Lo que se ha elaborado poco a poco no quieras tú borrarlo de un plumazo. /Ministro, bebedor o caminante:/ despacio, despacio, despacio».
El autor fue presidente de las academias Argentina de Letras y de la Nacional de Educación
Fuente:http://www.lanacion.com.ar/2011740-la-letra-manuscrita-ya-es-una-especie-en-peligro-de-extincion
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