Considera que las restricciones de propiedad intelectual frenan el avance de la ciencia; permite popularizar y redistribuir los beneficios de la investigación, explica Alejandro Nadra, investigador del CONICET
Los activistas del movimiento por un Hardware Científico Global Abierto (GOSH, según sus siglas en inglés) postulan que las restricciones de la propiedad intelectual son uno de los factores críticos que limitan el acceso a las herramientas científicas y frenan el progreso de la ciencia. Y el doctor Alejandro Nadra, un investigador del CONICET, es un ferviente defensor de esa posición en Argentina.
«Desde el tercer mundo solemos pensar las barreras como económicas, pero no es solo eso. Hay una potencialidad mucho más profunda cuando uno puede fabricar, modificar, adaptar y distribuir tecnologías que se adapten al contexto de nuestras realidades», indicó el codirector del Laboratorio de Bioquímica Estructural del Departamento de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la UBA.
Recién llegado del encuentro global de impulsores de GOSH, que reunió en Santiago de Chile a investigadores, artistas, tecnólogos, militantes sociales y miembros de ONGs de 30 países, Nadra dialogó con la Agencia CyTA-Leloir sobre esta iniciativa.
¿Por qué apoya el hardware abierto en el sector de la ciencia?
Porque permite facilitar el acceso a herramientas experimentales y su adaptación y re-uso a costos relativamente bajos. También democratiza las prácticas científicas, aumentando la diversidad de gente con herramientas adecuadas para investigar y aprender. Asimismo, puede ampliar el impacto de la educación y de la innovación y promueve las intervenciones ciudadanas. Mil cabezas piensan más que uno, este es uno de los mensajes principales. Socializar el conocimiento y los modos de producción permiten poner en red talentos de la ciencia y otros actores sociales para solucionar necesidades de las comunidades y de la humanidad en su conjunto.
La fabricación digital y las técnicas disponibles para realizar prototipos rápidos permiten una producción descentralizada y adaptada a los costos y necesidades de destinatarios diversos. Por ejemplo, nos independiza de importar y pagar equipamiento que no se adaptan a nuestras necesidades. Estamos mal acostumbrados a consumir equipamiento construido por compañías que acaparan el mercado. Particularmente, los científicos: ya no es tan frecuente encontrar «talleres» en los laboratorios donde se diseñen y/o adapten los elementos necesarios para hacer una mejor medición, sino que se compran equipos estándares a proveedores internacionales.
¿También podría volver más transparente y fiable el trabajo científico?
Efectivamente. Los experimentos científicos realizados usando hardware abierto pueden ser más reproducibles, más comparables y más fácilmente replicables. La reproductibilidad es un sello de buena ciencia y el hardware científico abierto permite evitar las cajas negras, o las denominadas máquinas «propietarias» con inputs y outputs imposibles de controlar.
Sí, la equidad, que va más allá de la justicia de «ofrecerles a todos lo mismo», procurando «ofrecerle más al que más necesita». Hicimos hincapié en que toda la gente tiene derecho al conocimiento y por lo tanto derecho a acceder a las herramientas para adquirirlo. Y con fines pacíficos. El hardware científico abierto disminuye la brecha entre el norte y el sur, los países de altos y bajos ingresos. Otro aspecto interesante es que no nos manejamos con una autoridad central, sino que somos una comunidad activa dedicada a logros compartidos.
¿El hardware científico abierto aumentaría las aplicaciones sociales de la ciencia?
Sí. Creo que es una oportunidad para que hacer ciencia no sea solamente algo de científicos y que pueda circular dentro y fuera de la academia, dentro y fuera del laboratorio, y dentro o fuera de los espacios comerciales. En un país periférico y con infinidad de problemas abordables con tecnologías existentes, es importante focalizarse en esos problemas y utilizar todas las herramientas disponibles. Es una responsabilidad que nos toca y elegimos asumir.
Agencia CyTA-Leloir
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