El Senado de Mendoza aprobó el uso medicinal de aceite de cannabis para aliviar los síntomas de quienes padecen epilepsia refractaria y otras enfermedades que las autoridades competentes autoricen, siendo esta la quinta provincia del país en legalizar su utilización.

El proyecto se había votado en la misma Cámara en el 2016, donde obtuvo media sanción, pero luego se le añadieron modificaciones en Diputados. Entre las reformas, se creó un marco regulatorio para controlar la utilización del aceite y continuar investigando su uso medicinal.

Ahora, una vez más en el Senado, los legisladores votaron por unanimidad el proyecto, aunque hubo objeciones desde la izquierda, por parte del senador Víctor Dávila, quien pidió que se ampliara las especificaciones sobre quienes pueden acceder al aceite para incluir a otras afecciones, como el autismo.

«El cannabis medicinal ha tomado impulso, pero la limitación del artículo 3 al referirse sólo a epilepsia refractaria debería reemplazarse por encefalopatías como la del autismo», señaló Dávila. El mismo reclamo se produjo en Diputados, por parte de Héctor Fresina, quien señaló que el proceso de decidir qué enfermedades están autorizadas a recibir también ese tratamiento «puede demorar años».

El senador oficialista Eduardo Giner señaló que la ley abre las puertas a otras patologías, pero que las expresadas en el texto son las aceptadas por la ANMAT. «No es correcto añadir expresamente patologías que no están aprobadas aún por el ente regulador», expresó.

A pesar de los reclamos de la autora del proyecto, Patricia Fadel (FpV) por las demoras en el tratamiento, la senadora agradeció a los miembros de Diputados por las modificaciones establecidas. «Ampliaron el proyecto, especifica que la autoridad de aplicación hará una vigilancia tutelada por profesionales especializados en diversos hospitales».

Mientras que en Diputados el proyecto permaneció desde principio de año hasta la semana pasada, en el Senado el tratamiento duró cerca de 15 minutos. El radical Juan Carlos Jaliff sostuvo que «teníamos dos opciones: aceptar las correcciones o aceptar nuestra sanción. No había forma de introducir modificaciones».