Las ensayistas María Cristina Lamas y Ana María Lamas analizan en su libro «Padres analógicos, hijos digitales» las transformaciones operadas por los avances tecnológicos.
Lejos de vaticinios apocalípticos, el texto escrito a cuatro manos por una psicóloga y una licenciada en Ciencias de la Educación se interna en el impacto de los nuevos modos de organización social disparados por la sociedad de la información, el fenómeno de expansión tecnológica que desde mediados del siglo XX ha puesto en tensión dos paradigmas: el de la Galaxia Gutenberg -que a partir de la irrupción de la imprenta impulsó el movimiento humanista del siglo XV y las reformas de la Iglesia del siglo XVI, entre otros procesos sociales- y el de la generación Zuckerberg, nominada así por el creador de la red social Facebook.
En «Padres analógicos, hijos digitales» (Ediciones B), ambas Lamas -Ana María y María Cristina- analizan la incidencia de este intercambio en campos como la dinámica familiar, la escuela, el juego, que en las últimas décadas han sufrido transformaciones decisivas cuyo impacto todavía no ha dado lugar a conclusiones esclarecedoras.
– Télam: ¿En qué se diferencian y en qué se asemejan las generaciones alfabéticas y las post-alfabéticas?
– María Cristina Lamas: Los Gutenberg están “formateados” en la lógica lineal y secuencial, en la alfabetización por la lecto-escritura, con predominio del pensamiento convergente, el análisis y la reflexión, mientras que en los Zuckerberg el alfabeto no cumple la función formativa que tuvo en las generaciones anteriores y se vinculan mejor con los diseños multimediales e hipertextuales, la lógica circular, y la fragmentación.
– Ana María Lamas: No obstante estas diferencias, hay intereses comunes entre ambas: el juego como una gran transversal a todas las etapas de la vida humana, la búsqueda de bienestar, del amor, el cuidado de la salud y del progreso económico, la música, los deportes. Varían las formas, las expectativas o los proyectos, pero en todos, hay deseo de disfrute, de implicación afectiva, de mejoramiento personal y familiar, de nuevos aprendizajes.
– T: ¿Cómo debe comportarse la escuela frente a la emergencia de una generación que parece desentenderse de la capacidad analítica que ha obrado como condición de posibilidad de varias disciplinas modernas?
– A.M.L: La escuela tiene la obligación de cambiar sus formas de enseñar. Y en esa dirección, una de las modificaciones que debería asumir es no centrarse en dar información, como lo hizo en épocas pasadas a través del docente, de la biblioteca, el libro, el mapa, la tiza o el pizarrón. Hoy tiene que ayudar a procesar información, porque esos recursos están a un click y en los smartphones…en cualquier lugar y a cualquier hora.
Para ayudar a procesar información, es decir para producir conocimiento, es necesario estimular la formación de competencias como observar, preguntar, experimentar, asociar, aprender en forma colaborativa. Se requiere para eso la aplicación de otras metodologías entre ellas, flipped classroom (FC) o Inversión del salón de clases. Esto es: afuera se busca o se consigue información y en clase se lee, se clasifica, ordena, compara, relaciona, evalúa, critica.
– M.C.L: Durante mucho tiempo el modelo memorístico cayó en desgracia debido a que el alumno, en clase, repetía palabras sin comprender a qué se refería. En realidad, lo que estaba en cuestión era la memoria sin comprensión y, sobre todo, el modelo reproductivo de conocimiento sin integración en redes de conceptos. Hoy, las ciencias cognitivas han demostrado la importancia de la memoria, del responsable del archivo, nos referimos al hipocampo, y de la posibilidad de que algunos conceptos quedan grabados en la memoria, esperando que otros activen una nueva conexión que no es más que agregar conocimiento a la red conceptual.
– T: ¿En qué medida la escuela ha perdido su lugar excluyente de legitimación del saber y compite con las nuevas tecnologías?
– M.C.L: A pesar de las críticas que recibe la escuela desde varios sectores de la sociedad, las empresas y otras instituciones, sigue siendo la institución social por la que se guarda cierto respeto como legitimadora y certificadora del saber. Sin embargo, es cierto que no es el lugar excluyente para formarse como lo fue para la Generación Gutenberg.
Estudios recientes de Jay Cross dan cuenta que el 80 por ciento de las competencias que necesita el trabajador de la Generación Zuckerberg, las adquiere fuera de las instituciones del sistema educativo formal. Aprende con tutoriales de You Tube, en foros, en la educación no formal… Este aprendizaje se adquiere sin un propósito educativo explícito, en contacto con otros, en escuchas, en la televisión.
– T: ¿La apatía que se le atribuye a los alumnos está relacionada con la dificultad de la escuela para dialogar con la oferta de saberes paralelos ligados a los dispositivos tecnológicos?
– A.M.L: Esta apatía frecuente de los niños y jóvenes en la escuela está relacionada con una enseñanza regida por una lógica lineal propia de la sociedad industrial (los alumnos en fila, todos haciendo las misma tareas, o en tareas grupales donde dos trabajan y el resto se entretiene con otras cuestiones), mientras la Generación Zuckerberg se mueve en el mundo con una lógica hipertextual, con flashback, fragmentada, imprecisa.
A la escuela y a sus docentes les cuesta incorporar, para enseñar los procesos cognitivos superiores, esa lógica de relacionar fragmentos para producir un texto, de explorar escenarios posibles y no un escenario único, o hacer una producción más parecida a una serie cuyos personajes son esféricos (no lineales y predecibles), un texto hipertextual en el que cada alumno se desplace por los links más significativos para él, navegando entre historias reticuladas que van y vienen en el tiempo, tan diferentes al tiempo lineal de las novelas del realismo literario.
– T: La intuición y la experiencia regían antes la crianza, pero hoy los padres parecen asumir roles desdibujados y sienten que su autoridad está jaqueada ¿Qué factores llevaron al debilitamiento de esa autonomía para definir un modelo de crianza y cuáles son las bases para recuperar lo que definen como «el estilo democrático»?
– A.M.L: Desde los Gutenberg babyboomers aparece una parentalidad más abierta y reflexiva, con búsqueda de orientaciones para mejorarla, influida por las corrientes psicológicas y pedagógicas del Siglo XX. Los adultos perplejos no entienden qué está ocurriendo y oscilan entre reacciones autoritarias para marcar la asimetría o reacciones débiles y culposas que dan cuenta de la mayor horizontalidad. La alternativa para marcar las asimetrías, sin volver al autoritarismo, es actualizar el estilo parental democrático, descripto por Diana Baumrid en los 70, a partir de la interrelación entre tres variables: control, comunicación e implicación afectiva.
Si bien los padres disponen de distintos modos de ejercer la autoridad y la disciplina, las técnicas de apoyo y firmeza del modelo democrático, son las que más favorecen el ajuste social y familiar del niño, proporcionan seguridad emocional y autoestima. Por lo tanto, en una parentalidad positiva hay una interrelación del control y de la autoridad en tanto cuidado, de la comunicación e implicación afectiva. Implicarse no es pelearse con el maestro porque desaprobó al hijo o retarlo ante una mala calificación sino ver qué está pasando, contener y ayudar. Telam
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