“A la media argentina no le está alcanzando el sueldo para vivir”, dice preocupada la conductora de Cortar por Lozano en esta charla con Infobae en la que también cuenta que de chica sufrió violencia de género
Debutó hace pocas semanas en «Corta por Lozano», el programa que la tiene como conductora exclusiva tras diez años de integrar la dupla matinal de Telefe con Leo Montero: «Estoy contenta. Es un programa que se hizo esperar y nunca sabés lo que puede pasar hasta que sale al aire».
—¿Te angustió en algún momento esa espera?
—No, cuando me enteré de que terminaba AM, me angustiaba un poco desde mi neurosis qué iba a hacer. Una vez que terminó, lo llevé mucho mejor de lo que yo creía y no sentí abstinencia de la tele.
—¿Tenías ganas de volver o en algún momento dijiste: «Qué bien que la estoy pasando»?
—Tenía un poco de miedo a un proyecto nuevo, a tomar el riesgo, a estar sola encabezando un programa. Una mezcla, resistencia, por un lado y por otro, me había adaptado a la vida civil.
—¿Dónde creés que estuvo la diferencia en vos a lo largo de tu carrera? ¿Cuál es el sello Lozano?
—Es la remada. Es la primera vez que tengo un programa a mi medida, que primero se busca y después se genera el programa. Siempre fue, y estoy muy agradecida porque me dio muchas horas de vuelo, pero siempre eran programas que ya existían: «Llamémosla que es simpática, es graciosa, a ver qué hace». Eso me dio la posibilidad de demostrar que bien o mal puedo hacer otras cosas.
—Eso en cuanto al medio. ¿Y en cuanto a la llegada a la gente?
—La gente siente que genero empatía. Vos decís: «Uy, qué lindo pelo», «tengo extensiones», «qué rico el perfume» y te digo qué perfume es. Viste que hay minas que te dicen: «Ay, no sé». Boluda, lo usás todos los días, ¿no sabés qué usas? Es eso, la proximidad, empatía, cuento la verdad, que en mi embarazo la pasé mal o que si el parto tal cosa. No hay una construcción de imagen de diva o de inalcanzable.
—¿Tu buen humor que tenés al aire siempre es así cuando se apaga la cámara?
—A veces, cuando me agarra un bajón, que no es un período muy largo, trato de ser optimista. Tengo momentos en que me gustaría decir: «La vida es una mierda», pero tengo tendencia a ver siempre lo bueno antes que lo malo, pum para arriba. No hay mucho tiempo, para adelante.
—¿Qué te enoja en tu casa?
—Jorge es muy pesado con la prolijidad de la casa o en traer gente, invitar. Es muy puntilloso. Eso me pone de mal humor.
—¿Con Antonia quién de los dos es más exigente?
—Es curioso porque soy más exigente yo, él le da más libertad pero a la vez Antonia respeta más a su papá que a mí. Es raro, un día me puedo sentir muy exigente, tampoco al extremo, y otros días soy un desastre.
—Este año apareció más Antonia. ¿Con qué tuvo que ver ese deseo? ¿Fuiste vos con ganas de mostrarla o fue ella?
—Está más grande. Es muy musical, le gusta bailar, yo la grabo, le pido permiso para subir el baile. A veces me deja, a veces no. Me divierte, me gusta, me da orgullo. A veces pienso si está bien, si está mal, si es mucho, si es poco.
—¿Cómo se lleva con esta mamá famosa?
—Se lleva bien. Le tira muy para abajo a veces que sepan su nombre: «¿Por qué sabe que me llamo Antonia? Si yo no sé el nombre de ella. Que no diga mi nombre». Aparte las dos tenemos una vida súper común, vamos al shopping, vamos al cine, supermercado, todo. Entonces cuando alguien saluda o pide una foto, dice: «No, hoy no». Igual sacan la foto. Un día me dijo: «Te voy a hacer una remera que diga ‘fotos hoy no'». Entre que le gusta y no tanto.
—Te pidió que no cantes.
—Sí, me pidió que no cante. Canté y no le gustó. Yo canto en el auto y siempre me reprime: «Cantás horrible», me dice, «no cantes más». Y cuando bailo también, me dice que soy un desastre y que le doy vergüenza. Soy como la madre que da vergüenza en un cumpleaños.
—También sos la madre copada, ¿o no?
—Por eso, le digo: «¿Qué te gustaría: tener una madre que sea un embole, una mamá seria?». Entonces le hago la mamá seria. Y no le gusta tanto.
—En Cortar por Lozano apareció la psicóloga. ¿De quién fue la idea?
—Fue una propuesta del canal, no fue una idea mía. Me parecía un lugar muy obvio, pero después le encontré la forma de lo lúdico a eso y es muy divertido.
Tendríamos que hacer una terapia de grupo con todos los políticos
—¿Vos seguís yendo a terapia?
—No, me di el alta cuando Antonia tenía un año, ponele.
—¿Te diste vos el alta?
—Sí, yo sola me la di. Siempre fui con Patricia, que es un amor de persona, y me analicé, no sé, 500 años, 15, ni idea. Y ella me había dado el alta, después murió mi mamá, volví, y nos veíamos, en vez de dos veces por semana, una vez, después cada quince días. Y después llegó un momento que dije: «Bueno, ya está, tengo que vivir».
—¿A qué político mandamos al diván?
—Políticos, a todos, una terapia de grupo tendríamos que hacer. Sería muy interesante.
—¿Cómo va a ser este año con elecciones en Corta por Lozano?
—Me encantaría tenerlos a todos en el diván, ponerles las caretas. Me gustaría hacer terapia de choque, role play. Me encantaría y ellos no son zonzos y se prestan al juego.
—¿A quién quisieras entrevistar? Alguna vez me dijiste que a Mirtha, que ya la habías entrevistado pero te gustaría tener una charla más en profundidad. ¿Hoy, si podés soñar, qué entrevista querrías hacer?
—A Cristina [Kirchner] me gustaría entrevistarla.
—¿De qué imaginás charlar con Cristina?
—De su vida, de cómo se ve ella. La fantasía que tenemos es que ella se ve divina siempre, que se ve espléndida siempre, que siempre tiene la razón en todo. Digo, hay que ver o escucharla decir eso.
Me he enfrentado con situaciones de violencia de género
—¿Fue más difícil el recorrido por ser mujer?
—No, ¿sabés que no? A mí me costó un poco más, pero no desde un lugar de víctima, era una outsider, entonces meterme costó más. El camino fue natural más allá del género. Particularmente en el laburo no siento eso. Sí me he enfrentado con situaciones de violencia de género. Es muy interesante el cuestionario que estuvimos circulando, es muy extenso pero sugiero que lo busquen y que lo hagan porque hay situaciones que uno las tiene naturalizadas. ¿Tu novio alguna vez te dijo tal cosa? Y me encontré diciendo: «Uy, yo de pendeja si un novio me decía ‘si sos modelo, te dejo'», «Me ama». Cosas que uno tiene naturalizadas. La situación de un exhibicionista en el bondi cuando era chica, de un tipo tocándose en el auto y llamarme y preguntarme dónde queda tal calle. Tengo 46 años, hay cosas que se naturalizaron y uno dice: «Ah, pero…».
—Esas dos cosas en particular: un exhibicionista y que te llamaran de auto, ¿te pasaron así?
—Sí, sí. Siendo chiquita, 14 años, 12 años. Horrible. Situaciones donde vos decís: «Uy, la pucha». Cuando te preguntan en el cuestionario, decís: «Bueno, a Dios gracias nadie abusó de mí». Pero hay otras situaciones que van más despacito, más suavecitas y son. Te dicen: «No, mi novio es muy celoso, no quiere que yo use pollera y entonces no sé qué…». «No quiere que vea tanto a mis amigas». Vos decís: «No, loca, no, ¿por qué el pibe puede hacer tal cosa y vos no?». Me parece que está muy bueno lo que está ocurriendo. Se despierta conciencia. Y es muy interesante.
—¿Qué te generó el tetazo en sí?
—Como manifestación, me parece interesante. Me pareció una estupidez lo de Necochea y los no sé cuántos patrulleros, fue a razón de un patrullero por pezón. Una estupidez. Y si hay un grupo que necesita manifestarlo de ese modo, no me parece mal. ¿Me preguntás si hubiera ido al Obelisco a mostrar las tetas? No. Creo que no es necesario, que lo puedo hacer desde otro lugar. Pero tampoco me parece mal, digo, me parece que es una línea de expresión.
—¿Cómo nos ves a las mujeres hoy en general?
—Nos veo mucho mejor, bien. Me gusta esta cosa de solidaridad, siento que estamos más en bloque, que saltamos más por nosotras mismas, que nos defendemos más. Y que también existe, poniéndolo en términos políticos y de grieta, esta cosa de que el hombre, y hay mucha mina machista, que eso me parece horrible. Como cuando aparece la noticia del anestesista que lleva a la chica a su casa, le propone trabajo y es una situación aberrante y el tipo de sorete de persona, y «Bueno, ella fue, también…». ¿No? No me gustan las mujeres diciendo eso. Sí, ¿qué? Vos tenés ganas de laburar, y supongamos que ella toma droga. ¿Y eso da derecho al tipo? Creo que todavía falta ese recorrido donde que vos tengas una minifalda no habilita al otro a tocarte o a abusar sexualmente.
—¿Qué temas te preocupan de la coyuntura?
—Lo que me preocupa en el día a día es ver que a la media argentina no le está alcanzando el sueldo para vivir, como básico. La gente va a laburar, se rompe el traste laburando, se toma un bondi donde viaja mal, llega a su casa y no puede comprarle zapatillas al pibe, no puede pagar la obra social si la tenía. Como o voy y compro esto y escatimo en lo otro. Eso me parece lo más terrible que puede pasar.
Fuente: http://www.infobae.com/sociedad/2017/02/19/veronica-lozano-la-gente-se-rompe-el-traste-laburando-y-no-puede-comprarle-zapatillas-al-pibe/
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