Ayer se cumplieron 113 años de la declaración, por parte del gobernador, de la Colonia francesa como cabecera del Departamento de San Rafael. Ese día las autoridades municipales, que sesionaban en la Villa “25 de Mayo” trasladaron su asiento a lo que hoy es la Ciudad.
Los motivos de esa decisión eran inapelables. El ferrocarril llegaba a nuestra tierra con el nuevo siglo y con él llegaba el progreso, la posibilidad de desarrollo ilimitado de las potencialidades que los pioneros habían cimentado con enorme esfuerzo.
Mucho creció San Rafael en estos años en virtud del trabajo de nuestros abuelos y nuestros padres y sobre la base de una agroindustria competitiva a la que el estado aportaba con los bancos provinciales como herramientas financieras y Giol y La Colina como reguladores y sostén de los precios en defensa de los productores,
Ya no tenemos esas herramientas y, como consecuencia de muchos años de políticas con la dirigida al conurbano bonaerense, nuestra economía regional ha perdido la competitividad y la pujanza de otrora. Sin embargo muchos productores agrícolas y establecimientos industriales bodegas del medio resisten aún y se empeñan en retomar impulso.
Sumado a ellos, el auge del turismo se ha erigido como una gran oportunidad de crecimiento económico, que los sanrafaelinos hemos asumido en su real magnitud y nos encuentra cada día más comprometidos con la atención al visitante.
Por otra parte la variada oferta de carreras terciarias y universitarias nos ha convertido en un polo educativo creciente, convocando a muchos de jóvenes de la región que, prontamente, contarán con más carreras que dictará en su nuevo predio la Universidad Nacional de Cuyo.
Los pioneros de 1903 y su visión y coraje para iniciar la empresa de ganarle al desierto y crear el oasis sur, merecen su homenaje, este que intento a través de su recuerdo, pero fundamentalmente merecen que su esfuerzo tenga un homenaje activo, que aquella decisión tenga correlato hoy.
En pocos días los referentes económicos y las autoridades políticas nos encontraremos en el almuerzo de las fuerzas vivas. Ojalá sea una oportunidad para confluir en la fijación de un rumbo que nos permita refundar un San Rafael más ambicioso, más emprendedor y ordenado. Un San Rafael de brazos abiertos a todos aquellos que quieran venir a vivir entre nuestros apreciados paisajes pero que, fundamentalmente, privilegie a las familias sanrafaelinas.
Un San Rafael pujante es posible. Tenemos los recursos, tenemos la gente, tenemos la tierra. Hagámoslo.
Dip. Prof. Edgar Rodríguez.
UCR- San Rafael.
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