San Rafael, Mendoza 23 de noviembre de 2024

Regreso a los libros, desde la frontera de las necesidades

Biblioteca Popular de Jujuy.

 Festival de Ideas. Se hizo en Jujuy y reunió a bibliotecarios de todos el país para pensar proyectos que estimulen la lectura.
 El libro digital aquí no es materia de discusión, lo que importa de verdad es el enamoramiento que todavía produce el libro material, el objeto y su contenido. Y mucho más todavía, el entorno social construido para albergar la experiencia: la lectura provocada funciona no sólo como motor cultural. También es un vehículo de inclusión, contención y generador de lazos fundamentales para la supervivencia. Este es uno de los temas que se discutieron ayer en las mesas de trabajo del Festival de Ideas, que se desarrolló en la Biblioteca Popular de San Salvador de Jujuy organizado por la subsecretaría de Economía Creativa del Ministerio de Cultura de la Nación. El objetivo final fue seleccionar tres proyectos que piensen la biblioteca que este siglo necesita.

Desde las páginas de una geografía regional colorida llegaron bibliotecarios, educadores, estudiantes, gestores culturales que difunden las virtudes del libro y la lectura para aprender e intercambiar experiencias. Uno de ellos fue el multifacético Fernando Ríos, que brindó una “charla motivadora” sobre cómo provocó nuevos lectores con una iniciativa insólita en Tucumán. Amante él de los libros e inquieto por la falta de lectura entre los más jóvenes, un día colgó media docena de libros en una parada de colectivos. En pocas horas los libros no sólo habían sido tomados sino que la curiosidad por el origen de la iniciativa cruzó la ciudad. Después Ríos subió la apuesta, armó una biblioteca ambulante llamada Crisálida en una casa rodante que presta libros basándose en la confianza de la devolución. Hoy existen unos quinces puntos en la ciudad donde se pueden retornar los libros prestados y un centro cultural llamado “El árbol de Galeano” opera como base. “Se revaloriza la palabra empeñada: prestamos libros porque creemos que los vas a devolver”, explica Ríos, entusiasmado.

Muchas de las bibliotecas populares cuyas experiencias se compartieron en esta jornada no integran la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) y, sin embargo, sobreviven por necesidad de los vecinos en el interior de Jujuy, Tucumán o Salta. Ester y Marta conducen la biblioteca “El futuro de los niños”, surgida en 2013 en un local alquilado en una casa de familia en el barrio San Guillermo de esta ciudad. Nació con la donación de libros por parte de los vecinos. Pero el motivo inicial fue social; querían combatir la problemática de las drogas y el alcohol que estaba afectando gravemente a sus hijos. “Las madres nos juntamos para contenerlos a través de la lectura”, explica Marta. ¿Y qué hicieron? “Un día preparamos pizzas, panchos, gaseosas para estos chicos y los invitamos a comer y cuando llegaron se encontraron, además, con una mesa con muchos libros de los más variados. No les dijimos nada y de a poco los fueron mirando, levantando y se los llevaron. Les preguntamos por qué no leían y nos decían que se aburrían, que en la escuela les imponen libros que no les interesan. Ahora también escriben y tocan música”, resume con una sonrisa.

Andrés Gribnicow, subsecretario de Economía creativa del Ministerio de Cultura de la Nación opina que “la biblioteca tiene un rol inclusivo fundamental, contiene, tiene que ver más con la vida de las personas, y las puede ayudar. La imagen de la biblioteca silenciosa, como lugar sagrado es lo que tratamos de cambiar por un espacio de participación. Apropiarse de lo público es algo que se puede trabajar desde la economía creativa y la Conabip”.

La experiencia de Luis Oscar Flores del barrio Roberto Romero de Salta, donde coordina la biblioteca Martina Silva de Gurruchaga, va en este sentido: “Tenemos la biblioteca desde hace 8 años, se creó para que los chicos encontraran qué hacer con ese tiempo libre que finalmente le dedicaban a los vicios. Hacemos danza, teatro y clases de apoyo escolar. Trabajamos ad honorem y nos faltan libros, tiene más una función social”, se lamenta. A su vez, Alejandrina D’Elía, Directora Nacional de Innovación cultural, sostiene que “crear hábitos culturales es difícil, hay que trabajar en todos los ámbitos, la casa, lo institucional, lo gubernamental. La biblioteca debe ser mucho más que un repositorio de libros: debe ser un lugar donde pasen cosas”.

En el fondo del salón del Festival de Ideas el artista Leo Núñez montó una instalación conectada a una PC donde uno puede escribir una palabra que cae en la pantalla y se combina con otras y arma frases caprichosas. Alguien escribió compromiso; otro, historia, pensamientos, diversidad, horizontes. Todas palabras enlazadas con la esperanza.

Fuente: http://www.clarin.com/cultura/Regreso-libros-frontera-necesidades_0_1639036278.html

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