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Leones, su ópera prima, ganó el Gran Premio del Jurado en el Bafici y causó incontables polémicas; ahora llega a la Lugones y al Malba
Una de las películas argentinas más comentadas en la última edición del Bafici fue Leones , la ópera prima de Jazmín López. Tuvo amantes y detractores, generó polémicas y comparaciones. Parte de lo que puede provocar una película que está viva, en suma. Para esta egresada de la Universidad del Cine, la experiencia fue intensa y enriquecedora. Su primer largometraje ya había pasado antes por Venecia, Viena, Vancouver, Río de Janeiro, Sevilla y Torino, siempre con recepciones más equilibradas. En el Bafici, Leones fue una de las tres películas argentinas incluidas en la competencia internacional y ganó el Premio Especial del Jurado. Filmada casi íntegramente en Río Manso, entre El Bolsón y Bariloche, la película de esta artista plástica que estudió con Jorge Macchi y Guillermo Kuitca y expuso en los Estados Unidos, México y Turquía se estrena ahora en la sala Lugones (desde mañana hasta el miércoles 15, a las 19.30 y a las 22) y en el Malba (los viernes, a las 20). Es un buen desenlace para un proceso que la directora rememora satisfecha: «El rodaje fue extremadamente emotivo para mí, fui muy feliz filmando esta película -cuenta-. Y cuando la terminé, me sorprendió lo parecida que quedó a lo que imaginaba cuando escribí el guión. El rodaje fue casi un proceso técnico, de simple traslado a imágenes de lo que tenía en mente antes de empezarlo. Es una película que se cuenta más a través de la construcción de las imágenes y el sonido que a través de los actores».
-¿Hubo mucho trabajo de montaje?
-No. Me animo a decir que el 40% de las escenas que filmé salieron en una sola toma. De algún modo, el montaje se fue armando en el propio rodaje, estaba pensado de ese modo. Ensayábamos muchas horas y después filmábamos, por lo general a razón de una escena por día. Hubo, eso sí, mucho trabajo de posproducción: de hecho, doblamos toda la película, usamos el sonido directo apenas como referencia. Y el montaje de las imágenes se hizo desde un punto de vista plástico, más que de estructura. Al tratarse de una película con una intriga, el orden estaba preestablecido en el guión.
-¿Cuál fue el disparador inicial de la película?
-Tenía, antes que nada, una idea formal, la de trabajar sobre cosas que ya venía investigando en mis cortometrajes, sobre todo en la expansión y la condensación del tiempo. Y también tenía la idea de introducir la fantasía en un marco realista. No quería hacer una película fantástica, sino una que insinúe que hay otra cosa detrás de lo que estás viendo. Inevitablemente llegó entonces la idea de la muerte como contenido para esa forma. Pero para mí la película funciona como retrato de una edad, de mis 20 años. A esa edad sentí que había estado toda la vida preparándome para ser adulta y que cuando finalmente ese momento había llegado, el vacío era enorme, una sensación como de estar muerta en vida, una experiencia del tiempo muy distinta de la que puedo llegar a tener hoy. En la adolescencia, el tiempo puede ser muy largo o muy corto, todo depende de la emoción del momento.
-¿Cómo construiste los personajes? ¿Qué referencias usaste?
-Tienen cosas mías, de eso me di cuenta después de terminar la película. Pero se trata, más que nada, de cinco funcionalidades diferentes de una misma persona. Cuando hice el casting, no buscaba individualidades, sino características.
-¿Hay vínculos entre tu faceta de artista plástica y la de directora de cine?
-Mucha gente encuentra vínculos visuales entre mi pintura y lo que filmo, pero yo veo mayores lazos conceptuales que visuales. Por lo general, tanto en las películas que hice como en mis pinturas, intento que el espectador complete lo que está viendo, que decida sobre eso que ve, que es siempre algo en proceso.
-Aunque existen excepciones, por lo general, se pinta en soledad y se filma en grupo. ¿Qué te resulta más cómodo?
-Me gusta mucho trabajar en grupo. Igual, siempre pasa que cuando estás en un lugar querés estar en el otro.
-¿Te han dicho que viendo Leones es casi inevitable pensar en Lost ?
-No tanto. Pero cuando escribí la película, efectivamente estaba viendo Lost . Después la dejé, pero naturalmente hay alguna influencia. No me gustaban las resoluciones de la serie. Puede queLeones tenga que ver más con el principio de la serie que con el final.
-¿Es difícil producir una película independiente en la Argentina?
-Sí, es difícil. Con Leones yo aprendí todo de cero: la relación con el Incaa y cómo se coproduce con capitales extranjeros, por ejemplo. Fue una película mediana, ni gigante ni chica, y eso es algo que no quisiera repetir. Si todos saben de entrada que hay tanta plata, se puede llegar a un acuerdo inicial y asunto terminado. Pero mucha gente ve los logos de los coproductores europeos y piensa que tenés mucha plata. Es el problema de no hacer algo muy chiquito o decididamente grande. El término medio genera demasiados malentendidos.
-La película estuvo en Venecia y en el Bafici. ¿Cómo evaluás cada experiencia?
-Como dos cosas muy distintas. Venecia es un lugar muy particular: está la alfombra roja, hay muchísima prensa y muy poco contacto con el público. La única devolución que tenés es la de los críticos. Mi festival preferido hasta ahora es el de Viena, ahí no hay competencia ni negocios rondando. Y al Bafici lo padecí bastante, la verdad. Me sorprendió mi reacción infantil ante las críticas, no pude sostenerlo emocionalmente. Se armó una dicotomía ridícula entre Viola [del argentino Matías Piñeyro] y Leones y, para mí, la de Matías es una película hermosísima, nunca se me ocurriría rivalizar. Matías es un gran amigo. Fue rarísimo.
LEONES MISTERIOSOS
Dice Jazmín López que en todos los lugares donde exhibió su película apareció la pregunta por el título. Sobre todo porque no guarda relación aparente con el argumento: en Leones, cinco adolescentes deambulan perdidos en un bosque. Conversan, discuten y no encuentran un rumbo definido. El tiempo tampoco transcurre con normalidad. Finalmente, más cerca del final se develará un enigma que no conviene adelantar. No hubo una razón específica que motivó la elección del título, pero sí un recuerdo que puede haberla impulsado: «La idea de Leones viene de un recuerdo muy viejo de mi infancia: en la primaria nos hacían leer a Borges. Yo no entendía nada, pero hubo una frase que me quedó grabada: «Los animales son inmortales porque no son conscientes de su propia muerte». Después, un crítico alemán vio la película y escribió que, hace muchos años, los cartógrafos, cuando no sabían qué había en un lugar o bien no podían llegar allí, dibujaban leones. Y explicó también que si un sitio al que no se podía llegar existiese en la mente, seguro que sería el de la muerte, un lugar que está, pero que no podemos atravesar». Fuente: lanacion.com
Por Alejandro Lingenti | Para LA NACION
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