Al Papa le preguntaron si había tenido alguna vez un problema con Macri y respondió que una sola vez en seis años, cuando Macri era jefe de Gobierno porteño y el Papa estaba en su rol de arzobispo. «Una sola vez en tanto tiempo. El promedio es muy bajo», sostuvo.

«Algunos otros problemas los hablábamos en privado y lo resolvíamos en privado. Y los dos respetamos siempre el acuerdo de privacidad. No busque razones. No hay ninguna explicación en la historia para que se diga que yo tengo un conflicto con Macri», indicó el Papa.

Hay dos mujeres del gobierno de Macri sobre las que el Papa se detiene: la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, y la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley. «Conozco la sensibilidad social de ellas y sé por la Iglesia argentina que siguen siendo muy sensibles ante el sufrimiento de los que menos tienen», destaca.

Con respecto a la visita que recibió de Hebe de Bonafini, Francisco dijo que hasta un amigo lo criticó a través de una carta por ese encuentro. Fue un acto de perdón. Ella pidió perdón y yo no se lo negué. No se lo niego a nadie. Nunca fue cierto que las Madres ensuciaron la Catedral de Buenos Aires», dijo.

«Es una mujer a la que le mataron dos hijos. Yo me inclino, me pongo de rodillas ante semejante sufrimiento. No importa lo que haya dicho de mí. Y sé que dijo cosas horribles en el pasado», expresó.

Sobre el rechazo a la donación del gobierno argentino a Scholas Ocurrentes, aseguró: «Yo les dije a los dos responsables de Scholas, con todo mi cariño, que los estaba preservando a ellos, los estaba cuidando de eventuales tentaciones o errores en el manejo de la fundación», explicó.

En cuanto a la visita que recibió de los jueces argentinos, el Papa Francisco explicó que solamente los recibió y que  «no puedo apoyar ni dejar de apoyar cuando no estoy al tanto de los pormenores judiciales argentinos».

Además Francisco se refirió a su relación con los ultraconservadores de la Iglesia. o quiero una Iglesia abierta, comprensiva, que acompañe a las familias heridas. Ellos le dicen que no a todo. Yo sigo mi camino sin mirar al costado. No corto cabezas. Nunca me gustó hacerlo. Se lo repito: rechazo el conflicto. Y concluye con una sonrisa amplia: «Los clavos se sacan haciendo presión hacia arriba. O se los coloca a descansar, al lado, cuando llega la edad de la jubilación».

Fuente: La Nación