San Rafael, Mendoza 23 de noviembre de 2024

Un desenlace digno de una gran batalla

basquetSi esto es lo que espera, abróchense los cinturones. Porque el primer partido fue un monumento al baloncesto, casi 200 puntos entre Barcelona y Real Madrid coronados como debe de ser, con una canasta sobre la bocina. Una batalla preciosa, de púgiles valientes, en la que venció el Barça como lo pudo haber hecho el Madrid, porque nadie fue realmente superior. En el filo, Navarro se inventó la penúltima genialidad, una asistencia cuando al resto le hubiera quemado el balón entre las manos, para que Perperoglu pusiera el 1-0 en una final ACB que promete. [100-99: Narración y estadística]Se balanceó el partido punto arriba y punto abajo. Mezcla de respeto y cansancio, pero también del talento que atesoran estos 24 gladiadores que pugnan, por enésima vez, por un título. 

El nombre propio podría haber sido Doellman con sus seis triples, o Carroll con sus 21 puntos como puñales, o Ayón que anotó la última canasta del Madrid y colocó un tapón a Navarro que pareció definitivo. Lo fue Perperoglu, uno de esos tipos que aman los técnicos, con mil peleas a cuestas y un saber estar que vale millones. Lo fue el griego por su punto 18, porque Navarro -quien jugó los últimos minutos como base-, que podría estar achicado por haber fallado un segundo antes, recibió de fondo entre líneas con una finta y cuando los defensores blancos se le abalanzaban, la cedió para que el Palau estallara.

Tras el arreón inicial azulgrana y la respuesta siguiente de un Madrid espoleado por Rudy y Llull, el encuentro entró en una fase de igualdad que lo engrandeció. Pese a las dudas que han arrastrado durante todo el curso, Barça y Madrid mostraron un nivel altísimo en la cumbre de la final, lidiando con talento ofensivo, decisión y valentía los nervios propios de la tensión. Bajaron las guardias una vez que los blancos remontaron el 19-10 de comienzo y entonces el choque se volvió un toma y daca entretenidísimo. Porque de repente emergía Justin Doellman con cinco triples casi consecutivos, pero también Willy Hernangómez fugaz con un par de canastas en la pintura, o Carroll, el martillo pilón rival para no dejar que los locales se escaparan. Tomic era el centro de todo, de canastas, rebotes y asistencias hasta coquetear con el triple-doble (14-8-8), pero también de los suspiros de desesperación de la grada cuando no atacaba con decisión el aro o cuando erraba tiros libres una y otra vez (seis de 12).

Ayón es su némesis, bregador como nadie, siempre al quite defensivo, durísimo como el pedernal.Avanzaban golpe a golpe, canasta a canasta, con una facilidad que hacía sospechar del nivel de la zaga, seguramente haciendo mella el cansancio de otra temporada sin fin. Nadie bajaba el pistón, Perperoglu, Nocioni, Satoransky, Felipe y por supuesto Llull. El Madrid más sólido de lo que venía demostrando ante un Barça que llevaba el ritmo, pero que no podía romper el partido, no podía controlar el torrente ofensivo blanco y el propio duelo se disparaba en anotación (33-27 fue el parcial del tercer cuarto). Y eso, al Barça, la mejor defensa de la ACB, le podía generar dudas.Con eso jugaba el Madrid. Al comienzo del acto definitivo puso el Barça siete puntos de por medio que parecían un mundo (82-75), pero Nocioni estaba enrabietado por una antideportiva que sólo apreció el árbitro: la respuesta fue un 0-9 coronado por un triple de Rudy, quien definitivamente está de vuelta. Ya casi en el abismo, de nuevo el Barça intentó el arreón (98-95), pero Carroll y Ayón propiciaron que sólo la épica salvara al equipo de Pascual para poner el 1-0 que es mucho más de lo que parece: en 30 de las 32 finales anteriores venció el que golpeó primero.

Fuente: http://www.elmundo.es/deportes/2016/06/15/5761bd69ca474108678b45df.html

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