Una auditoría interna realizada en conjunto con Fiscalía de Estado dejó al descubierto negocios millonarios en el comercio de medicamentos en Mendoza. El papel de médicos, farmacias y laboratorios en una cadena escalofriante que tiene como rehén al afiliado.
«Sonría, lo estamos filmando». En conjunto con la Fiscalía de Estado, la Obra Social de los Empleados Públicos (OSEP) ha iniciado una auditoría interna que ya comenzó a arrojar resultados alarmantes y tiene como objetivo terminar con la irresponsabilidad con la que -durante años- se manejaron muchos médicos de la provincia. Entre las irregularidades detectadas en el organismo que conduce Sergio Vergara, se destacan el robo de recetas para venderlas de forma ilegal, la sobre prescripción de medicamentos por parte de profesionales de la salud, la complicidad de ciertas farmacias y hasta médicos que se auto prescriben dosis peligrosas de medicamentos derivados del opio. En el medio, no sólo existen sospechas de negociados millonarios, sino también la posibilidad de que se esté induciendo a la población a tomar más medicinas de las necesarias.
Según datos que surgen desde la OSEP, por mes en la provincia se firman 280 mil recetas y la obra social gasta alrededor de 780 millones de pesos anuales en medicamentos para sus afiliados. Con la intención de conseguir un uso racional de los mismos, la nueva gestión creó un programa especial bajo las órdenes de la doctora Mónica Guerrini. Pero además de ello, se designó dos auditoras para que investigaran posibles irregularidades cometidas en los últimos años.
Gracias a esta auditoría se pudo detectar, por ejemplo, que un profesional médico que sólo brindó nueve consultas en el año 2015, firmó un más de 12.000 recetas en el mismo periodo. Lo llamativo es que no fue un caso aislado, sino que la híper prescripción de medicamentos era una práctica corriente que no sólo significaba erogaciones millonarias para la OSEP, sino que ponía en riesgo la salud de los pacientes a los que se los estaba sobre medicando.
De esta manera, se logró descubrir casos aberrantes, como el hecho de que a muchos pacientes oncológicos se les iniciaban sus tratamientos sin aplicar los primeros pasos que establecen las guías internacionales. «Se detectaba un cáncer y en lugar de seguir los primeros pasos del esquema terapéutico, en muchas oportunidades se saltaban niveles y comenzaban a recomendar tratamientos más caros e invasivos», explicó Nélida Flores, una de las profesionales a cargo de esta auditoría.
Casos sensibles como este se repiten también ante pacientes a los que se les diagnosticaba esclerosis múltiple, una enfermedad crónica del Sistema Nervioso Central que implica tratamientos con medicamentos que cuestan más de 30.000 pesos. Teniendo en cuenta la cantidad de población que hay en Mendoza, el número de pacientes afiliados a los que se trata por este mal duplica los promedios internacionales. Por este motivo, se ha puesto la lupa sobre los médicos que estaban firmando recetas para tratar la esclerosis múltiple, mientras que a su vez se cruzan los datos con los afiliados que reciben el tratamiento.
Específicamente, quieren corroborar que no se esté prescribiendo indebidamente la droga comercializada bajo el nombre de Rebif, ya que puede perjudicar la salud de quien la consume sin tener que hacerlo. «Hay que entender que todo medicamento es un producto extraño para el cuerpo y genera consecuencias», manifestó Analía Torres, otra de las auditorías designadas por la OSEP.
Sin embargo, tampoco descartan una posible complicidad de falsos pacientes, que pueden formar parte del fraude. Sobre todo, teniendo en cuenta que la auditoría sacó a la luz casos de afiliados de edad avanzada que pese a tener domicilio en Rivadavia acuden varias veces por día a farmacias puntuales del Gran Mendoza. En este sentido, aclaran que la investigación implica varios actores en este negocio cuestionable, como lo son el médico, la farmacia, el laboratorio e incluso el mismo paciente. Este último puede revender la droga o hacer un consumo irracional de la misma.
Según las auditoras, se detectó el caso de un médico cirujano que se auto prescribe y se hace prescribir una cantidad elevada de opiáceos (alcaloides presentes en el opio) lo cual hace sospechar una posible adicción o la comercialización de la droga. Con receta, cada envase de 5 ampollas de esta sustancia cuesta $400 pesos.
Otro dato alarmante es que en Mendoza se recetan más psicotrópicos, ansiolíticos e hipnóticos que antibióticos. Esto también enciende alarmas en la obra social por el híper consumo de los pacientes. «Muchos afiliados los toman bajo receta, pero sin control profesional», remarcan las auditoras.
«Se llegó a este punto porque a partir del año 2008 se dejaron de controlar los datos y no se hizo un cruzamiento entre la cantidad de recetarios solicitados por los médicos, la cantidad de consultas realizadas y las prescripciones que firmaron», agregaron. Incluso, hablan de una facilidad inusitada para sacar recetarios del depósito de la OSEP, a pesar de que se trata de un documento legal que sólo debe entregarlo personal específico. Tal es así, que se comprobó que algunos recetarios se vendieron de forma ilegal a valores cercanos a los 1.500 pesos. Cada uno trae 50 recetas que eran vendidas por médicos y farmacias por entre 30 y 50 pesos.
Pese a que muchos profesionales ya han sido identificados y se pudo puntualizar algunas farmacias en las que se cometían irregularidades, la investigación aún sigue su curso. Antes de realizar acciones concretas, las autoridades de la OSEP intentan saber a ciencia cierta qué cantidad de consultas dieron los médicos híper prescriptores, para determinar si atendían a los pacientes a los que les firmaba la receta, o la rubricaba sin hacer chequeos o si directamente se les falsificó la firma.
Mientras tanto, se ha optado por una medida disuasiva y se comenzó a llamar la atención a profesionales, farmacias y pacientes sobre casos puntuales. El objetivo es demostrar un cambio en los mecanismos de control para que los actores en esta compleja cadena de favores se sientan observados y comiencen a encauzar sus conductas. Una aplicación particular del panoptismo (combinación de vigilancia, el control y corrección) que supieron desarrollar pensadores del siglo XIX y el siglo XX. Un método disuasivo que a diario podemos ver plasmado en locales comerciales que amablemente indican: «Sonría, lo estamos filmando».
Fuente: http://www.mdzol.com/nota/670115-osep-revela-la-peor-cara-de-la-corrupcion/
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