San Rafael, Mendoza lunes 25 de noviembre de 2024

¿Por qué los británicos son tan ‘raros’?

Kate FoxEs lo que tiene vivir en una isla. Y más si la isla está sobrepoblada (65 millones). Y aún más si la isla superpoblada vive bajo un techo gris de nubarrones, expuesta a todas las horas a un clima desapacible y cambiante, que forma ya casi parte del carácter nacional.Y sin embargo Kate Fox, antropóloga y autora de «Watching The English», no cree que el determinismo geográfico-histórico-climático sirva por sí solo para explicar por qué los ingleses (y por extensión los británicos) son tan «suyos». Porque Fox considera que eso de que los escoceses y los galeses se sienten más europeos es un «mito». 
Señalemos de entrada que tan solo el 15% los habitantes del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte se sienten «europeos», frente al 64% que se consideran estrictamente «británicos». El Eurobarómetro no miente: los habitantes de las islas británicas siempre se han considerado «otra cosa» y la grieta se ha ido ensanchando en los últimos años. «La gran mayoría de los ingleses, y aún más de los escoceses, no se consideran europeos», sostiene Fox. «Y no solo lo dicen las encuestas; esto es evidente en cualquier conversación». «A Europa la hemos visto siempre como nuestra vecina, e incluso con nuestros vecinos mantenemos una relación a distancia», explica la antropóloga. «Hace un año hice un estudio y descubrí que sólo uno de cada cinco ingleses conocemos por su nombre a los vecinos y que tres de cada cinco no se presenta a nadie cuando cambia de barrio… Es más, la mitad de nosotros tendemos a escondernos o demorar la entrada en casa por no cruzarnos con nuestros vecinos».»Eludir a toda costa la intrusión y la imposición» es parte de carácter inglés, según Fox, y eso explica en gran parte la relación conflictiva que siempre ha habido entre Londres y Bruselas…»Digamos que Europa es nuestra vecina y estamos contentos de ser «buenos vecinos», pero con las usuales precauciones y cautelas… Por favor, no os entrometáis, no vulneréis nuestro espacio y no intentéis imponeros.

Y no os acerquéis más de la cuenta o penséis que somos vuestros mejores amigos, por el mero hecho de vivir en la puerta de al lado».Moderación e hipocresíaDesde su mirador en el Centro de Investigación de Asuntos Sociales (SIRC) de la Universidad de Oxford, Fox ha observado el comportamiento de sus compatriotas con una perspicacia comparable a la del holandés G. J. Renier (autor del clásico «Los Ingleses: ¿son humanos?») y con un sentido del humor incorregiblemente inglés.El humor, asegura Fox, es uno de los tres «reflejos» básicos (los otros dos son la moderación y la hipocresía) con los que los ingleses combaten su «enfermedad social congénita». A saber: «una combinación de autismo y agorafobia, un malestar y una incompetencia en las situaciones sociales, una vergüenza y una «rareza», un estreñimiento emocional y una falta de habilidad general para tener una relación directa y franca con otros seres humanos».Como contrapunto, la antropóloga completa el diagrama del carácter inglés con los valores (juego limpio, cortesía, modestia) y con las actitudes (empirismo, pesimismo, conciencia de clase). Sin ánimo de hacer una radiografía exacta, y menos aún de descifrar el genoma inglés, Kate Fox pone sobre la mesa las «peculiaridades de la conducta inglesa», que nos vienen muy bien para intentar descifrar la incomprendida relación de vecindad con los otros 27.»Intentamos ser siempre corteses, y no antipáticos, pero hemos perfeccionado lo que los sociolingüistas llaman «cortesía negativa».

Los británicos hemos desarrollado toda una cultura en torno a esta idea: juzgamos a los demás desde nuestra óptica, pensamos que todo el mundo comparte nuestro deseo patológico de privacidad, vamos a lo nuestro y cortésmente ignoramos a los otros».»Vive y deja vivir»… Parafraseando al famoso título de James Bond, así define según Kate Fox la versión británica de la tolerancia, a nivel privado o en el contexto internacional (otro día hablaremos de la similitud con los japoneses y de los vestigios del imperio). De cara a la Unión Europea, advierte Kate Fox, la típica oblicuidad británica puede servir para despistar aún más en las encuestas, como ya pasó en las últimas elecciones generales.»Creo que hay más gente indecisa que la que realmente reflejan los sondeos. En nuestro país, yo me fiaría sobre todo de las apuestas. Por lo general, tienden a dar mucho más en la diana que la encuestas».

Fuente:http://www.elmundo.es/internacional/2016/02/27/56d08bceca4741a41b8b4656.html

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