La cantante, que se dio el gusto de cantar en el Teatro Colón, dice que es una anti diva, admira a Lali Espósito y asegura que piensa «morir arriba de un escenario»
Le temblaban las piernas. Dice que miraba hacia arriba y veía caras que asomaban entre las luces, manos que aplaudían y pedían un bis. La orquesta se había ido del escenario, los técnicos también; sólo estaba ella en medio de esa inmensidad de madera, terciopelo, mármol y cristales. Y entonces, Valeria Lynch se quiso dar un gusto: el de cantar a capella en el Colón.
-Además, hiciste dos funciones en un mismo día.
-¿Te resultó muy difícil elegir el repertorio?
-No, teníamos diferentes opiniones, pero finalmente nos pusimos de acuerdo. Al ser dos funciones en un mismo día, teníamos que meter 14 canciones, no había tiempo de hacer más. De la primera a la segunda no pude hacer bis, pero cuando terminé la segunda función. Estaba muerta porque la carga emotiva que conlleva estar en ese teatro es tremenda, sentís que se te viene encima y que sos cada vez más chiquita. Creo que fue una de las primeras veces en mi vida en que temblequee y tuve miedo. Pero volví a salir al escenario y canté a capella. Fue un momento imborrable.
-¿Sorprendió tu interpretación de «Muchacha ojos de papel»?
-Sí, fue un estreno. Conocí al «Flaco» Spinetta cuando yo hacía Hair, porque él iba a buscar a su musa inspiradora al teatro, una chica que trabajaba conmigo en el musical. Nos conocimos bastante, y yo lo admiré siempre. Me pareció que una canción emblemática era «Muchacha.», el puntapié inicial de ese gran músico que fue. Siempre lo quise cantar en público porque es un tema que me encanta.
-Además, vos tenés un pasado rockero muy fuerte…
-¡Claro! Pero después cambié por la balada porque en la época en la que hacía rock era una marginal total. Me encanta el rock, pero yo quería vivir de mi profesión y de mi vocación y por eso me pasé a un género más «internacional». Pero siempre, en un rincón del corazón, llevo un pedazo de rock.
-También cantaste «Nada», un tango emblemático, ¿cómo lo recibió el público?
-¡Muy bien! Yo tenía mucha curiosidad por la reacción ante estas incorporaciones. En realidad, la tenía de invitada a María Graña para hacer un dúo, pero se enfermó y decidí cantarlo igual. Y después hice muchos éxitos míos, pero lo que no quería era que quedara la orquesta por un lado y la canción por el otro, sino que todo quedara unificado al estilo sinfónico. Y creo que lo conseguimos.
-¿Te habías imaginado alguna vez que ibas a contar con todos esos recursos para tus canciones?
-No, la verdad que no. Y crecieron y se vistieron mucho las canciones. Yo tuve la suerte de cantar en el Carnegie Hall, en Nueva York, hace algún tiempo, lo más parecido al Colón que hice. Fue en 1988. Yo pasé con el que era mi marido y manager, Héctor Cavallero, por la puerta y le dije: «Algún día voy a cantar acá». Nos reímos y seguimos, pero finalmente lo conseguí.
-¿Y cómo hiciste para cantar ahí?
-Me contrataron. Yo fui muy popular durante los 80 y los 90 en toda Latinoamérica, y había un productor cubano que me contrató par hacer un show ahí. A diferencia de nuestro Teatro Colón, el Carnegie Hall siempre fue muy popular. Cualquiera puede contratar la sala y hacer un concierto. Así que puedo decir que canté antes en el Carnegie Hall que en el Colón.
Maestra, conciliadora y anti diva
Cada vez que lanza una carcajada, su vozarrón rebota en la quietud de la sala de reuniones. Y Valeria Lynch se ríe mucho y con ganas, pero también escucha y piensa antes de responder. Está muy atenta a lo que pasa a su alrededor pero no impone condiciones de ningún tipo al momento de prestarse a la charla; es amable y tiene una seguridad en sí misma que muchas otras grandes celebridades seguramente envidiarían.
-Más allá de tu carrera como cantante, sos una figura indiscutida del musical. ¿Te gustaría volver al género?
-Sí, claro, siempre. El musical te exige, es maravilloso. Ahí ponés a prueba tu talento para las tres disciplinas -el canto, el baile y la actuación- en cada función. Y me gusta la docencia también, enseñar. Hoy tengo 16 escuelas orientadas a la comedia musical en todo el país, y se siguen sumando… Y no pongo el nombre nada más: yo voy y conozco a cada uno de los alumnos, tomo exámenes.
-¿Cuál es el mensaje que te gusta dejarle a tus alumnos?
-Que esta carrera no es tan fácil como te muestran en la tele. Todo es una lucha y un esfuerzo, pero el fruto es tan lindo… Recibir el aplauso de la gente y sentirse querida y vigente son cosas que no tienen precio. Yo soy una privilegiada.
-¿A vos quién te enseñó?
-Alejandro Romay. Era alguien que quería a los artistas, les daba la oportunidad. Le debo mucho. Fue mi padrino artístico, el que me hizo dar mis primeros pasos en teatro y en televisión.
-¿Cómo te descubrió?
-Yo empecé a cantar profesionalmente en La botica del ángel, con Bergara Leumann. Ocho meses canté ahí, «Cuando un amigo se va», de Alberto Cortez, y un tango de Azucena Maizani. Tenía 17 años. Romay fue a ver la función, me vio y le dijo a Bergara: «Te la voy a robar». Y me llevó. Ahí empecé a hacer Hair, a aparecer en Sábados de la bondad.
-¿Cómo te recordás en la época de Hair?
-Yo estaba feliz de hacer ese musical, era muy joven y me sentía una revolucionaria, me dio la posibilidad y la libertad de expresarme en lo que yo quería. Y fue el comienzo de todo lo que vino después, porque hacíamos dos funciones diarias y llenábamos. Fue un éxito impresionante que duró tres años. Desde ahí no paré de hacer musicales.
-¿Quiénes eran tus referentes?
-Barbra Streisand, Mercedes Sosa, Janis Joplin. Muy distintas todas. ¡Mina! Ella es la cantante de todos los tiempos, la que tiene una voz que no tiene edad, y un estilo muy personal. Es impresionante cómo canta un blues, un tango, una balada.
«Vos podés ser técnicamente impecable, pero si no hay algo que llegue al corazón de la gente, es muy difícil que perdures.»
-¿Ves futuras promesas dentro de la escena local?
-Lali Espósito. Ella es una artista completa, porque es buena comediante, actúa muy bien, es muy buena cantante, baila, tiene carisma… Porque el carisma tiene mucho que ver, vos podés ser técnicamente impecable, pero si no hay algo que llegue al corazón de la gente, es muy difícil que perdures. Lali es una artista que va a perdurar. Y tiene una cabeza increíble, es su propia empresaria y tiene muy claro hacia donde va. Eso, a esa edad, es un milagro.
-¿Te considerás una buena compañera de trabajo?
-Soy conciliadora y muy diplomática. Y si tengo algún problema, voy de frente. Nunca me pasó de sentirme incómoda en un elenco. Al contrario, siempre tuve buena onda con mis compañeros. Pienso que siempre es la cabeza de compañía la que que marca el clima, por eso si están en ese lugar tenés que predicar con el ejemplo. Si vos mostrás buen trato, igualdad… Porque todo se hace en equipo, por más que vos seas la cabeza, siempre hay un equipo que te secunda y te sostiene. Tengo esa forma de pensar.
-La gente debe pensar que te la pasas gritando.
-(Risas). Sí, muchos me dicen: «¿Pero vos no pegás gritos?». Y no, la verdad es que sólo grito en el escenario. En mi casa tampoco.
-¡Y tus fanáticos te adoran!
-Sí, lo se. Los fans míos son incondicionales, tengo muy buena onda con ellos, con la gente en general. A mí no me molesta que me pidan una foto o tener que pararme a firmar un autógrafo, para nada. Hay artistas a los que no les gusta eso. En realidad, depende de la situación también, ¿no? Pero yo disfruto de lo que hago. Luché toda mi vida para ser popular, reconocida, ¿cómo voy a renegar de la fama? Soy la anti diva. Diva, arriba del escenario, abajo no. Yo soy una mina normal.
-¿Nunca te cansás?
-No. No puedo.
-No sos del año sabático…
-¡No! Soy eléctrica, vivo enchufada a 220. Yo no me jubilo más. Me muero arriba de un escenario, seguro.
-¿Qué disfrutás de hacer en los ratos libres?
-Es raro que tenga un rato libre, pero cuando puedo me gusta mucho ver videos. Tengo una colección. Miro muchas series. Policiales más que nada, me apasionan.
-De verdad, ¿nunca fantaseaste con dejar todo?
-¡No! Mirá, soy perito mercantil y, cuando terminé la secundaria me anoté para estudiar derecho en la universidad. Empecé y ahí tuve que optar y elegí cantar. La abogada jamás podría haberle ganado a la cantante. No me imagino haciendo otra cosa porque esto es mi vida, mi vocación, mi forma de comunicarme con la gente. Todo lo que tiene que ver con el arte me llena el alma.
-Si te cruzaras con esa chica de 17 años que cantaba en La Botica. ¿Qué le dirías?
-«Felicitaciones, lograste lo que querías».
Fuente; http://www.lanacion.com.ar/1859867-valeria-lynch-luche-toda-mi-vida-para-ser-popular-como-voy-a-renegar-de-la-fama
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