San Rafael, Mendoza 24 de noviembre de 2024

“Habrá que recomponer lo real y lo virtual”

La filósofa italoaustraliana aboga por construir un futuro posthumano mejor que el presente humano aprovechando las ventajas de las nuevas tecnologías

El posthumano puede ser mejor persona que el humano. Ese ser con capacidades ampliadas —hoy, gracias a teléfonos inteligentes y tabletas; mañana, gracias a quién sabe qué prótesis o artilugios tecnológicos incorporados— puede llegar a convertirse en un ser más ético, menos centrado en su interés propio, más consciente de las necesidades de la gente que le rodea, del planeta en el que vive.

Esto es parte de lo que plantea Lo Posthumano, erudito y frondoso ensayo de Rosi Braidotti. La filósofa y teórica feminista, declarada heredera de la tradición de Spinoza, aboga por trascender la negatividad construyendo, desde ya, futuros posibles. Y afirma que las nuevas tecnologías, bien usadas, son una poderosa herramienta de cambio hacia un futuro posthumano que permita corregir muchas de las cosas que hizo mal el humano a secas. 

Este es el gran reto de la condición posthumana, sostiene Braidotti, nacida en Italia en 1954 y educada en Australia. Profesora universitaria y directora del Centro para las Humanidades de la Universidad de Utrecht (Holanda), es una prolífica ensayista de torrencial conversación. En una habitación de la Posada del Peine, en la calle de Postas, en pleno centro de Madrid, dispara sus palabras con aplomo, velocidad y fina ironía.

Pregunta. Su interés por el posthumano es directamente proporcional a su frustración con los límites del ser humano actual. ¿Cómo define usted al posthumano, y sobre qué debemos reflexionar?

Respuesta. El posthumano eres tú con tu tableta. Tú y tu tableta tenéis más poder de comunicación que las fuerzas aliadas cuando desembarcaron en Normandía. Hay que sentarse a pensar qué puede hacer cada cual con eso. Nuestros hijos están locos con las nuevas tecnologías, pero ¿podemos hacer que sirvan para algo? No quiero que esta cuestión quede en manos de Nick Bostrom y los ingenieros que trabajan en la inteligencia artificial. Esta no es una cuestión de inteligencia artificial, sino de inteligencia encarnada. ¿Podemos separar de una vez la tecnología del individualismo consumista?

P. Usted sostiene que no nos damos cuenta del poderoso impacto que las nuevas tecnologías tienen en nosotros, en nuestras sociedades. ¿En qué consiste ese impacto?

R. No sé si nuestros jóvenes se dan cuenta de las posibilidades que ofrecen esos dispositivos que ellos necesitan cambiar cada dos años porque, si no, no son lo suficientemente cool. Yo implantaría cursos obligatorios de programación para hacerles comprender el potencial que tienen entre manos. Todos debemos convertirnos ennerds, en cierto modo, por un tiempo. Si es cierto que el 70% de los mensajes que se envían es sexting [mensajes sexuales], ¡qué estamos haciendo! Revela una gran pobreza de nuestra imaginación colectiva e individual. Lo que tenemos en las redes sociales es una red del cotilleo. Y tanto el sistema educativo como el político no recompensan la auténtica innovación.

P. ¿Cree usted que los robots nos enriquecerán o que nos sustituirán?

R. No soy tecnofóbica. Los robots llegarán. En la exposición+Humanos del CCCB se puede ver, limpian la casa, mecen la cuna, son esclavos industriales, cada vez más inteligentes. Pero la forma específica de inteligencia encarnada no se puede improvisar, es imposible de replicar. La placenta no se puede replicar.

P. La humanidad podría estar en el umbral de un nuevo salto evolutivo de la tecnología. Esto da lugar a diversos escenarios de evolución. Algunos tienen miedo, otros están esperanzados. ¿Qué ocurre en su caso?

R. Yo estoy en el lado de los esperanzados. Pero al mismo tiempo veo la evolución como algo que va más allá de la mejora o ampliación de capacidades del ser humano. La mejora de la que se habla, la de Nick Bostrom y la inteligencia artificial, consiste en acelerar la evolución ya sea vía implantes o con algún tipo de prótesis relacionada con computadoras. Ese es un acercamiento aceleracionista a la evolución, yo soy más gradualista. Los niños interactúan con gran rapidez con la tecnología, acceden a ella desde los tres años. Esperan que todo sea interactivo, sus cerebros serán distintos. Habrá un salto evolutivo porque, simplemente, han acelerado, son más inteligentes que nosotros en ese ámbito. Pero también habrá más disléxicos, tendrán problemas de déficit de atención, no podrán escribir a mano. Eso ya lo sabemos hoy, así que imagínese las siguientes generaciones.

P. Pero ese salto evolutivo puede ofrecer ventajas…

R. Ventajas y desventajas. Sí, claro, la velocidad traerá numerosas ventajas, pero habrá más torpeza social, vivirán más años en casa de los padres, su vida sexual será mucho más masturbatoria… Habrá una recomposición de lo virtual y lo real, mucho sexo por ordenador. Karl Lagerfeld, de Chanel, dijo hace poco que estaba encantado con las redes sociales porque el resultado es que la gente tiene mejor aspecto, y la media ha subido porque todo el mundo quiere ser tan guapo como Angelina Jolie y Brad Pitt. Si dejamos a un lado la parte conformista de esta cuestión, lo cierto es que en los últimos 20 años, entre las dietas, el fitness, el bótox, la cirugía estética y la implantación de pelo, ya ha habido un cambio evolutivo, todo el mundo tiene buen aspecto. Y como estamos más sanos y somos más ricos, vivimos más. Así que veo que el salto evolutivo ya se ha incrustado, por decirlo de algún modo.

Braidotti se queja de que la mejora del ser humano, la ampliación de capacidades, está estancada en terrenos superficiales. Despotrica contra la dictadura de la imagen, contra el culto al cuerpo y contra la pornografía, que degrada a la mujer. “Se traslada una idea de que todas las chicas están preparadas para el sexo. La moda es: estoy depilada, estoy a punto, caliente, de la mañana a la noche. No solo se reconstruyen partes normales del cuerpo con un poco de bótox o un poco de silicona, se reconstruye también la vagina. Las chicas quieren la misma vagina de Paris Hilton. El hecho de que sepamos cómo es la vagina de Paris Hilton ya resulta preocupante, ¿necesitamos tener este tipo de información?”.

Ese optimismo que quiere impulsar de cara a un futuro posthumano convive con un diagnóstico pesimista de la realidad actual. “Estamos en plena evolución y en pleno retroceso: el hambre, la guerra, el cambio climático, poblaciones enteras están siendo barridas, la situación de la mujer, que está retrocediendo, violaciones en las guerras… Este es el problema de la visión de Nick Bostrom: no estamos en un solo camino hacia la gloriosa evolución; es una vía que hace zigzag”.

Fuente: http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2015/12/28/actualidad/1451328177_037701.html
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