Las alarmas volvieron a encenderse en los últimos días. Entre los ejecutivos de la industria alimenticia y de bebidas temen que el Gobierno esté preparando una pequeña venganza en tiempos de transición: reponer con otro nombre el artículo 50 de la llamada Asignación Universal del Deporte, que prevé elevar la carga impositiva a las bebidas con y sin alcohol (también al tabaco).
El Gobierno culpa a los empresarios por los aumentos de los precios de los alimentos. Esa fue la justificación elegida para explicar que el país tiene desde hace varios años la segunda inflación más alta de América latina.
Sin embargo, un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) calculó que en los últimos 15 años, entre 2000 y el año en curso, el peso total de los impuestos en el precio de venta al consumidor de los alimentos aumentó entre el 20% y 25 por ciento. En el centro de estudios precisaron además que ese porcentaje no contempla el efecto derivado de la imposibilidad que hoy tienen las empresas de hacer un ajuste por inflación para la determinación del impuesto a las ganancias. «Esto subestima la situación verificada», indicaron.
En la actualidad, de cada $ 100 pesos gastados en alimentos, alrededor de $ 40 terminan en la caja del Gobierno. Más específicamente, el costo impositivo incluido en el precio de venta al público de un producto alimenticio promedio varía hoy entre un 38,8% (en el caso de productos gravados con IVA al 10,5%) y un 44,1% (para productos con alícuota del 21%), lo que supone entre 7 y 8 puntos porcentuales más que hace 15 años.
«Las causas más importantes de ese incremento de presión tributaria hay que buscarlas en el impuesto a los ingresos brutos, con cerca de tres puntos porcentuales, y el impuesto al cheque, que no existía y ahora es equivalente a entre un 2,6% y un 2,8% del precio de venta de un producto», explicó el Iaraf.
«También es significativo el incremento registrado en los impuestos municipales, aunque su efecto en términos absolutos es menor toda vez que sus alícuotas son en general más reducidas», agregó.
Pero el peso real de la carga impositiva hubiera crecido aún más si contemplara la prohibición de ajustar ganancias por inflación real. Por ejemplo, para los productos gravados con un IVA del 21%, Ganancias habría incrementado su incidencia en el precio final del 4,8% (en 2000) a 7,2% (2015) si se ajustara por una suba de precios anual de 30 por ciento. En los gravados con un IVA al 10,5% (carnes, frutas, verduras, legumbres, etc), el alza sería del 5,2% a 7,9 por ciento. En ambos casos, el peso total de los impuestos en el precio de los alimentos rondaría entre 40,6% y el 45,8 por ciento. Para llegar a esa cifra, suman el IVA, seguridad social, Ganancias, impuesto al cheque, tasas municipales e impuestos sobre dividendos.
Nuevos gravámenes
«Si el proyecto que se presentará la semana que viene buscar reponer el impuesto, esto va a afectar fuertemente a la industria y a las economías regionales», afirmó Daniel Funes de Rioja, presidente de la Coordinadora de Industria de Productos Alimenticios (Copal). «Hay una gran preocupación», agregó. «Realmente nos sorprende», completó Guillermo Padilla, presidente de la Cámara de Licoreros, que agregó que esa industria ya aporta cerca de $ 5000 millones en impuestos, costos que se cuelan en los precios finales.
Una porción más grande
45,8%
El peso impositivo
Es la incidencia, si se incluye Ganancias, en el precio de los alimentos con el 21% de IVA
5000
Millones de pesos
Son los fondos que anualmente aporta la industria de bebidas por impuestos
Fuente:http://www.lanacion.com.ar/1847478-los-alimentos-mas-caros-por-el-mayor-peso-de-los-impuestos






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