Faltaban pocos minutos para las 9.00 horas cuando Javier Mascherano apareció con la mirada agachada, con traje pero sin corbata. Cruzó la puerta del Juzgado de Instrucción número 9 de Gavà, pero estuvo dentro poco, poquísimo tiempo. Los tragos amargos deben ser así: rápidos.

Al cuarto capitán del Barcelona le bastó un breve instante para admitir ante la juez Erika López un presunto delito por fraude fiscal por alrededor de 1,5 millones de euros durante los ejercicios 2011 y 2012. A 18 minutos para las 10.00 horas ya había finalizado su declaración y, antes de que se alcanzara la señal horaria, salía de las dependencias y subía al coche que le estaba esperando. Con la vista de nuevo perdida, y con las manos en los bolsillos.

Admitir la culpa en esta visita al juzgado es un episodio desagradable que salpica, precisamente, a uno de los jugadores más sobrios del vestuario azulgrana, alejado de la extroversión de otros, muchos, compañeros. En ese escueto espacio temporal, Mascherano admitió la acusación del Ministerio Público, quien señalaba que supuestamente habría evitado declarar ante la Agencia Tributaria parte del IRPF que le correspondía derivado de la explotación de sus derechos de imagen mediante dos estructuras societarias con sede en Madeira y Miami, tal y como apuntaba el informe fiscal.«Reconoce los hechos que constan en la querella presentada y asume su responsabilidad», se escuchó en la sala.

Mascherano no discutió nada sobre el asunto, siendo consecuente con los actos acaecidos en las últimas fechas. Según el informe de Hacienda, el jugador habría defraudado 587.822 euros en el primer ejercicio investigado, el de 2011, y 968.907 euros en el segundo, correspondiente a 2012. En su momento, y en cuanto llegó la querella, el jugador asumió el pago de la cantidad presuntamente defraudada más los intereses. Esto es, 91.152 por el primer caso y otros 102.000 por el segundo. Poco menos de 200.000 euros. Después de reconocer los hechos sin discusión, y que por tanto no tuviera que ser interrogado por la juez, la fiscal y el abogado del Estado, queda por saber a qué se enfrenta. Eso sí, todo apunta a que el juicio no se produciría, ya que se está perfilando un acuerdo entre las partes después de que Mascherano haya admitido la culpa y haya abonado las cantidades y sus intereses.

Queda por conocer, por tanto, la pena (rondaría entre uno y cinco años por cada uno de los delitos fiscales) y la multa (que podría sextuplicar la cifra defraudada). En cualquier caso, el abogado del futbolista del Barcelona, David Aineto, espera que todo pueda solucionarse de la forma más rápida y mejor posible para su defendido, estimando que pueda ser antes de final de año. Aunque haya tenido que acudir a las dependencias judiciales, sin tanta repercusión mediática como en su día Leo Messi unas calles más allá.

Un par de ancianos y algún curioso se aproximó ante la marea de cámaras postradas en la puerta del Juzgado de Instrucción número 9 de Gavà, pero poco más. Calma, aunque no persiste, pues su compañero será juzgado por un presunto caso de defraudación en las declaraciones del IRPF de 2007 a 2009. Acabada su declaración, Mascherano se incorporó a la sesión de entrenamiento.

El argentino, primer futbolista que delante de una juez reconoce un delito fiscal, es una pieza fundamental para Luis Enrique esta temporada, es de los que más ha jugado, aunque descansará de forma obligatoria después de que el Comité de Competición le castigara el miércoles con dos partidos tras lanzar un improperio a un asistente en el encuentro contra el Eibar. Al menos, podrá disputar el clásico ante el Real Madrid.

A la ausencia de Mascherano estos días se unirá la de Douglas Pereira. El brasileño, que jugó por tercera vez de inicio ante el Villanovense desde su contratación en 2014, estará dos meses de baja por una fisura en el escafoides de su pie derecho.Es la decimoquinta lesión del Barcelona esta temporada. Y eso que noviembre asoma tras la esquina.

Fuente: http://www.elmundo.es/deportes/2015/10/29/5631e87d268e3ecf658b4630.html