Desde que la presidenta Cristina Fernández decidió poner el cepo cambiario, a poco de asumir su segundo mandato, en diciembre de 2011, el Banco Central ya ha perdido más de 22.000 millones de dólares y el panorama se muestra muy peligroso ya que dejaría al próximo gobierno con un stock real muy magro y con poca capacidad de intervención.
Según cálculos de economistas independientes, luego de haber pagado los Boden 2015 esta semana, las reservas quedaron en 27.700, a las que se debe sumar los 680 millones obtenidos en la licitación del Bonar 2020.
Pero a esta suma se deben restar los 11.000 millones del swap con China, además de 8.500 millones en concepto de encajes por depósitos en dólares de particulares y otros 2.000 millones reservados a bonistas bloqueados por el juez Griesa (que ahora deberían pagarse después del fallo de la Cámara de Apelaciones de Nueva York).
Según esta cuenta, quedarían unos 6.500 millones de reservas netas, pero con pagos que quedan por hacer sumado al goteo diario del dólar ahorro y el dólar turista, especialistas calculan que a fin de año no quedarían más de U$S 4.000 millones de reservas netas.
El problema es que las fuentes habituales de abastecimiento de reservas venían del saldo comercial, el cual ha sufrido una estrepitosa caída y será menor a U$S 2.500 millones, luego de haber alcanzado U$S 12.000 millones en 2012. Para esta caída contribuyen la pérdida de competitividad de la cotización oficial (por efecto de la inflación), la caída de los precios internacionales de las materias primas y la aguda recesión y devaluación de Brasil.
Otro de los problemas, y muy grave por cierto, es la deuda que el BCRA mantiene con importadores a los cuales se les autorizaron las compras y luego no se les entregaron las divisas. Esta deuda alcanza a 9.000 millones de dólares que, con saldos que hemos visto, sería imposible de pagar ya que la cuenta de reservas quedaría en rojo.
Nuevamente, esta situación vuelve a plantear situaciones absurdas que subsisten, a pesar del cepo, y es la salida de dólares por ventas a personas en relación de dependencia (dólar ahorro) y las que corresponden a gastos realizados por argentinos en el exterior con tarjetas. Ambos rubros representaron, en 2014, U$S 9.665 millones y se calcula que a fin de 2015 alcanzará a U$S 15.440 millones.
Hace unos días, la Presidenta presentaba como un logro la cantidad de argentinos que viajaban al exterior, pero asignó el mérito a los vuelos de Aerolíneas Argentinas. En realidad es un subsidio explícito a la clase alta y media alta, ya que las clases menores no pueden comprar dólares minoristas y mucho menos viajar al exterior.
Lo real es que el conteo diario de las reservas se está transformando en la preocupación de muchos especialistas. Según un avezado economista, la revisión diaria del stock de reservas “se puede transformar en un morboso indicador como lo era el riesgo país a fin de la convertibilidad”.
La pregunta del millón es qué solución podrá adoptar el nuevo gobierno y el condicionante mayor es la inflación. Varios economistas advierten que las subas de precios empujadas por la emisión monetaria obligan a buscar formas de armonizar las distintas variables antes de tomar decisiones, no habiendo espacio para ninguna política de shock.
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