Una empresa británica se vale de innovaciones de los coches de competición para crear una incubadora más ligera que las tradicionales
Una cápsula de rescate de medio metro cuadrado es testigo de historias sobrecogedoras que mantienen en vilo a familias enteras. Muchas de ellas tienen final feliz. Como la que en 2011 recogía el diario británico Daily Mail. Su protagonista era Reef Ayling, un bebé de cuatro semanas de Cornualles (Inglaterra) que sufrió una crisis cardíaca por un defecto en su corazón que no le había sido diagnosticado. “Creía que mi bebé tenía una infección de pecho corriente, pero estaba luchando por sobrevivir”, relataba la madre al periódico británico.
Los médicos locales no le daban más de cuatro horas de vida si no era trasladado inmediatamente a un hospital. Pero el centro más cercano estaba en Southampton, a cinco horas en coche. El viaje se reducía a 90 minutos si se trasladaba al pequeño en helicóptero protegido en una de esas incubadoras. Las tradicionales pesan unos 120 kilos y no podían cargarse en la cabina. La carcasa de este bólido de las incubadoras es una de las claves del éxito. Está hecha de fibra de carbono, un material ligero pero resistente, con el que se fabrican los monocascos de Fórmula 1. Así se reduce su peso hasta en un 90%.
El ingeniero Mark Lait y su empresa Advanced Healthcare Technology (AHT) son los responsables del invento. “Comenzamos nuestra cooperación con la Fórmula 1 en 1994, cuando vimos que había una necesidad de desarrollar una manera mejor de transportar bebés entre hospitales”, afirma Lait. “Así que comenzamos a trabajar con los equipos de Fórmula 1 Tom Walkinshaw Racing y The Arrows Grand Prix”. En 2011 lanzaron esta segunda generación de incubadoras, 8 años después de la primera, que reducía un poco más el peso y mejoraba el acceso al bebé desde la cubierta.
Esta incubadora, bautizada como Baby Pod, es el producto estrella de esta compañía afincada en Hertford, al norte de Londres. Desde su creación, en 2003, ha ayudado a miles de niños del Reino Unido, como Reef Ayling o como a la pequeña Noah, a salir adelante. Esta nació con espina bífida e hidrocefalia en Leicester, en el centro de Inglaterra. Tuvo que ser operada con tan solo un día de vida. “La recién nacida tenía que ser trasladada a otro hospital y con la incubadora todo fue más rápido y seguro”, argumenta Jennifer Solomon, la enfermera que la trató en el hospital infantil de Leicester.
En el interior del receptáculo el bebé está igual que un piloto en la cabina de su monoplaza: se monitorizan sus constantes vitales, y permanece protegido gracias a la carcasa y a una espuma de doble capa que absorbe los golpes. El sistema de ventilación también se inspira en la de los vehículos de competición. Además cuenta con un colchón de gel moldeable que se mantiene a 38 grados durante al menos cuatro horas. «Con esta incubadora se han transportado neonatos de Europa a América o de Oriente Medio a Europa. Permite renovar rápidamente las botellas de oxígeno y el colchón de gel para viajar largas distancias», sostiene su inventor.
En Reino Unido existen actualmente unas 60 incubadoras. En España 20, casi todas ellas en hospitales públicos. El Servicio de Urgencia Médica de Madrid (SUMMA) cuenta con dos. “Las utilizamos para el transporte de pacientes estables que no requieren intubación porque es cómoda, pesa poco y se puede cargar con un solo brazo”, explica Rocío Mosqueda, neonatóloga especializada en el transporte de bebés de hasta un mes entre centros sanitarios. «A veces tenemos que trasladarlos a hospitales grandes ya que los pequeños no disponen del instrumental necesario. La incubadora de AHT facilita el traslado», completa Mosqueda.
Esta noticia, patrocinada por Banco Santander, ha sido elaborada por un colaborador de El País.
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