Escribe Castellani: “El Evangelio que se lee hoy (Lc. 19, 41-47[1]) contiene juntamente la profecía de la Ruina de Jerusalén y la segunda Limpieza del Templo. Se puede decir pues que contiene la relación de Cristo con su Patria y con su Religión. Acerca de su patria lloró sobre ella. Acerca de su religión, la llamó espectacularmente caverna de ladrones”[2].
La verdad es que este es uno de esos fragmentos del Evangelio que deja sin palabras… Y hace pensar en cuánto debiéramos llorar al ver a nuestra Patria y al contemplar la responsabilidad que nuestra Patria tiene en los acontecimientos que hoy vertiginosamente se suceden, la responsabilidad también en permitir el ingreso de los mercaderes… Dice Castellani: “El patriotismo es virtud cuando ese apego natural a lo propio entra en los ámbitos de la razón; y es una virtud moral perteneciente al cuarto mandamiento cuando se ama a la patria por ser “patria” o “paterna”; y es una virtud teológica que ingresa en el primer mandamiento cuando además se ama a la patria por ser una cosa de Dios; y así tenemos el patriotismo común y el patriotismo heroico –que poquísimos poseen hoy día. Así siempre se puede amar a la patria, por fea, sucia y enferma que ande; y así amó Cristo a su nación, que era “una cosa de Dios” literalmente, y por propia culpa estaba por dejar de serlo; de modo que su amor era compasión; y así la obra de ese amor fue conminación y consejo, antes que fuera demasiado tarde: no le dijo requiebros sino amenazas, desde el bordo abrupto que domina por el Norte la ciudad de Jerusalén. Y lloró sobre ella”[3]. ¿Por qué Dios permite este oprobio para nuestra Patria Argentina? ¿Será tal vez para poner a prueba nuestro amor? ¿Será tal vez para hacernos crecer en humildad? También nuestra Patria como Israel de los tiempos de Cristo ha sido un pueblo elegido por Dios. ¡Tantas muestras de predilección ha recibido! Tampoco nosotros hemos sabido “conocer el tiempo de tu visitación”.
Podríamos preguntarnos además ¿Qué son los mercaderes del templo? Cuando hacemos de la Iglesia un lugar para la condescendencia con el mundo y no casa de oración…, cuando se vuelve un negociado en procura del poder o el dinero perdiendo su finalidad: la mayor Gloria de Dios y la salvación de las almas…, cuando no se respeta la Palabra ni las enseñanzas de las Escrituras para reemplazarlas por pareceres humanos y opiniones variables…
No parece casual que el Señor nos ponga estos dos episodios juntos para la reflexión…
[1] Lucas 19:41-47: “Y como llegó cerca viendo la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: -Oh si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que toca a tu paz! mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, que tus enemigos te cercarán con baluarte, y te pondrán cerco, y de todas partes te pondrán en estrecho, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti; y no dejarán sobre ti piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.
Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él. Diciéndoles: Escrito está: Mi casa, casa de oración es; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y enseñaba cada día en el templo; mas los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los principales del pueblo procuraban matarle”.
[2] Castellani, Leonardo. El Evangelio de Jesucristo, Buenos Aires, Theoria, 1963, p. 273.
[3] Ibidem, p. 277
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