Es más simple encontrar que lo que pasó tiene que ver con algo más, que no fue  nuestra culpa: “dejé un trabajo porque me aconsejó mi hermano”,  “terminé la relación  porque me fue infiel”,  “ no podía separarme  por mis hijos” y así siempre vivimos más tranquilos, pero no más felices.

La responsabilidad en principio es la decisión más difícil, pero deja en nuestras manos nuestra vida; así podemos también lograr cambiar las cosas que prefiramos, ya que podemos ver que no depende del contexto (el cual puede ayudar o no) ni del vecino, ni de nuestra santa madre.

Si las situaciones malas que hemos vivido dependen de nuestras malas decisiones, entonces sólo tenemos que aprender a decidir mejor, tener otras cosas en cuenta que antes no habíamos considerado. En cambio si solo vemos que el mundo se pone contra uno, solo podemos responder a esto de una forma pasiva, y esperando que el destino, se pinte de rosa y la vida cambie de repente. Aunque arruine un poco el suspenso les adelanto el final: hay altas posibilidades de que no sea feliz.

Hacernos cargo de las cosas nos lleva a poder cambiarlas, de una forma u otra esto es un alivio, porque entonces somos los arquitectos de nuestros proyectos y tenemos un abanico de posibilidades; podemos por ejemplo decidir dejar de actuar como cobardes, y dar ese beso que venimos esperando que el destino nos regale.

Quizás con mucha frecuencia hemos actuado de forma sumisa en nuestras relaciones, pero cuando la otra persona se muestra como dominante nos molesta, creemos que es su culpa, pero esto empieza a ser raro cuando se repite en otras relaciones, ¿realmente buscamos siempre el mismo perfil o actuamos como una contraparte que condiciona a la otra persona?. La respuesta es  ambigua ya que en realidad es un poco de las dos cosas. Pero lo que sí es seguro  que en cuanto podamos ser más firmes, y lograr tener más voz, o empezamos a encontrarnos “casualmente” con otro perfil o la relación empieza a cambiar y a ser más satisfactoria.

También es bueno poder diferenciar la responsabilidad  de la culpa, porque la culpa inmoviliza, y paradójicamente nos victimiza, buscando el perdón de la peor manera, llorando por los rincones, en vez de mostrar y/o mostrarse que uno puede actuar de otra manera.

Aunque suene un poco omnipotente, estoy segura de que muchas de las cosas de mi “destino” están en mis manos, y las que no lo están, no las podré cambiar, pero si decidir qué hacer con ellas!!

Gentileza
Macarena Sánchez Navarro
Licenciada en Psicología
macasnavarro@gmail.com