Socialización es el proceso por el cual todos los sujetos atravesamos desde que nacemos. Proceso por el cual conformamos nuestra personalidad y nos convertimos en personas dentro de una sociedad. La primera socialización, claro, ocurre en casa y es el período con secuelas más importantes para el resto de la vida. Papá y mamá (o tutores) son quienes dejan su primera huella y quienes promueven o no el deseo de aprender más y más. No somos siempre conscientes de lo importantes que son los primeros años de vida.
Los tiempos han cambiado y sabemos que las prioridades en general son otras. Hay una necesidad imperiosa de tener; hay tantos objetos que “deseamos” tener. Ese deseo siempre es hijo de algún vacío y, cuando más alimentamos ese vacío y lo llenamos con objetos más crece el deseo de poseerlos.
No es fácil detenernos por un momento y mirarnos profundamente. No es fácil darse cuenta que andamos el camino equivocado. Eso requiere de una intensa reflexión y de duros replanteos. Pero es inexorable hacerlo. Esta primera socialización debe estar enfocada en la promoción de valores que fortalezcan internamente y que estimulen la búsqueda de la integridad física y moral.
Esto significa poner el peso en el desarrollo de virtudes humanas como empatía, honestidad, deseo de aprender, amor por los iguales y los diferentes, respeto.
La socialización primaria es base para que podamos rescatar la tan vapuleada escuela y el comienzo de una vida centrada en el crecimiento personal y la búsqueda de un mundo interior pleno. A este mundo interior no le hacen falta los “objetos” porque se alimenta de lo inmaterial. La música, las lecturas, las conversaciones con pares o adultos, la reflexión sobre sí mismos. El comienzo de una sociedad más generosa y menos centrada en el tener. Hacia allí debemos dirigir nuestro esfuerzo, y no es poco.
Gentileza
Alejandra Pili
Docente
Prof. de Psicología
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