San Rafael, Mendoza 23 de noviembre de 2024

La mirada de los otros

libertadesSartre decía: “el infierno son los otros”, y la verdad que infierno o no, la mirada del otro nos determina. Desde chiquitos lo que somos a los ojos de nuestros padres, es lo que de a poco nos va formando, “el bebe más lindo del mundo”, “la nena de papa”, “ya come solita, es re viva”. Después entran a escena miradas menos amorosas: la seño de salita de 5 dice “es bueno, pero muy vago” y así, hasta el día de hoy, nos encontramos con un cúmulo de descripciones, que hacen un poco de molde, donde crecemos con estándares ya delimitados.

Si esto es cierto, ¿podemos dejar de lado la opinión de los demás?, ¿librarnos de malas lenguas? O más importante aún: ¿somos realmente libres para hacer y deshacer a gusto y piacere? Estas son algunas de las preguntas que muchas veces me dejan un poco desconcertada. Podemos y tendría que ser algo así como un deber, porque nos lo debemos a nosotros mismos,  pero por otro lado la única forma de lograrlo, sería huir de la sociedad, a una isla tal vez, y esto para mí,  es un poco extremo.

Encontrar aquí el punto medio es sumamente importante. Una línea delgada nos separa, podemos ser totalmente dependientes, adictos de la aprobación de los demás, o quedar totalmente out.  Darle valor a algunas miradas, no tiene nada de malo, aprender a distinguir por los ojos que vale la pena ser mirados. Conocernos también es tomar conciencia de qué voces escuchamos, algunas pueden haber despertado cosas que no nos enorgullecen, otras llegaron tan hondo, transformándose en convicciones, que hoy sin ellas no seríamos nosotros mismos.

Voces tenues que queremos dejar atrás, voces equivocadas, que nos susurraron que no podíamos, hasta el punto de casi convencernos, pero al final quisimos desafiarlas, y también por ellas somos lo que somos. Escucharlas, es un primer paso, después podemos llegar hasta cuestionarlas, cuestionar todas las voces, todas las miradas, es un poco utópico, algunas quedarán escondidas tras nuestro carácter, otras son creencias radicales que requieren mucho valor  y sudor para dejarlas sordas. También existen aquellas miradas dulces y cálidas, voces que acompañan lindas melodías que nos permitimos que queden intactas formando nuestro mejor perfil.

¿Y la libertad? Oíd el ruido de rotas cadenas, si pero la libertad es un sinónimo de decisión, y quizás no queramos romper todas las cadenas,  quizás algunas cadenas que decidamos dejar sean las que más libres nos hagan sentir.

Gentileza
Macarena Sánchez Navarro
Licenciada en Psicología
macasnavarro@gmail.com

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