Atapuerca desvela el crimen más antiguo. Javier Trueba/Madrid Scientific Films
Dos agujeros, dos fracturas hermanas, en uno de los 17 cráneos -concretamente el Cr-17- de homínidos de alrededor de 430.000 años de antigüedad encontrados en el yacimiento de Atapuerca (Burgos) han guardado silencio durante todo ese tiempo para decir ahora, a voz en grito, que el individuo joven al que pertenecieron esos huesos murió de forma precipitada a consecuencia de sendos golpes en la frente con un objeto contundente, en una brutal y fatal agresión cara a cara. Y de un diestro, por cierto.
Hay dos preguntas iniciales que con toda seguridad se hizo el equipo de investigación de Atapuerca tras reconstruir el cráneo y ver ambas fracturas. ¿Se produjeron cuando el individuo aún estaba vivo o son consecuencia de roturas del cráneo tras su muerte? ¿Podremos saber qué causó las fracturas?
Los científicos han tardado cerca de 20 años en encontrar y reconstruir el cráneo a partir de 52 fragmentos
Sala, la autora principal del estudio, lleva años trabajando con los cráneos de Atapuerca. Pero no en busca de avales de la conducta violenta de los homínidos desde sus orígenes, sino tratando de averiguar cómo se formó este yacimiento único en el mundo para el Pleistoceno Medio (desde hace unos 800.000 años hasta algo más de 100.000 años). Para ello una de las mejores formas de hacerlo, tras la reconstrucción de los 17 cráneos y los 28 individuos encontrados hasta la fecha -a partir de más de 6.700 pedacitos encontrados en la Sima de los Huesos-, es estudiar las fracturas en busca de información sobre cómo vivieron y cómo murieron esos homínidos. Los investigadores revisaron minuciosamente los cráneos uno a uno en busca de indicios que pudieran explicar qué los llevó hasta el fondo del de la sima, un pozo vertical de 13 metros de profundidad, situado 30 metros bajo la superficie terrestre y a más de 500 metros de la entrada más cercana de la cueva kárstica que forma elyacimiento de Atapuerca. Fue el último de ellos, el Cr-17, el que ocultaba el crimen.
Un ‘CSI’ de la Prehistoria
«Hemos tenido muchísima suerte. Hallamos un cráneo con dos impactos cercanos y cuyos contornos de fractura coinciden en forma a la perfección», explica Nohemi Sala. «La clave no es que le falte un trozo de hueso. Es que cuando se golpea un cráneo que tiene carne, el hueso se comporta como un cuerpo elástico. Por eso se puede saber que el individuo recibió los golpes antes o justo después de la muerte», dice la investigadora. El equipo científico sometió al cráneo a distintas pruebas habituales en la ciencia forense actual y en la paleontología como escáneres TAC o técnicas de reconstrucción virtual tridimensional. Es decir, crear un modelo digital en 3D del cráneo y de sus fracturas para obtener, por ejemplo, el contorno de las heridas, técnicas a las que estamos más acostumbrados por las series policiacas del tipo CSI que por las investigaciones científicas. La investigadora, y coautora del trabajo, Ana Pantoja fue la responsable de la reconstrucción digital en 3D punto a punto. «Los dos impactos no sólo eran paralelos, cuando los vimos virtualmente nos quedamos sorprendidas… eran iguales!», cuenta Sala.
Lo que no tienen manera de averiguar los investigadores es qué tipo de arma homicida causó las fracturas. «Fue un objeto de gran dureza, pero no podemos saber si era de roca, de madera…», dice Sala. No en Atapuerca, pero sí hay documentadas herramientas de madera aproximadamente de estas cronologías en Alemania, en el yacimiento de la mina de Schöningen.
Pero existen otros datos que sí permiten pensar que los golpes -fuesen con lo que fuesen- ocurrieron antes de morir y que, además, fue lo que le causó la muerte al individuo. «Las fracturas se localizan en los sitios típicos de un enfrentamiento cara a cara, lo que nos lleva a pensar que estaba vivo», dice Sala. Ambas fracturas en el hueso frontal tienen trayectorias distintas, fueron causadas por el mismo objeto duro y son muy cercanas una a la otra sin que haya otras roturas en el cráneo, de forma que la posibilidad de que fuese una caída queda descartada. Además, los investigadores no han encontrado ninguna señal de cicatrización ni de recuperación del tejido óseo. Es decir, que los golpes fueron mortales. Fue un asesinato.
Los homínidos de la Gran Dolina de Atapuerca –Homo antecessor– ya habían mostrado a los investigadores a través de marcas en los huesos fósiles evidencias inequívocas de canibalismo, pero ocurrieron 400.000 años antes del asesinato de la Sima de los Huesos. Según los investigadores, en este grupo el canibalismo está totalmente descartado.
El origen del yacimiento
No obstante, tan importante o más que documentar el primer caso de asesinato de la historia de la Humanidad, son las conclusiones que este trabajo han permitido obtener al equipo de Atapuerca. El yacimiento burgalés lleva 20 años siendo un referente mundial indiscutible para el estudio de la evolución humana. Pero en ese tiempo, nadie ha logrado descifrar el enigma que esconde la Sima de los Huesos, donde se acumulan los fósiles de 28 individuos del linaje de los neandertales de hace unos 430.000 años. ¿Cómo llegaron aquellos cuerpos al fondo de una sima de 13 metros de profundidad? Desde hace años, el equipo de investigación de Atapuerca liderado por Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro ha tratado de responder a esa pregunta. Y se han barajado diversas teorías, como que fueron arrastrados hasta allí por grandes carnívoros que los cazaron y los consumieron, que cayeron por accidente al fondo de la sima o que fueron empujados por alguna colada de barro que los acumuló en esa zona.
Se han realizado reconstrucciones virtuales en tres dimensiones del cráneo como las del CSI para analizar las fracturas y ver que se hicieron con el mismo arma
Trabajos previos del equipo de Atapuerca ya habían descartado la teoría del arrastre de cuerpos por parte de grandes animales comparando las marcas causadas por carnívoros actuales con las de la Sima de los Huesos. «No tenían nada que ver», dice Sala. «Las únicas teorías que aún no habían sido descartadas eran la de la caída accidental y la acumulación intencional de cadáveres», explica José María Bermúdez de Castro, codirector del yacimiento de Atapuerca. Este trabajo descarta de alguna forma la caída accidental, porque el individuo Cr-17 fue asesinado y no tiene las fracturas que le hubiera provocado la caída desde una altura de 13 metros. «Lo único que nos queda es la acumulación de cuerpos. Estamos quizá ante el primer acto funerario de la historia. Como yo lo veo, este comportamiento complejo estaba ya presente en estos parientes de los neandertales hace más de 400.000 años», dice Sala.
«En la Sima de los Huesos el 70% de los individuos eran adolescentes o adultos jóvenes, al contrario que en un cementerio al uso, donde solemos encontrar personas mayores y algunos niños, es decir, los más débiles», explica Bermúdez de Castro. «El perfil de mortalidad es catastrófico. No sabemos que ocurrió para que se juntasen tantos cadáveres jóvenes, pero lo que está cada vez más claro es que hay una intencionalidad de agrupar los cuerpos», dice el investigador.
Es una hipótesis que no convence a los expertos internacionales, pero el hallazgo en la sima junto con los 28 individuos de una única herramienta de piedra, un hacha de roca roja perfectamente tallada y bautizada por los investigadores como Excalibur, trae a la mente una posible ofrenda ritual de objetos propia de los ritos funerarios de multitud de sociedades humanas. Para Nohemi Sala, no se trata de un comportamiento único de Homo sapiens. «Esto tiene que ver con el cariño, con la protección de los cadáveres de los seres queridos», especula la autora.
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