San Rafael, Mendoza 24 de noviembre de 2024

Juicio por delitos de lesa humanidad

juecesSe inició la etapa de testimoniales contra los exjueces Romano, Miret, Petra y Carrizo
Con la declaración de Luz Faingold abrió la etapa de testimonios en las causas que involucran a los exjueces Miret y Romano, entre otros funcionarios judiciales, policías y militares a los que se acusa de complicidad y ejecución de delitos de lesa humanidad en la llamada Megacausa. Además, dos testigos declararon sobre desapariciones y detenciones ilegales cometidas en 1976.
La nueva audiencia en el IV Juicio por delitos de lesa humanidad desarrollado contó además, con la declaración de Carlos Fabián Patroni, por la desaparición forzada de los militantes Aldo y Carlos Patroni; y la de Carlos Fortunato Parra sobre la detención ilegal de su hermano, Atilio.
La causa de los exjueces
Luz Faingold comenzó su relato describiendo la actividad política en la que participaba cuando cursaba quinto año del secundario en el Liceo de Señoritas. Relató al tribunal episodios que antecedieron a su detención, ocurrida el 28 de agosto de 1975.
Aquella noche, Luz junto a su novio, el estudiante de medicina Eduardo Glogowsky y una amiga en común, María Susana Liggera, se dirigían a una casa en donde finalmente fueron violentamente golpeados y trasladados al D2.
La testigo relató los oscuros recuerdos desde el momento en el que fue alojada en una celda, atada de manos con los ojos vendados. Con firmeza la testigo declaró haber sido abusada sexualmente en aquella celda y posteriormente haber sido atendida por una doctora. De esta declaración se desprende una prueba más sobre las violaciones sistemáticas cometidas en el D2.

En el D2 coincidió con otros compañeros de militancia en la OCPO (Organización Comunista Poder Obrero) entre ellos recordó a Juan Carlos Yanzón y Raquel Miranda.
A los días recibió la visita de una persona vestida de traje y corbata. Luz reconoció a esa persona como el entonces fiscal Otilio Romano, quien resolvió no dar lugar a la restitución solicitada por la familia Faingold. Luz pudo identificar que se trataba de Romano por la publicación de su fotografía en un medio local. “Cuando vi la foto de Romano me descompuse”, expresó la testigo al ser indagada sobre este punto. Tras aquella visita permaneció en el D2 y luego trasladada al Hogar de Niñas de Youma.
Durante su permanencia en el Hogar fue llevada al Juzgado Federal Provincial ante la presencia del exjuez Luis Miret. “El Dr. Miret me recibió a los gritos y de manera violenta me decía subversiva”, expresó la testigo y recordó que sus padres intercedieron nuevamente solicitando la restitución de Luz, quien para entonces era menor de edad.
Permaneció incomunicada en el Hogar; sólo logró escribirle una carta a una amiga íntima en donde relataba lo sufrido en el D2. Recién entonces su familia tomó conocimiento sobre la tortura padecida por Luz. Dos semanas después, la Cámara Nacional de Apelaciones resolvió darle la libertad que Miret y Romano le habían negado.
Ya en libertad, continuaba el juicio que la condenaba a tres años de prisión y un 17 de marzo de 1976, su madre la alertó sobre la presencia de militares del Ejército Argentino en su casa. Intentó escaparse pero fue nuevamente detenida. “Me decían que sólo tenía que ir a declarar. Eran las cinco de la mañana y quien dirigía el operativo me dijo: vos sos carne de cañón”, expresó Luz, al recordar aquel hecho en donde nuevamente fue llevada al D2. En aquella oportunidad estuvo acompañada por su familia. “Al llegar el jefe del operativo le dijo a mi madre: váyase y sáquela del país”.
Para el mes de diciembre de 1976, la familia Faingold seguía custodiada, por lo cual Luz debió exiliarse Uruguay. A los dos años la Justicia de Mendoza solicitó su extradición y quedó detenida por la INTERPOL; permaneció durante un mes en la Cárcel Central de Montevideo hasta que logró asilo político en Brasil, donde permaneció durante tres meses bajo la tutela de las Naciones Unidas.
“Hasta el momento llegué a pensar que era la única perseguida del país; con el tiempo tomé conocimiento que se trataba del Plan Cóndor”, expresó la testigo que prosiguió relatando su periplo hasta recibir la visa que la llevó a residir en Francia hasta el retorno a Mendoza, el 22 de agosto de 1984.
Sobre las desapariciones y detenciones forzadas
Desde la Cámara Federal de Mar del Plata declaró Carlos Fabián Patroni, como testigo de la causa que investiga la desaparición forzada de su tío Aldo Enrique Patroni, ocurrida el 16 de mayo de 1978 y la de su padre, Carlos Alfredo Patroni.
Con respecto a su tío -Aldo Patroni, gremialista y militante del Ejército Revolucionario del Pueblo- el testigo reconstruyó el episodio en el Aldo es llevado detenido tras un violento allanamiento cometido en la casa de su abuela, Felisa Rodríguez (fallecida el pasado 4 de marzo). Por el relato transmitido por su abuela, supo que Aldo fue trasladado a la ESMA y que los pedidos de habeas corpus fueron constantemente negados.
Sobre su padre, desaparecido en el Operativo Independencia realizado en Tucumán, recordó que militaba en Montoneros y en el ERP. Aportó además el apellido de otros compañeros que estaban con su padre al momento de quedar detenido, entre ellos Toledo, Gigliasa y Abregú.
Finalmente, Carlos Fortunato Parra prestó declaración por la causa que investiga la detención ilegal sufrida de su hermano Atilio Luis Parra, militante en Juventud Peronista.
El testigo relató el episodio ocurrido el 22 de noviembre de 1975, donde personas encapuchadas irrumpieron violentamente en la vivienda de los Parra y tras saquear los bienes familiares, Atilio queda detenido. Tras lo cual, la familia Parra comenzó a peregrinar para dar con su paradero, hasta hallarlo – tras más de un mes de búsqueda- en el Penal Provincial.
Atilio permaneció siete años detenido sin causa que lo incriminara. Pasó del Penal Provincial a la Unidad 9 de La Plata y luego a Caseros. “Pedimos habeas corpus para terminar con todo esto, pero no tuvimos respuestas”, expresó el testigo y agregó: “Pudimos ver las actuaciones en el expediente de mi hermano, y sin ser abogados pudimos entender que estaba mal hecho”, expresó el testigo destacando la falta de instrucción en el procesamiento al que fue sometido su hermano, detenido sin causa. Atilio Parra se exilió a Canadá en 1982 y falleció en el 2003 en Mendoza.
Con respecto a las denuncias por el robo sufrido por la familia Parra, el testigo declaró que estos pedidos fueron rechazados por el exjuez Romano, argumentando la inexistencia de pruebas.
La etapa testimonial continúa el próximo lunes 20 y martes 21 de abril a las 9.30

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