El mandatario había argumentado su decisión de veto alegando que el jurado del premio era “un ente cerrado y exclusivista”. Dijo también que sus miembros “se identifican con posiciones de la izquierda más radical y propalestina y se reparten premios entre ellos. “El jurado”, insistía Netanyahu, “debe representar a toda la sociedad”.

La primera reacción fue la del reconocido escritor israelí David Grossman, que el jueves retiraba su candidatura asegurando que el movimiento de Netanyahu había sido “un complot cínico que viola la libertad de espíritu, de pensamiento y creatividad en Israel”. Después, ocho miembros del jurado presentaron su dimisión denunciando la “grosera intervención política” del primer ministro.

Finalmente, ayer, tras una masiva protesta de escritores, académicos e investigadores, además de una carta del fiscal general del Estado, Yehuda Weinstein, exigiéndole al primer ministro no tomar decisiones de este tipo, en especial antes de las elecciones (que serán el 17 de marzo), hicieron que Netanyahu se retractara y anunciara que “respeta la directiva del fiscal de que desista de ocuparse de la designación del jurado del Premio a causa de las próximas elecciones”.

Entre los ganadores del Premio está el escritor Amos Oz, que también se unió a la protesta: “Netanyahu no quiere cambiar el jurado, quiere cambiar los premios”, sentenció.

Según algunos analistas, la jugada del primer ministro no se debió tanto a las posiciones ideológicas de los miembros del jurado como a su temor de que, este año, sea Grossman, reconocido opositor de su Gobierno, quien resulte ganador. Algo que es muy posible si el escritor accede a presentar de vuelta su candidatura. Al momento del cierre de esta edición, el autor de Delirio o La memoria de la piel, no se había pronunciado al respecto. “Son días tristes”, aseguró el galardonado escritor.