San Rafael, Mendoza 23 de noviembre de 2024

Entrenarse y pasarla bien

Spinning a la luz de las velas, yoga aéreo, vehículos de tres ruedas o vóley en camas elásticas: las apuestas innovadoras ganan adeptos a la hora de ejercitarse

Ver más fotos Según Silvana Pérez, lo mejor de aeroyoga es «la sensación de libertad». Foto: LA NACION / Santiago Hafford

Quien pensaba que conocía el yoga, ballet, spinning, surf o pilates, está equivocado. Todavía hay potencial por desplegar. Alcanza con acercarse al centro Rockcycle, en Palermo, entrar a su estudio blanco impoluto y participar de sus clases… ¡a la luz de las velas! Lo que en un comienzo parece una clase de spinning tradicional toma ritmo y, claro, se diferencia. «Es la reinvención del ciclismo indoor, la combinación ideal entre música energizante, coaching motivacional y un entrenamiento completo del cuerpo», describe Valentina Sielecki, directora, que asegura que no sólo entrena físicamente, sino que también fortalece el espíritu de los alumnos, llamados riders.

La idea proviene de los Estados Unidos, donde surgió hace unos años en respuesta a la demanda de un ejercicio «motivador». Pero éste es el primer centro en el país, y ya está probando éxito con cientos de adherentes de 17 a 60 años. «Había hecho spinning antes, pero eran clases en las que nunca me relajaba, contaba los minutos para que terminara. Las velas y las luces apagadas, en cambio, me hacen meterme en mi cabeza y desconectarme con el afuera enseguida. Además, me encantan la música y la onda del profesor, y muchas veces me encuentro cantando, olvidándome de que estoy haciendo ejercicio», cuenta Emilia Bruniard, rider desde hace dos meses que ya asegura ver los efectos («se pueden quemar hasta 700 calorías por clase», apunta Sielecki).

También al aire libre, otra disciplina que ganó muchísimos adeptos fue el stand up paddle. Si bien su implementación no es nueva, en 2014 cobró especial notoriedad después del Mundial de Brasil, donde muchos se preguntaron qué hacían esas personas paradas con remos sobre tablas en el agua que veían por televisión. «Lo hacen desde chiquitos de cinco años hasta gente grande. Algunos vienen una vez por semana, como recreación, y otros lo toman como entrenamiento y vienen entre tres y cuatro veces», relata Lucas Correa, profesor de la escuela Lax Sup Company. Es que este deporte es ambas cosas: divertido y beneficioso. Estar parado sobre una tabla remando e intentando mantener el equilibrio pone en funcionamiento muchísimos músculos, ejercitando y generando un gran gasto calórico. «Es como si estuvieses haciendo flexiones de brazos sobre una plataforma vibratoria. Muy fuerte», ilustra Lucas.

Aunque su etapa de esplendor es en verano, la práctica continúa el resto del año. Lax, por caso, propone travesías en el Delta, prácticas en piletas bajo techo o hasta viajes al exterior, a destinos como Brasil o Perú.

Para ser constante, dicen los expertos en la materia, lo importante es divertirse. Es la clave del entrenamiento físico y por eso es natural que distintas prácticas se vayan poniendo de moda por temporadas. En 2011 fueron las plataformas vibratorias y los kangoo jumps, las botas con sistema de rebote, y desde 2012 en adelante fue tiempo del crossfit, esa disciplina derivada de lo militar que aún cosecha miles de adeptos. El año que comienza no tiene una única novedad que lo defina, pero suma descubrimientos que hacen a una conclusión: lo que se viene son entrenamientos derivados de disciplinas que ya probaron su éxito hace rato. Así, en el mismo plan de trabajar con el equilibrio y ejercitar todo el cuerpo del stand up paddle, el trikke es otro ítem que está ganando adeptos. Creado en California, se trata de un vehículo de tres ruedas que mezcla conceptos del skate, ski y patín, pero en el que no es necesario pedalear ni empujar, sólo balancearse. Sus tres posiciones de apoyo le dan estabilidad y hacen que casi cualquier persona pueda usarlo. Sus fanáticos aseguran que se pueden quemar de 600 a 1000 calorías por hora, en un entrenamiento al aire libre que puede hacerse en familia o en grupo. «Lo probé en unas vacaciones en Brasil y me encantó. Fuimos de excursión con unos amigos y terminamos corriendo carreras antes que admirando el paisaje. Al final del día, nos dimos cuenta de que habíamos hecho un ejercicio tremendo, sentíamos todos los músculos», cuenta Juan Bengolea, quien, ahora que la marca está en el país, ya evalúa comprarse uno propio. Estanislao Gramajo, por su parte, recorre entusiasmado las calles de Puerto Madero con el suyo. «Me divierte, me resulta fácil y me mantiene entrenado», asegura.

Técnica y concentración

Para aquellos que buscan algo más tranquilo, variables como yoga, pilates e incluso ballet tienen opciones disponibles. En los dos primeros casos, con el agregado de practicarlo en el aire, en suspensión y con un arnés. «Aeroyoga está diseñado para que lo pueda realizar prácticamente cualquier persona, desde lo restaurativo y terapéutico hasta el gran desafío de las posturas acrobáticas», describe Rafael Martínez, creador de estas disciplinas.

La adaptación se resuelve con tres niveles de intensidad, donde el primero se realiza con la ayuda de un columpio, pero en contacto con el suelo, y el tercero es por completo en el aire. En el medio, se ubica aeropilates, que se practica con posturas cerca del suelo y otras en contacto.

 
En Puerto Madero, Estanislao Gramajo recorre las calles a bordo de su trikke. Foto: LA NACION / Aníbal Greco
 

«En el caso del aeroyoga, permite obtener tres veces más beneficios que lo común, con tres veces menos esfuerzo», motiva Martínez. Lo cierto es que la sensación de estar elevados potencia el efecto de concentración y vuelve más intensa la práctica, según explica Silvana Pérez, asidua practicante que, además, destaca lo mucho que se potencian la creatividad y la sensación de libertad. «La influencia más importante es el Natha Yoga, un yoga primigenio y ancestral que utiliza cuatro herramientas de trabajo: cuerpo-energía-aliento-respiración», describe el creador. Siguiendo esta línea, el método busca fomentar la salud y facetas como la creatividad y la autoestima. Enfocado en la certificación de profesores, Martínez ya ha diplomado internacionalmente a más de 300.

Por el lado del ballet, una novedad en alza es Xtend Barre. Esta técnica, también importada de los Estados Unidos, une el entrenamiento de los bailarines clásicos con el concepto de Joseph Pilates. ¿El resultado? 50 minutos en una sala con barras, donde el estiramiento y las posturas básicas de ballet se combinan con el uso de elementos como pelotas y colchonetas. «Se llegan a quemar 500 calorías por clase, porque el trabajo es de bajo impacto, pero intenso», apunta Marcela Messineo, profesora certificada con gimnasio especializado, el Wellness Point Olivos.

Para ella, esta disciplina fue una apuesta para la que se formó durante dos años en los Estados Unidos, y hoy ve los primeros frutos con grupos de alumnas que concurren entre tres y cuatro veces por semana. «Aquí vienen desde nenas de 11 años hasta señoras que nunca en su vida dieron un paso de ballet.» Eso tampoco resulta un impedimento: los pasos básicos se van interiorizando con el devenir de las clases.

Para suplir todas las necesidades, además, abrieron un horario especial para madres, que pueden ir con sus bebes en las mochilas especiales. «Se llama Bebés a bordo, y es un momento en el que las mamás no dependen ni de la niñera ni de la madre ni de la suegra para poder hacer lo que les gusta», explaya Marcela. En esos casos, la clase dura una hora y media, porque también contempla un espacio donde «compartir vivencias».

La pata digital

Claro que no todo es derivado de disciplinas ya existentes. En esta evolución del mundo fitness, también hay lugar para lo digital. Es el caso de Sin Rutina, una página web (www.sinrutina.com) que reúne a 180 centros de entrenamiento y permite, pagando un abono mensual, poder acceder a cualquiera de ellos en el día y momento del mes que más plazca.

Así lo hace, por ejemplo, Gonzalo Alcántara, quien accedió al servicio a través de un acuerdo con la empresa donde trabaja. «Este sistema me dio la posibilidad de variar según mis preferencias. Solía usar el gimnasio de la vuelta de mi casa, pero ahora también uso el que está cerca de la oficina. Voy viendo qué horarios me convienen de acuerdo con mi día», afirma.

El procedimiento es muy simple: el usuario ingresa a la página y puede ver qué centros tiene cerca y qué entrenamiento ofrecen. Y luego, elige de acuerdo con su agenda.

«Nuestro plan permite acceder a todos los servicios que brindan los centros, sean clases, aparatos u otras prácticas. Es más, tenemos mujeres en el equipo y ellas especialmente aprecian mucho las clases de baile», relata Gonzalo.

Con seis meses en el mercado, el original emprendimiento fue idea de cuatro amigos, que encontraron en este tipo de alianzas corporativas una buena manera de comenzar a hacerse conocidos. Los gimnasios se entusiasmaron pronto, sobre todo, porque les permite hacerle frente a la competencia de las grandes cadenas ya instaladas. «La idea es poder ofrecer una alternativa más flexible y abarcativa que la de las grandes cadenas. Cada vez hay más centros que ofrecen actividades específicas, y ni que hablar de la calidad de muchos gimnasios que tienen salones de primer nivel para musculación y clases», apuntan los socios.

Para los adherentes, otro punto seductor es que pueden darse de baja en cualquier momento del proceso, sin necesidad de abonar un período mínimo. Aunque lo más valorado sigue siendo la posibilidad de poder entrenar de formas distintas sin atarse a ninguna. Y en ese diferencial, está el futuro del fitness. «Si alguien quiere ver una película, ya no alquila un DVD, usa Netflix. La tecnología nos permite acceder de manera fácil y flexible a lo que nos gusta. Bueno, de manera similar, la actividad física no es la excepción.»

Por Vicky Guazzone di Passalacqua  | Para LA NACION
http://www.lanacion.com.ar/1764573-entrenarse-y-pasarla-bien

 

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