Hay una circunstancia relevante en la trama que descubrió el fiscal Alberto Nisman, que involucra al piquetero Luis D’Elía y su jefe, el operador iraní Jorge Yusuf Khalil. Ambos le habrían cobrado a la embajada iraní en Buenos Aires la suma de 6 millones de dólares. La misma, distribuida en muchas entregas, habría sido retirada por el piquetero en bolsas de residuos de la embajada ubicada en la avenida del Libertador. Algunas de las valiosas bolsas habrían contenido hasta 500.000 dólares, siendo los restantes pagos bastante menores, por miedo a los robos y al seguimiento que podrían sufrir por parte de servicios de inteligencia “no amigos”.
Esa fortuna se habrían repartido entre Khalil y D’Elía. Pero el piquetero en las escuchas siempre menciona el nombre de Oscar Parrilli, entonces Secretario General de la Presidencia y que pasó hace poco a la SI para cuidar las espaldas presidenciales, aunque con escaso éxito.
El otro político que nombra el piquetero en las escuchas es el diputado nacional Andrés “Cuervo” Larroque, para demostrarles a los iraníes que ambos, Parrilli y Larroque, también cobrarían una parte de esos fondos cuando se aprobara en el Congreso de la Nación el Memorándum de Entendimiento con Irán.
Por su parte, el jefe de Quebracho, Fernando Esteche, habría cobrado 10.000 dólares mensuales de la embajada iraní pero, generoso, los repartiría entre la plana mayor de Quebracho, quedándose con una parte pequeña.
La embajada persa, al ver que el tiempo pasaba y que el gobierno argentino no impulsaba el levantamiento de las circulares rojas que afectaban a cinco ex funcionarios sospechosos de organizar el atentado a la AMIA, tal como prometían el piquetero y Khalil, terminaron no aprobando el Memorándum en el parlamento iraní. Al tiempo se habrían dado cuenta de que una vez más había aparecido la viveza criolla y que los habían estafado.
Entonces empezaron las sanciones: por ejemplo, echaron a Khalil de la mezquita chiíta de Floresta. Hace un tiempo que los iraníes le apuntan al piquetero con serios reproches y éste temería por su seguridad. Es que, si algo le pasara, seguramente le echarían la culpa al Mossad, el servicio de inteligencia de Israel. Aparte, enterados en Olivos de que D’Elía cobró y no repartió, le habrían soltado la mano y los resultados están a la vista. Es el único kirchnerista de los que aparecen en las escuchas al cual la Casa Rosada no le puso abogado defensor.
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