El caso del fiscal antiterrorista Alberto Nisman no es el primero y probablemente no será el último. Desde la restauración de la democracia en 1983, Argentina acumula una lista de misteriosos suicidios de personajes públicos, o muertes en robo y accidente, cargados de sospecha y que la justicia nunca esclareció.
Por ejemplo durante el gobierno del presidente peronista Carlos Menem (1989-1999), Alberto Cattáneo era empresario e iba a declarar sobre un escándalo de sobornos entre el banco público Nación y la empresa estadounidense IBM. Apareció ahorcado colgando de un árbol y en su boca mordía un artículo periodístico sobre el affaire.
El entonces titular de la Aduana, brigadier Rodolfo Etchegoyen renunció al cargo a raíz de la difusión de negociados y corrupción en esa dependencia. Planeaba colaborar con la justicia aportando los datos. Pero antes se suicidó de un balazo en la sien del lado izquierdo, pese a que era diestro.
Alfredo Yabrán se hizo millonario gracias a recibir la concesión del correo público. Corrían versiones de que, supuestamente, habría actuado como testaferro de Menem. Mandó a amenazar a un fotógrafo, José Luis Cabezas, pero los pistoleros asesinaron a la víctima. Luego Yabrán apareció suicidado de un escopetazo en la cabeza.
La maestra Marta Meza, amante de Menem y madre del hijo extramatrimonial de ambos, Carlos Nair Meza, brindó dos entrevistas a la revista ‘Noticias’ destapando el asunto. El presidente la querelló a ella y al semanario, pero la mujer aparentemente se quitó la vida, ingiriendo veneno para ratas.
Contrabando
Lourdes Di Natale era secretaria del cuñadísimo de Menem, Emir Yoma. Iba a declarar en la justicia sobre el escándalo del contrabando de armas a Croacia y Ecuador pero nunca llegó a pisar el juzgado. Antes cayó al vacío desde el balcón de su piso cuando supuestamente quería cortar un cable de televisión paga que colgaba en el aire.
En 1995 Carlos Facundo Menem, el primogénito del Presidente, cayó a tierra en el helicóptero que pilotaba y murió. La versión oficial habló de accidente, pero su madre, Zulema Yoma, aún insiste con que se trató de un atentado a tiros desde tierra. Varios de los testigos e investigadores murieron en extrañas circunstancias.
Por caso, el peón rural Lorenzo Epifani Siri, que cuidaba el campo en donde cayó el helicóptero y atestiguó haber oído detonaciones previas, falleció atropellado en la ruta nacional 9.
Y un perito del Ejército del Aire, Miguel Lucow, que había deslizado la presunción de que el helicóptero no sufrió un accidente, murió a balazos en un atraco a la puerta de su casa. El supuesto ladrón homicida, Ángel Antakle, falleció dos días después sin ir a declarar al juzgado por el crimen.
Con esas historias dignas de la mafia a cuestas y otros varios ejemplos en la lista, a la noche del lunes muchos argentinos lucían más escépticos que nunca y se preguntaban amargamente en los diálogos en bares y a través de las redes sociales: «¿El fiscal Nisman se suicidó o lo suicidaron?»
Fuente: http://www.elmundo.es/internacional/2015/01/20/54bd9e8f268e3ead608b457f.html
JUAN IGNACIO IRIGARAYEspecial para EL MUNDOBuenos Aires
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