San Rafael, Mendoza 24 de noviembre de 2024

¿Receta ortodoxa o parche para evitar la crisis?

 ¿Receta ortodoxa o parche para evitar la crisis? Lejos de la heterodoxia defendida por el minsitro de Economía, Axel Kicillof, el Gobierno dio un golpe de timón en el último tiempo en un intento por desacelerar la suba de precios y contener la disparada del dólar blue. Para ello, bajó la emisión monetaria y volvió a endeudarse colocando bonos atados al dólar, con suerte dispar, en octubre y diciembre. El análisis de los economistas y las dudas sobre los resultados de la nueva estrategia.

La máquina de imprimir billetes funcionó a máxima velocidad el año pasado y la emisión monetaria creció a una tasa del 40% anual, pero a diferencia de años anteriores, el Gobierno a través del Banco Central de la República Argentina (BCRA) esterilizó por lo menos la mitad de esos pesos absorbiéndolos a través de colocaciones de Lebac y Nobac en los bancos.

La emisión neta entonces es la mitad de lo que fue en el 2013. Además, el Gobierno volvió a endeudarse colocando con éxito en octubre -y con fracaso en diciembre- bonos en la plaza vinculados al dólar, otorgándole un seguro de cambio virtual a todo aquel que compró esos títulos.

El cuadro de estrategia ortodoxa se completó con la decisión de pisar todas las negociaciones salariales para evitar que se reabrieran las paritarias, a pesar de que los salarios reales terminaron el 2014 perdiendo varios puntos frente a la inflación y el ajuste se sintió en la caída del consumo.

«Hace tres meses había un gobierno con un déficit fiscal fuera de control que tenía la puerta cerrada a la emisión de deuda y pensábamos que iba a utilizar la emisión de dinero para cubrir ese bache, lo que iba a generar mucha inflación y una explosión del dólar. Pero cuando el blue tocó los 16 pesos, cambió la estrategia y salieron a buscar financiamiento en el mercado local en dólares, con bastante empuje de los bancos locales que compraron de esa manera dólares al tipo de cambio oficial y lograron revertir la tendencia», reconoce Federico Sturzenegger, economista y diputado nacional por el PRO.

Si bien el ex presidente del Banco Ciudad remarca el fallido del Ministerio de Economía al tratar de colocar deuda en el mercado internacional en diciembre, cree que hay apetito para ese bono que podría volver a ofrecerse con mejor resultado en la plaza financiera en febrero próximo.
«La Argentina va a poder financiar el déficit con emisión de deuda, entonces la cantidad de dinero en circulación crecerá a una velocidad del 20% y eso podría anclar la inflación en torno al 2% mensual y la interanual va ir a alrededor del 27%», dice Sturzenegger. Si bien se trata de una suba de precios fuerte y por encima de la mayoría de las economías del mundo, para la Argentina significaría una baja significativa en comparación con el 40% del 2014.

Entrada de dólares

Además, la colocación de deuda significa una entrada de dólares que descomprimiría al menos parcialmente la necesidad de mantener un cepo cambiario absolutamente estricto, por lo menos con los importadores, y eso morigeraría la caída del PBI en 2015 y permitiría mantener controlado el tipo de cambio y esquivar una nueva devaluación como la que ocurrió en enero de 2014.

Pero no hay un consenso generalizado entre los economistas locales sobre el cambio de escenario.
«La combinación de menor emisión, menor devaluación y recesión bajará la inflación el año próximo. La duda es cuán sostenible es que no haya devaluación», alerta Francisco Gismondi, de la consultora Empiria. El ex economista del Banco Central considera que el atraso que arrastra el peso es significativo.

«Con este tipo de cambio atrasado todo el mundo quiere comprar dólares o bienes importados, y la única forma de evitarlo es con el cepo como traba para la compra de dólares y el cierre de la importación, pero eso frena la actividad y el que quiere importar para producir tampoco puede hacerlo, por lo que el costo en términos de actividad de sostener ese modelo es muy alto», señala Gismondi.

El economista Maximiliano Castillo coincide con la advertencia sobre el costo en crecimiento del PBI que tendrá mantener planchado el dólar, pero advierte que con un cepo más estricto se volverá a disparar el paralelo y aumentará la brecha con el oficial.

«El peso tiene un atraso del 30%, lo que significaría un dólar de 11,2 pesos, en ese valor la economía se equilibra y los precios internos y externos son similares. El problema es que abrir el cepo hoy no es posible a ese valor porque habría un pico de demanda, la devaluación se traslada a precios y es un círculo vicioso que lleva nuevamente a estar atrasado. Por eso sin generar confianza y sin plan para bajar la inflación, no hay devaluación que alcance», señala el socio de la consultora ACM.

Además, la estrategia de absorber una gran parte de los pesos que el Banco Central emitió genera un nuevo agujero en las cuentas públicas que es el del déficit cuasifiscal.

La colocación de Lebac -letras del Banco Central en poder de los bancos que la entidad monetaria deberá afrontar más temprano que tarde- pasó de $ 100.000 millone a $ 280.000 millones en un año, y tienen una tasa de interés que ronda el 30%.

Por un lado, esos pesos salieron del sistema financiero para quedar inmovilizados en el Central quitándole liquidez a los bancos para financiar al sector privado. Pero además, con casi $ 300 millones emitidos a una tasa de interés del 30% anual, el aumento de esa deuda es cercano a los $ 100.000 millones anuales, lo que significa un enorme déficit cuasifiscal.

«Cuando las Lebac son tan altas y a una tasa de interés tan cara, se da la paradoja de que el Banco Central terminará teniendo que emitir para pagar los intereses de su propia deuda y un monto de $ 100.000 millones que representa el 25% de la base monetaria actual», marca Sturzenegger.

Falsa receta
«Es una falsa receta ortodoxa, porque tomaron conciencia de que la emisión genera inflación, pero no hay voluntad de que las cuentas públicas cierren, entonces se buscan parches con el endeudamiento para transitar una situación crítica de manera controlada», agrega el economista del PRO.

Para Sturzenegger, de todas maneras sigue abierta la posibilidad de colocar deuda en el exterior, reeditando la emisión de un bono al 2024 que se intentó fallidamente en la primera quincena de diciembre. «La demanda para esa deuda existe y si hacen una buena colocación de títulos en enero y febrero podría darle oxígeno al Gobierno sin necesidad de negociar con los fondos buitres y manteniendo hasta las elecciones el dólar planchado», dice.

El mundo cambió

Sin embargo, el economista Fausto Spotorno, enciende una alarma sobre ese plan. El cambio de escenario mundial, la crisis rusa y la caída del petróleo y la soja impactarán en la estrategia oficial a la hora de buscar crédito fresco para la Argentina.

Hasta ahora, la ventaja de la Argentina era que ofrecía precios de activos muy baratos y tasas de interés muy altas para los inversores que no era posible conseguir en ningún lugar del planeta. «Pero ahora el mundo está dando la vuelta y Rusia y Turquía también tienen precios atractivos, por ejemplo, y eso genera una competencia para atraer inversores», dice el economista del estudio Ferreres.

Para Spotorno, este cambio de escenario hará que en el mediano plazo, para volver a intentar una colocación de deuda en un escenario en que la Argentina compite con «otras alternativas» será imprescindible contar con el oficio de un buen colocador de deuda para lograr que la operación sea perfecta.

En un mercado más complejo y competitivo, contar con un agente financiero garantizaría un piso de éxito a la operación, pero esa iniciativa se choca de lleno con el discurso enarbolado por el ministro de Economía, Axel Kicillof. El titular del Palacio de Hacienda se jactó de que la operación de canje y colocación de deuda presentada en diciembre la hacía el Gobierno sin utilizar bancos como intermediarios y ahorrándose los dólares de las comisiones que cobran esas entidades mayoristas.

El resultado fue que en la peor semana financiera del año, la propuesta de la Argentina quedó autolimitada por las condiciones técnicas con las que había sido diseñada y el Gobierno apenas consiguió entre canjes y emisión, aliviar en menos de u$s 500 millones los vencimientos del 2015.

La flexibilidad o la rigidez que tendrá el Gobierno de Cristina Kirchner a la hora de salir a los mercados este año que se inicia finalmente dependerá del equilibrio que pueda mantener entre un dólar planchado, una moderada caída de la actividad y una inflación alta, pero con tendencia bajista. Si cualquiera de esas variables se desmadra, negociar con un banco de inversión será un costo ínfimo que tendrá que saldar la política.

por Por Cecilia Boufflet
http://www.cronista.com/3dias/Receta-ortodoxa-o-parche-para-evitar-la-crisis-20150102-0004.html
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