En los últimos años devolvió más de una docena de templos, casas y terrenos
LA HABANA.- Las gruesas paredes cubiertas de azulejos bizantinos con dibujos de santos todavía están en pie. Pero la mitad del techo de madera se cayó y los rayos del sol tropical invaden el recinto religioso que carece de los coloridos vitrales que le daban esplendor, pues algunos vándalos los destruyeron o le escribieron sus nombres.
Aun en este estado, la capilla de la antigua Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en el residencial barrio de Miramar, al oeste de esta capital, es una de las propiedades que la Iglesia Católica anhelaba recuperar y que el Estado cubano le devolvió.
Pero no es la única devuelta. Discreta y paulatinamente, las autoridades cubanas iniciaron la restitución a sus antiguos propietarios de templos, casas parroquiales, terrenos y edificaciones que fueron tomados por el gobierno al triunfo de la revolución.
Ha sido un proceso tan silencioso como el que llevó al papa Francisco a convertirse en mediador entre Cuba y Estados Unidos para lograr un deshielo histórico que culminó la semana pasada.
«Le pedimos al Señor que continúe adelante todo este proceso de reconciliación y de paz que el papa Francisco ha (…) favorecido y sostenido», señaló el cardenal cubano Jaime Ortega durante la homilía de la misa de Nochebuena en la catedral colonial de La Habana.
Un recuento de las propiedades devueltas indica que se trata de más de una docena, en un proceso de devolución que la Iglesia anhelaba y que se inició a fines de 2009.
«Es un gesto de parte de las autoridades muy positivo de alguna manera restituir lo que pertenece a la Iglesia y sobre todo en el ámbito local donde esto ocurre crea un ambiente de confianza», dijo el padre José Félix Pérez, secretario adjunto de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba. «Está ocurriendo, hay que señalarlo, gradualmente.»
Además de la capilla de la universidad, devuelta a fines de 2009, el proceso incluye algunas propiedades valiosas a lo largo y ancho del país, dijo un miembro de la Iglesia que estuvo al tanto del proceso y que prefirió no revelar su identidad.
Según este miembro de la Iglesia, la devolución de sus propiedades salió a relucir de manera franca en las conversaciones que adelantaron el cardenal cubano Jaime Ortega y el presidente Raúl Castro cuando la institución religiosa medió, en julio de 2010, para que Cuba liberara a un grupo de presos disidentes con apoyo del gobierno español.
«Hay dos factores en las devoluciones. Uno económico, pues el gobierno cubano no tiene recursos para atender esta infraestructura que está en proceso de deterioro», dijo Enrique López Oliva, profesor de historia de las religiones de la Universidad de La Habana. «Otro, un objetivo de carácter religioso y político, dar una imagen de que la relación con las iglesias mejora, que es parte de este momento histórico nuevo en que se trata de reconstruir el país.»
Las propiedades que recibieron poco mantenimiento estatal muestra un fuerte grado de deterioro, pues a lo largo de los años se las usó como almacenes, panaderías, comedores obreros o escuelas.
Entre las edificaciones restituidas se encuentran dos templos en Santiago de Cuba, San José Obrero y San Benito, una casa parroquial y algunas edificaciones que ocupaban algunas tiendas en esa provincia del oriente del país.
Además, varios templos que estaban en el interior de algunos ingenios azucareros fueron devueltos junto con otros dos terrenos y una capilla en la diócesis de Bayamo-Manzanillo. Una de las propiedades más espectaculares ya restituidas fue la del antiguo Colegio de los Padres Jesuitas, un edificio de más de una manzana en la ciudad de Cienfuegos, 250 kilómetros al sudeste de la capital.
También las autoridades por primera vez autorizaron la construcción de dos templos católicos: uno al oriente de la isla y otro en Sandino, en el Occidente, que se espera que sea construido con dinero proveniente de católicos de Estados Unidos.
Las relaciones entre el Estado cubano y la Iglesia Católica evolucionaron de un enfrentamiento abierto en la década del 60 -cuando la revolución socialista estatizó muchas de sus propiedades, algunos sacerdotes fueron enviados a realizar trabajos en el campo y en los templos se guardaron armas de grupos anticastristas- a una mejora radical que comenzó en la década del 90 con un acercamiento del entonces presidente Fidel Castro y las denominaciones religiosas en general.
Los tiempos de tensión parecen lejanos y las buenas relaciones llegaron al punto de que el papa Francisco fue el actor principal en la mediación que permitió la semana pasada un restablecimiento del diálogo entre La Habana y Washington.
En estos años, Cuba incluso recibió la visita de dos pontífices: Juan Pablo II, en 1998, y Benedicto XVI, en 2012.
«Me parece muy buena esta política de Estado de devolver algunas propiedades. Muchas de ellas serán para uso religioso, pero también otras para uso social, y forma parte de las transformaciones que están ocurriendo en el país, donde la Iglesia cada vez más va a poder desarrollar su obra y su aporte a la comunidad», dijo el reverendo Joel Dopico, presidente del Consejo de Iglesias de Cuba, una organización que agrupa a las entidades evangélicas y otras denominaciones menos la Católica.
El religioso hizo referencia a un conjunto de medidas aperturistas en el plano económico y social impulsadas por el presidente Raúl Castro.
Dopico indicó que algunas iglesias evangélicas y protestantes, en menor medida que la Católica, también habían recibido devoluciones de propiedades recientemente.
Mientras, la jerarquía católica no dejó de demandar un mayor acceso a la educación o a los medios de comunicación pese al ambiente más distendido que existe entre el Estado cubano y la Iglesia Católica, poderosa en el mundo, pero cuya feligresía en Cuba es minoritaria, pues la mayoría de la población sigue las religiones de origen afrocaribeño
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